"Si no hubiera habido reforma, yo no estaría en la universidad". La frase de un estudiante rosarino de ingeniería química en Santa Fe hace décadas sintetiza una valoración corriente de la reforma y el anhelo de ascenso social a través de la educación, sobre todo de hijos de inmigrantes.
El movimiento iniciado en Córdoba surgió de las condiciones sociales derivadas de la inmigración masiva iniciada décadas antes, que tomó forma en una agitación social que tuvo episodios crueles, como los de los talleres Vasena o los de la Patagonia.
Los jóvenes de la clase media emergente querían abrir el acceso a la universidad, que desde siglos venía siendo dominio de las clases superiores, aristocráticas y señoriales, que se sentían dueñas exclusivas de un derecho que nadie debía cuestionar.
Los hijos de los inmigrantes anhelaban participar del ascenso social, político y cultural; con ese fin enfrentaron las estructuras académicas heredadas de la colonia, que se mantenían sin cambios esenciales ya en el siglo XX. El movimiento fue republicano y liberal, pero al margen en buena medida del positivismo reinante.
La reforma universitaria estalló en la vieja y tradicional universidad de Córdoba el 15 de junio de 1918 con la toma del edificio y la huelga general. El 21 de junio apareció el manifiesto liminar, obra de Deodoro Roca, que no lo firmó y se definía como "un pobre escritor de provincias". Se trata de un texto fundamental, que abrió cabezas y trazó caminos, sin el cual el movimiento reformista no hubiera alcanzado quizá transcendencia o hubiera fracasado, al menos momentáneamente.
La universidad de la colonia
Carlos Tünnermann considera que el movimiento iniciado en Córdoba contra una universidad vetusta, valetudinaria, elitista, oscurantista, inmóvil y reaccionaria, iba en la dirección anhelada por capas de la población ignoradas por la oligarquía, que tiende a considerar a todo lo que le es extraño como masa informe sin iniciativa ni derechos. Por ir en la dirección anhelada se propagó muy pronto por toda Nuestra América mostrando que era una respuesta a necesidades y circunstancias similares experimentadas en toda la región, donde la independencia cambió poco y mantuvo mucho.
Iniciada como un movimiento cordobés contra un esquema de estudios clerical anquilosado, se convirtió rápidamente en un movimiento que superó las fronteras argentinas. "La publicación del Manifiesto desencadenó una serie de reclamos y acciones estudiantiles en casi todos los países, que pusieron el problema universitario en el primer plano de las preocupaciones nacionales", dice Tünnermann.
De Córdoba a Nuestra América
Según él, el primer país donde repercutió el afán reformista fue Perú donde tuvo que ver con la creación del Apra. En Perú reinaba la dictadura de Leguía. Los estudiantes pedían el establecimiento de cátedras libres pagadas por el Estado, la legalización del derecho de tacha, asistencia libre y representación en el Consejo Universitario. El sistema universitario peruano era feudal, las cátedras eran dominadas por ciertas familias y se habían convertido de hecho en hereditarias . En Perú, las ideas reformistas de Córdoba fueron encabezadas por Víctor Raúl Haya de la Torre.
En 1919, los estudiantes de San Marcos acogieron el ideario de la Reforma de Córdoba. Al año siguiente, el primer Congreso Nacional de Estudiantes, reunido en Cuzco, adoptó una resolución de gran trascendencia para el Movimiento: la creación de las "Universidades Populares González Prada", uno de los mejores aportes del reformismo peruano.
En estos centros confraternizaron obreros, estudiantes e intelectuales, que ampliaron el radio de influencia de la reforma. El movimiento produjo también en Perú su más caracterizada concreción política con la fundación, por Haya de la Torre, de la "Alianza Popular Revolucionaria Americana el Apra que tiempo después llegaría con Aya de la Torre a la presidencia del país.
Los reformistas peruanos incorporaron a los pueblos originarios a las programas de accción política en que Juan Carlos Mariátegui fue una figura destacada.
Según Luis Galdanes, en Chile hubo una generación universitaria preocupada aún de la reforma de los estudios superiores, la ciencia, el arte y llevar conocimiento a las muchedumbres. Hubo movimientos reformistas en en 1920 y luego otra en 1926.
