Aún con los tratados internacionales y las Leyes vigentes “las comunidades indígenas sufrimos desalojos, quitas de derechos y negacionismo”, afirmó a AIM el integrante de la Mesa de Articulación Territorial Indígena en Argentina (Matria) y referente de la comunidad Charrúa Etriek de Villaguay, Héctor Santomil.
Cada 9 de agosto se conmemora el Día Internacional de los Pueblos Indígenas en reconocimiento a la primera reunión de trabajo de las Naciones Unidas sobre la población indígena, para dar a conocer las necesidades de estos grupos de población. Esto aconteció en GIniebra en 1982. A estos reconocimientos se suman una serie de eventos como la proclamación en 1993 del Año Internacional de las Poblaciones Indígenas del Mundo, y el primer Decenio Internacional de las Poblaciones Indígenas del Mundo, que comenzó el 10 de diciembre de 1994, proclamado en la resolución A/RES/48/163.
En ese marco, Santomil señaló que actualmente “hoy la vulnerabilidad está a flor de piel y tierra”, ya que “aún con los tratados internacionales y las Leyes vigentes las comunidades indígenas sufrimos desalojos, quitas de derechos y negacionismo”.
“El racismo estructural es moneda corriente ante los reclamos de las comunidades, sobre todo en lugares donde especialmente el extractivismo necesita desarrollarse, sin importarle cuánto daño les causa a la Onkaiujmar, Pacha Mama, Ñuque Mapu (o como se enuncia en otros idiomas de los más de 40 pueblos que existen en Argentina)”, apuntó. Al respecto, señaló que esto se ve hoy “reflejado en lo que pasa en Jujuy, que ya no sólo los pueblos originarios resisten, sino todos los sectores de la sociedad (ciudadanos, trabajadores, docentes, etc), que luchan para que bajen la reforma de la Constitución, se implemente la propiedad comunitaria y haya un país con conciencia y sepan hacia dónde nos dirigimos si seguimos en manos de los poderes económicos extractivitas, que son la nueva invasión y la continuidad del genocidio fundante de los Estados”.
Lo que pasó en Jujuy “ya venía sucediendo en el sur y así viene escalando”, recordó y subrayó que “es muy preocupante, ya que si continúan con sus propósitos la democracia quedará en ruinas y sufrirán las futuras generaciones”.
“Es decir, que este momento de reflexión nos tiene que indagar, incluso aquí en Entre Ríos, donde existen comunidades Charrúa que se están solidarizando con el pueblo Jujeño, y con otros pueblos indígenas del país”, apuntó el integrante de Matria.
El Malón de la Paz, un pueblo que no claudica
El III Malón de la Paz en Buenos Aires es una muestra de que este pueblo no claudica en su lucha: “Allí frente a la Corte Suprema aún permanece sostenido por la solidaridad de tantos que sí toman conciencia de esta necesidad fundamental y que la Corte Suprema de Justicia no quiere recibir, y que el acecho de la Policía de Larreta (quien lleva como vicepresidente al que viene llevando a cabo las violencias institucionales, represiva, con persecución y aprietes a quienes se manifiestan por sus derechos, que es Gerardo Mlrales) es constante”.
Ante ese escenario, insistió en la necesidad de que “se reconozcan y respeten la Constitución y los tratados internacionales” y se preguntó: “¿Cuánto puede cambiar de la sociedad si vencemos estos obstáculos cargados de injusticias? ¿Cuánto podemos salvar del mundo desde la cosmovisión de los pueblos originarios?”.