Ante el ajuste que implementa el gobierno nacional y el intento de acallar las voces en disidencia, “necesitamos que la reacción del movimiento popular sea de mucha contundencia, resistencia, sorteando todos los riesgos, las amenazas y los peligros que con un manual de represión al mejor estilo de la dictadura se intenta desde el ministerio de Seguridad”, dijo a AIM Ricardo Rodríguez, referente de la Biblioteca Popular Caminantes.
El referente de la cultura consideró que: “Los miles de trolls y agentes de propaganda que tiene este gobierno tratando que todos los medios públicos se acallen y que ellos sean la única voz que aparezca, con Adorni a la cabeza, no está siendo posible, el pueblo se sigue enterando a través de distintos espacios lo que verdaderamente pasa”.
“La cultura en este país no escapa a nada de eso; además de la casi disolución del ministerio de Cultura a nivel nacional, del borramiento de todas las secretarías que tenían una mirada y una propuesta de acompañar los procesos culturales en las provincias, se ha borrado la secretaría de Gestión Cultural, los puntos de cultura que eran una eficaz manera de atender a las organizaciones que presentaban proyectos para mantener sus actividades, crecer, dar trabajo, dejar ganancias”, consideró Ricardo Rodríguez y agregó: “La cultura no es un gasto; es una inversión que además deja ganancias. Todo esto es lo que sin dudas afecta muchísimo: salas que se cierran, trabajadores de la cultura que quedan en la calle sin un sustento”.
A pesar de todo esto, “se siguen haciendo cosas, se siguen proyectando iniciativas”. Desde la Biblioteca Popular Caminantes “resistimos a todo esto, seguimos teniendo talleres, encontrando formas de financiamiento populares, comunitarios, que nos permitan seguir sosteniendo la actividad de una cantidad de niñeces, jóvenes, adolescentes y adultos que participan cotidianamente de las propuestas”.
Analizó que “el plan de desintegración de la Argentina es más que el intento de dejar a 90 mil trabajadores estatales en la calle, cerrar los comedores, meterse contra las universidades; es hacer flamear la bandera norteamericana en el sur, entregar cuestiones soberanas de nuestras riquezas, pasar por encima de todo, ir dejando como jefes a la gente que tiene el poder en las regiones”; de este modo, señaló, “no van a importar gobernadores, ni Parlamento, si esto sigue así; sino que quien va a determinar la cuestión del litio es aquella minera que tenga poder sobre ese espacio, independientemente de las provincias que abarque. Es una política de virreinato, de desintegración nacional”.
Lamentó asimismo que el gobierno nacional “lo esté haciendo así, burlándose, gozando de cada una de las medidas que se toman, festejando la cantidad de gente que queda en la calle, humillando y mintiendo sobre el rol de los trabajadores, tratándonos a todos de ñoquis, de supuestos beneficiarios sectoriales de las riquezas de la Argentina, como si hemos cometido el pecado de querer trabajar”.
El achicamiento del país “tiende a poner al servicio de la economía norteamericana, de los intereses del Fondo Monetario todo lo que podamos llegar a hacer”, consideró y agregó Rodríguez: “Necesitamos que la reacción del movimiento popular sea de mucha contundencia, resistencia, sorteando todos los riesgos, las amenazas y los peligros que con un manual de represión al mejor estilo de la dictadura se intenta desde el ministerio de Seguridad”.