En un informe publicado en abril por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), titulado: “La contribución del diálogo social a la igualdad de género”, propone establecer nexo entre relaciones laborales y el diálogo social como un proceso de construcción efectivo para el empleo de calidad y el crecimiento económico inclusivo, en suma, para ampliar las bases de la democracia. Por Valentín Ibarra, para AIM.
De esta manera, el organismo insta a los países miembro como así también a las organizaciones sindicales y empleadoras a “promover la igualdad de género y la no discriminación, fomentar la consolidación y ampliación de la participación e implicación de las mujeres y los jóvenes en el diálogo social”. En el presente artículo, realizaremos una lectura del documento resaltando algunos de sus aspectos centrales para ponerlas en tensión a la luz de nuestro entorno, las políticas públicas, la situación real de las mujeres o la invisibilización de colectivos que no responden a los cánones hegemónicos, como es el transgénero, transexual, travesti y su lucha por el cupo laboral.
Por el diálogo social y la igualdad real.
Con el tiempo, el alcance del diálogo social incluida la negociación colectiva, se amplió en muchos países y pasó a incluir temas que son fundamentales para lograr la paridad de género en el trabajo y en el seno de la familia. Entre estos temas encontramos la igualdad jurídica de acceso para mujeres y hombres a los empleos y las competencias; la duración de la licencia de maternidad o licencia parental, la promoción de la igualdad de remuneración por trabajo de igual valor para asegurar salarios justos en ambos sexos y la prevención, protección contra la violencia y el acoso sexual. Aunque está claro que se han hecho avances significativos, las relaciones de poder desiguales mas la sobreexigencia de las mujeres en la maternidad y de la carga desproporcionada de trabajo no remunerado en el cuidado de personas, siguen limitando su opinión y representación tanto en el lugar de trabajo como en los órganos y procesos de toma de decisiones dejando en evidencia la vigencia de las categorías de “suelos pegajosos”, “escaleras rotas” y “techos de cristal”. Entonces pese a los objetivos planteados por la agenda 2030 para el desarrollo sostenible, las mujeres trabajadoras de todo el mundo siguen estando menospreciadas en los espacios decisorios incluso allí donde son mayoría. Ello no sólo es injusto sino que también es contraproducente para las empresas, las economías y las sociedades en su conjunto, destaca el documento en sus párrafos iniciales.
Participación de las mujeres en la toma de decisiones y el dialogo social.
Las investigaciones que lleva a cabo la OIT a nivel mundial confirman la representación minoritaria persistente de las mujeres en las instituciones nacionales de diálogo social. Un estudio realizado en 195 países, incluidos los 187 Estados Miembros de la OIT señala que, si bien en 2008 la afiliación de mujeres a las instituciones nacionales de diálogo social no alcanzaba el 20 por cierto, los datos disponibles para 2018 muestran que la afiliación media de mujeres pasó a situarse entre el 20 y el 35 por ciento, sobre todo en África, las Américas y Europa. Entre los ejemplos más inspiradores de paridad (45 por ciento y más) se encuentran Francia, Noruega, Samoa y Suiza. A pesar de los progresos alcanzados, la persistente infrarrepresentación de las mujeres en las mesas de dialogo y negociación colectiva refleja un grave déficit democrático que socava el funcionamiento y la legitimidad institucional.
Esta situación también pone en evidencia que aunque hoy en día las mujeres tienen un nivel de educación más alto que el históricamente reconocido para los hombres y que aportan mayores índices de afiliación sindical o a organizaciones de empleadores su representación en los puestos de toma de decisiones y conducción sigue siendo menos destacada. Entre las principales causas que sostienen y reproducen la brecha salarial y de representación podemos encontrar: la persistencia de los estereotipos de género, la carga desproporcionada de trabajo no remunerado y tareas de cuidado y la discriminación directa o indirecta.
Por lo antedicho la OIT hace foco, siempre de manera declamativa pero no menos importante por su estatuto vinculante para sus miembros en las distintas categorías, en la importancia de detectar y corregir aspectos discriminatorios de la negociación salarial colectiva, la competencia y promoción a los diferentes puestos y funciones para lo que sugiere una “evaluación neutra” del postulante lo que garantizaría el acceso y la promoción a empleos genuinos para todos por igual.
Situación en Argentina
La brecha salarial de género se registra en todas las categorías ocupacionales y crece en los cargos jerárquicos lo que a grandes rasgos se condice con otros paises de similares características. En promedio, las mujeres ganan un 26 por ciento menos que los hombres, incluso distintos análisis dan cuenta que los techos de cristal siguen siendo barreras de contención aunque cuenten con el mismo nivel educativo o incluso con mayores credenciales. Las mujeres, al incorporarse en el ámbito laboral no acceden a los cargos mejor pago y su promoción o ascenso demora mas tiempo que sus compañeros hombres. Del mismo modo y reflejando una fuerte raigambre decimonónica en Argentina persisten ramas del mercado laboral feminizadas como la enseñanza y algunos sectores de la salud y una masculinización (casi total) de los rubros industriales. Ya vemos que el aspecto que mas peso tiene a la hora a de medir esta cuestión es el cultural, al sostener y reproducir mandatos y estereotipos. En este sentido, la economista Mercedes D`Alessandro autora (entre otros) de Economía feminista. Como construir una sociedad igualitaria sin perder el glamour dice: “La sobrecarga de tareas domésticas, que histórica y culturalmente recayó sobre nosotras, dificulta que las mujeres podamos ascender laboralmente. A esto se le suman los hijos. Muchas mujeres se retiran del mercado laboral cuando los tienen, y aunque sea temporalmente, ese tiempo son líneas del CV que se pierden. Es ese curso que no hicieron, esa reunión de trabajo a las 19, a la que no pudieron ir”.