En Uruguay lo que acontecía en las universidades argentinas influyó rápido por razones de cercanía que permitía visitas entre dirigentes argentinos y uruguayos. Las ideas políticas del Uruguay cuajaron en considerar la universidad como una república soberana
En Colombia, los estudiantes proclamaron la reforma en Medellín en 1922 y en Bogotá en 1924, bajo la consigna de que la universidad pertenece a la juventud que veía claustros inmóviles urgidos por la necesidad de renovarse según los aires cordobeses
En Venezuela, la dictadura de Juan Vicente Gómez persiguió a los reformistas de 1928. Tras la muerte de Gómez en 1940 se proclama un completo plan de reforma Tras el derrocamiento del dictador Marcos Pérez Jiménez, el reformismo logra amplia acogida en las universidades venezolanas.
Los estudiantes del Paraguay se incorporaron al movimiento reformista en 1927, aunque las dictaduras represivas impidieron la aplicación del programa de Córdoba.
La Primera Convención Nacional de estudiantes bolivianos, reunida en Cochabambaen 1928, suscribió el ideario de la reforma. Pronunciamientos similares surgieron en 1928 de los medios universitarios brasileños.
En Cuba, el Primer Congreso Nacional de Estudiantes presidido por Julio Antonio Mella, acordó, en 1923, luchar por los mismos principios enunciados por la juventud cordobesa
En México hubo una revolución de base agraria que se anticipó a la reforma de Córdoba, pero de todos modos ésta sigue presente con más fuerza en años recientes.
Tünnermann nota que la reforma perdió fuerzas donde las clases medias lograron el poder político; pero sus ideas adquirieron virulencia donde las oligarquías trataron de cerrarle el paso.
Obreros y estudiantes, unidos y adelante
Cuando los estudiantes tomaron la universidad de Córdoba declararon la huelga el 15 de junio preanunciaban la caída de un sistema iniciado en el siglo XVI con los jesuitas durante la colonia, que se había sostenido después de la independencia.
La universidad de Córdoba estaba dirigida por católicos conservadores. Las cátedras se repartían muchas veces entre miembros de una misma familia y en ella la enseñanza había quedado detenida en el pasado. Los estudiantes exigían autonomía académica, cogobierno con profesores y graduados; extensión de la universidad a otros sectores sociales, y libertad de cátedra. Todo eso hoy es obvio pero entonces eran sacrilegios a los ojos de los profesores anquilosados.
Los estudiantes detenidos por la policía obtuvieron el respaldo de los sindicatos. Nació ahí, en momentos de desconcierto y desánimo por las consecuencias de la primera guerra mundial y de efervescencia por la revolución rusa, una consigna que es actual todavía: Obreros y estudiantes, unidos y adelante.
Deodoro
Deodoro Roca ya era abogado y tenía 28 años cuando escribió el manifiesto que se conoció una semana después de la toma de la universidad. No lo firmó, pero fue el ideólogo inicial del movimiento olvidado como suele acontecerles a los que no son asimilables sin dificultad por la historia oficial
Deodoro, como lo llamaban sus compañeros, era ante todo antiimperialista y veía un peligro en la expansión territorial, económica y lingüística del imperio norteamericano, al igual que Manuel Ugarte. Esas ideas llegaron a México que había sufrido con la pérdida de la mitad de su territorio el expansionismo territorial yanqui, su presión lingüística y el vasallaje económico. En México, Vasconcelos tomó las ideas del manifiesto para reafirmar la resistencia al imperio vecino.
Deodoro, a pesar de haber sido relegado a un relativo desconocimiento, fue reconocido por su cultura y admirado por su claridad por figuras como como Rómulo Betancourt, Fidel Castro o Arturo Frondizi, Waldo Frank, Ortega y Gasset, Rafael Alberti, los hermanos González Tuñón, Stefan Zweig y Haya de la Torre
Deodoro era en aquellos tiempos lector de positivistas como el mexicano Vasconcelos, el uruguayo Rodó y su compatriota Lugones y José Ingenieros. No era él mismo positivista, como lo dejó en claro en un homenaje que tributó a Ingenieros cuando éste murió. Cuando Lugones, cordobés como él, apoyó el golpe del 30 y sintió llegada "la hora de la espada", Deodoro rompió agriamente con él. Dijo sin más que Lugones, iniciado como anarquista y terminado como fascista, fue en 1930 la sumisión de la inteligencia ante la bota militar; la flexión ante el poder de la espada, la pluma bajo el imperio grosero del fusil.
Decepcionado, mantuvo una larga polémica con Lugones, al que había consideraba un maestro que lo había traicionado. Resultó victorioso, pero la historia, distribuidora de prestigio, se lo dio a Lugones y se lo negó a Diodoro.
Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria del 21 de junio de 1918
La juventud argentina de Córdoba a los hombres libres de Sudamérica.
Hombres de una República libre, acabamos de romper Ia última cadena que, en pleno siglo XX, nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica. Hemos resuelto llamar a todas las cosas por el nombre que tienen. Córdoba se redime.
Desde hoy contamos para el país con una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que quedan son las libertades que faltan. Creemos no equivocarnos,las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana.
La rebeldía estalla ahora en Córdoba y es violenta porque ahí los tiranos se habían ensoberbecido y era necesario borrar para siempre el recuerdo de los contrarrevolucionarios de Mayo. Las Universidades han sido hasta aquí el refugio
secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la hospitalización segura de los inválidos y lo que es peor- el lugar donde todas las formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron la cátedra que las dictara. Las Universidades han llegado a ser así fiel reflejo de estas sociedades decadentes que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad senil. Por eso es que Ia ciencia, frente a estas casas mudas y cerradas, pasa silenciosa o entra mutilada y grotesca al servicio burocrático. Cuando en un rapto fugaz abre sus puertas a los altos espíritus es para arrepentirse luego y hacerles imposible la vida en su recinto. Por eso es que, dentro de semejante régimen, las fuerzas naturales llevan a mediocrizar la enseñanza, y el ensanchamiento vital de los organismos universitarios no es el fruto del desarrollo orgánico, sino el aliento de la periodicidad revolucionaria.
Nuestro régimen universitario aún el más reciente- es anacrónico. Está fundado sobre una especie de derecho divino; el derecho divino del profesorado universitario.
Se crea a sí mismo. En él nace y en él muere. Mantiene un alejamiento olímpico. La federación universitaria de Córdoba se alza para luchar contra este régimen y entiende que en ello le va Ia vida. Reclama un gobierno estrictamente democrático y sostiene que el demos universitario, Ia soberanía, el derecho a darse el gobierno propio radica principalmente en los estudiantes. EI concepto de autoridad que corresponde y acompaña a un director o a un maestro en un hogar de estudiantes universitarios no puede apoyarse en la fuerza de disciplinas extrañas a Ia sustancia misma de los estudios. La autoridad, en un hogar de estudiante, no se ejercita mandando sino sugiriendo y amando: enseñando.
Si no existe una vinculación espiritual entre el que enseña y el que aprende, toda enseñanza es hostil y de consiguiente infecunda. Toda la educación es una obra de amor a los que aprenden. Fundar la garantía de una paz fecunda en el artículo conminatorio de un conminatorio reglamento o de un estatuto es, en todo caso, amparar un régimen cuaternario, pero no una labor de ciencia. Mantener Ia actual relación de gobernantes y gobernados es agitar el fermento de futuros trastornos.
Las almas de los jóvenes deben ser movidas por fuerzas espirituales. Los gastados resortes de Ia autoridad que emanan de la fuerza no se avienen con lo que reclaman el sentimiento y el concepto moderno de las Universidades. EI chasquido del látigo
sólo puede rubricar el silencio de los inconscientes o de los cobardes. La única actitud silenciosa, que cabe en un instituto de ciencia, es el del que escucha una verdad o la del que experimenta para creerla o comprobarla.
Por eso queremos arrancar de raíz en el organismo universitario el arcaico y bárbaro concepto de autoridad que en estas casas de estudio es un baluarte de absurda tiranía y solo sirve para proteger criminalmente la falsa dignidad y la falsa competencia. Ahora advertimos que Ia reciente reforma, sinceramente liberal, aportada a Ia Universidad de Córdoba por el doctor José Nicolás Matienzo, sólo ha venido a probar que él era más afligente de lo que imaginábamos y que los antiguos privilegios disimulaban un estado de avanzada descomposición.
La reforma Matienzo no ha inaugurado una democracia universitaria; ha sancionado el predominio de una casta de profesores. Los intereses creados en torno de los mediocres han encontrado en ella inesperado apoyo. Se nos acusa ahora de insurrectos en nombre de un orden que no discutimos, pero que nada tiene que ver con nosotros. Si ello es así, si en nombre del orden se nos quiere seguir burlando y embruteciendo, proclamamos bien alto el derecho sagrado a Ia insurrección.
Entonces Ia única puerta que nos queda abierta a la esperanza es el destino heroico de la juventud. EI sacrificio es nuestro mejor estímulo; la redención espiritual de las juventudes americanas nuestra única recompensa, pues sabemos que nuestras verdades lo son y dolorosas- de todo el continente. ¿Qué en nuestro país una ley se dice-, la ley de Avellaneda, se opone a nuestros anhelos? Pues a reformar la ley, que nuestra salud moral lo está exigiendo.
La juventud vive en trance de heroísmo. Es desinteresada, es pura. No ha tenido tiempo de contaminarse. No se equivoca en la elección de sus propios maestros.
Ante los jóvenes no se hace rito adulando o comprando. Hay que dejar que ellos mismos elijan sus maestros y directores, seguro de que el acierto ha de coronar sus determinaciones. En adelante, sólo podrán ser maestros en la futura república universitaria los verdaderos constructores de alma, los creadores de verdad, de belleza y de bien.
La juventud universitaria de Córdoba cree que ha llegado la hora de plantear este grave problema a la consideración del país y de sus hombres representativos.
Los sucesos acaecidos recientemente en la Universidad de Córdoba, con motivo de la elección rectoral, aclaran singularmente nuestra razón en la manera de apreciar el conflicto universitario. La federación universitaria de Córdoba cree que debe hacer conocer al país , y a América las circunstancias de orden moral y jurídico que invalidan el acto electoral verificado el 1 5 de junio. AI confesar los ideales y juicios que mueven a la juventud en esta hora única de su vida, quiere referir los aspectos locales del conflicto y levantar bien alta la llama que está quemando el viejo reducto de la opresión clerical. En la Universidad Nacional de Córdoba y en esta ciudad no han presenciado desordenes; se ha contemplado y se contempla el nacimiento de una verdadera revolución que ha de agrupar bien pronto bajo su bandera a todos los hombres libres del continente. Referimos a los sucesos para que se vea cuánta razón nos asistía y cuánta vergüenza nos sacó a la cara la cobardía y la perfidia de los reaccionarios. Los actos de violencia, de los cuales nos responsabilizamos, se cumplían como el ejercicio de puras ideas. Volteamos lo que representaba un alzamiento anacrónico y lo hicimos para poder levantar siquiera el corazón sobre esas ruinas. Aquellos representan también la medida de nuestra indignación en presencia de la miseria moral, de la simulación y engaño artero que pretendía filtrarse con las apariencias de la legalidad. EI sentido moral estaba oscurecido en las clases dirigentes por un fariseísmo tradicional y por una pavorosa indigencia de ideales.
El espectáculo que ofrecía la asamblea universitaria era repugnante. Grupos de amorales deseosos de captarse la buena voluntad del futuro exploraban los contornos en el primer escrutinio, para inclinarse luego al bando que parecía asegurar el triunfo, sin recordar la adhesión públicamente empeñada, el compromiso de honor contraído por los intereses la de la Universidad. Otros los más en nombre del sentimiento religioso y bajo la advocación de la Compañía de Jesús, exhortaban a la traición y al pronunciamiento subalterno. (Curiosa religión que enseña a menospreciar el honor y deprimir la personalidad! Religión para vencidos o para esclavos!).
Se había obtenido una reforma liberal mediante el sacrificio heroico de la juventud. Se creía haber conquistado una garantía y de la garantía se apoderaban los únicos enemigos de la reforma. En la sombra de los jesuitas habían preparado el triunfo de una profunda inmoralidad. Consentiría habría comportado otra traición. A la burla respondimos con la revolución. La mayoría expresaba la suma de la represión, de la ignorancia y del vicio. Entonces dimos Ia única lección que cumplía y espantamos para siempre la amenaza del dominio clerical.
La sanción moral es nuestra. EI derecho también. Aquellos pudieron obtener la sanción jurídica, empotrarse en la ley. No se lo permitimos. Antes de que la iniquidad fuera un acto jurídico, irrevocable y completo, nos apoderamos del salón de actos y arrojamos a Ia calla, sólo entonces amedrentada, a la vera de los claustros. Que esto es cierto, lo patentiza el hecho de haber, a continuación, sesionado en el propio salón de actos la federación universitaria y haber firmado mil estudiantes sobre el mismo pupitre rectoral, la declaración de huelga indefinida.
En efecto, los estatutos disponen que la elección de rector terminará en una sola sesión, proclamándose inmediatamente el resultado, previa lectura de cada una de las boletas y aprobación del acta respectiva. Afirmamos, sin temor a ser rectificados, que las boletas no fueron leídas, que el acta no fue aprobada, que el rector no fue
proclamado, y que, por consiguiente, para Ia ley, aún no existe rector en esta Universidad.
La juventud universitaria de Córdoba afirma que jamás hizo cuestión de nombres ni de empleos. Se levantó contra un régimen administrativo, contra un método docente, contra un concepto de autoridad. Las funciones públicas se ejercitan en beneficio de determinadas camarillas. No se reformaban ni planes ni reglamentos por temor de que alguien en los cambios pudiera perder su empleo. La consigna de "hoy para ti, mañana para mí", corría de boca en boca y asumía preeminencia de estatuto universitario. Los métodos docentes estaban viciados en un estrecho dogmatismo,
contribuyendo a mantener a la Universidad apartada de la ciencia y de las disciplinas modernas. Las elecciones, encerradas en la repetición interminable de viejos textos, amparan el espíritu de rutina y de sumisión. Los cuerpos universitarios, celosos guardianes de los dogmas, trataban de mantener en clausura la juventud, creyendo que la conspiración del silencio puede ser ejercitada en contra de la ciencia. Fue entonces cuando la oscura Universidad mediterránea cerró sus puertas a Ferri, a Ferro, a Palacios y a otros, ante el temor de que fuera perturbada su plácida ignorancia. Hicimos entonces una santa revolución y el régimen cayó a nuestros pies.
Creímos honradamente que nuestro esfuerzo había creado algo nuevo, que por lo menos Ia elevación de nuestros ideales merecía algún respeto. Asombrados, contemplamos entonces cómo se Iban para arrebatar nuestra conquista los más crudos reaccionarios.
No podemos dejar librada nuestra suerte a la tiranía de una secta religiosa, ni al juego de los intereses egoístas. A ellos se nos quiere sacrificar. EI que se titula rector de Ia Universidad de San Carlos ha su primera palabra. "Prefiero antes de renunciar que quede el tendal de cadáveres de los estudiantes". Palabras llenas de piedad y de amor, de respeto reverencioso a la disciplina; palabras dignas del jefe una casa de altos estudios. No invoca ideales ni propósitos de acción cultural. Se siente custodiado por la fuerza y se alza soberbio y amenazador. Armoniosa lección que acaba de dar a la juventud el primer ciudadano de una democracia universitaria!
Recojamos la Lección, compañeros de toda América; acaso tenga el sentido de un presagio glorioso la virtud de un Llamamiento a l lucha suprema por la libertad; ella nos muestra el verdadero carácter de la autoridad universitaria, tiránica y obcecada,
que ve en cada petición un agravio y en cada pensamiento una semilla de rebelión.
La juventud ya no pide. Exige que se reconozcan el derecho de exteriorizar ese pensamiento propio en los cuerpos universitarios por medio de sus representantes.
Está cansada de soportar a los tiranos. Si ha sido capaz desconocérsela Ia capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa.
La juventud universitaria de Córdoba, por intermedio de su federación, saluda a los compañeros de América toda y les incita a colaborar en la obra de libertad que inicia.
Enrique F Barros, Horacio Valdés, Ismael C. Bordabehere, Presidentes.
Gumersindo Sayago, Affredo Castellanos, Luis M. Méndez, Jorge L. Bazante,
Ceferino Garzón Maceda, Julio Mofina, Carlos Suárez Pinto, Emilio R. Biagosch,
Ángel J. Nigro, Natalio J. Saibene, Antonio Medina Allende, Ernesto Garzón.
De la Redacción de AIM.