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Vargas: “El consumo sustentable se impone como una práctica esencial”

El consumo sustentable “representa la conciencia activa al adquirir bienes o servicios, priorizando aquellos productos que se alinean a la preservación de recursos naturales y la reducción del impacto ambiental”, dijo a AIM el presidente de la Asociación de Defensa del Consumidor Entre Ríos (Adecen), Gabriel Vargas.

“En un mundo donde las decisiones de compra impactan directamente en el entorno que habitamos, el consumo sustentable se impone como una práctica esencial. Asimismo, los patrones que ha fijado la sociedad de consumo, son los que provocan que ese deseo de consumir esté permanentemente insatisfecho, sin fijar límites o expectativas más bajas. De otro modo la sociedad de consumo desaparecería”, señaló Vargas a esta Agencia.

¿Pero qué implica realmente este término? En esencia, el consumo sustentable representa la conciencia activa al adquirir bienes o servicios, priorizando aquellos productos que se alinean a la preservación de recursos naturales y la reducción del impacto ambiental. Su objetivo primordial es asegurar que los recursos perduren para las generaciones venideras, minimizando el deterioro ambiental.

“Este tipo de consumo recae en la responsabilidad individual del consumidor y en el compromiso de las empresas proveedoras de bienes y servicios por ofrecer alternativas que minimicen su huella ecológica”, señaló.

En este contexto, deviene necesario preguntarnos: ¿Es importante generar conciencia sobre el consumo sustentable? “Vivimos en una sociedad marcada por la disponibilidad y comercialización masiva de bienes. Sin embargo, esta dinámica ha generado un impacto significativo en nuestro entorno. La producción desmedida y el uso indiscriminado de recursos naturales han afectado gravemente la calidad del suelo, el aire y el agua. Los productos desechables, aunque brindan comodidades instantáneas, plantean desafíos a largo plazo que deben ser considerados con seriedad”.

El consumo sostenible propicia, en consecuencia, el uso de productos y servicios que minimizan la utilización de los recursos naturales, la generación de materiales tóxicos y residuos, e involucra la adopción de tendencias y estilos de vida con menor impacto ambiental.

Vargas remarcó que: “Esta perspectiva está vinculada a la producción sostenible y tiene como objetivo armonizar las necesidades de bienes y servicios de la sociedad con el desarrollo sostenible”, y agregó: “Claro está que hablamos siempre de problemáticas que no son exclusivas de nuestro ámbito regional o nacional”.

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, adoptada en 2015 por la Asamblea de las Naciones Unidas, constituye el más reciente de estos hitos en la consideración de la temática en la agenda internacional, al quedar establecida como uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

“Se trata de una agenda transformadora que llama a cambiar nuestro estilo de desarrollo y constituye un compromiso de todos los países a intensificar los esfuerzos para poner fin a la pobreza en todas sus formas, reducir la desigualdad, luchar contra el cambio climático y promover la protección ambiental”, explicó el titular de Adecen.

Objetivo 12: consumo y producción sostenibles
Señaló que: “El Objetivo 12 pretende garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles, algo fundamental para sostener los medios de subsistencia de las generaciones actuales y futuras”.

“Nuestro planeta se está quedando sin recursos, pero el índice de población sigue creciendo. En caso de que la población mundial alcance los 9.800 millones de personas en 2050, se podría necesitar el equivalente a casi tres planetas para proporcionar los recursos naturales necesarios para mantener los estilos de vida actuales”, advirtió Vargas. “Para reducir nuestros niveles de consumo, debemos cambiar nuestros hábitos de consumo, y una de las principales medidas que debemos adoptar es sustituir los sistemas de suministro energético por otros más sostenibles”.

“El desperdicio de alimentos es otro indicio del consumo excesivo. Abordar la pérdida de alimentos es urgente y requiere políticas específicas basadas en datos, así como inversiones en tecnologías, infraestructuras, enseñanza y supervisión. A pesar de que una gran parte de la población mundial pasa hambre, cada año se desperdicia la asombrosa cantidad de 931 millones de toneladas de alimentos”, enfatizó.

¿Por qué debemos cambiar nuestros hábitos de consumo?
“El progreso económico y social conseguido durante el último siglo ha estado acompañado de una degradación medioambiental que está poniendo en peligro los mismos sistemas de los que depende nuestro desarrollo futuro y, ciertamente, nuestra supervivencia”, dijo Gabriel Vargas y remarcó que: “Para que la transición tenga éxito, es necesario potenciar el aprovechamiento eficaz de los recursos, tener en cuenta todo el ciclo de vida de las actividades económicas y participar activamente en los acuerdos multilaterales sobre el medio ambiente”.

¿Qué tiene que cambiar?
Son muchos los hábitos de consumo que, si se modifican ligeramente, pueden tener un gran impacto en la sociedad.
“Los gobiernos –en los tres niveles que reconocemos: nacional, provincial y municipal- deben implantar y poner en práctica políticas que recojan medidas que establezcan objetivos para reducir la generación de residuos y el fomento de prácticas de economía circular”.

“La adopción de una economía circular implica diseñar productos duraderos, reparables y reciclables. También promover prácticas como la reutilización, el reacondicionamiento y el reciclaje de productos para minimizar los residuos y el agotamiento de los recursos, adoptando, además, un estilo de vida más sostenible: consumir menos, elegir productos con menor impacto ambiental y reducir la huella de carbono de nuestras actividades cotidianas”, afirmó.

En nuestro rol de consumidores, ¿cómo podemos ayudar?
Hay dos maneras principales de contribuir, explicó el titular de Adecen:

“Reducir los residuos generados. Evitar tirar comida y reducir el consumo de plástico, una de las causas principales de contaminación de los océanos. Tener siempre encima una bolsa reutilizable, negarse a usar pajitas de plástico y reciclar botellas de plástico son buenas formas de contribuir en el día a día”.

“Pensar bien lo que se compra y elegir una opción sostenible siempre que sea posible, implica que se tomar decisiones inteligentes al momento de realizar de las compras. Comprar productos sostenibles y locales puede suponer una diferencia, además de que presiona a las empresas para que adopten prácticas sostenibles”.

En conclusión, señaló Gabriel Vargas: “El futuro nos reclama asegurar que las personas de todo el mundo tengan la información y los conocimientos pertinentes para el desarrollo sostenible y los estilos de vida en armonía con la naturaleza, lo que implica en otros términos, fortalecer los procesos de construcción de ciudadanía”.

Fuente: De la Redacción de AIM
Adecen GABRIEL VARGAS ASOCIACIÓN DE DEFENSA DEL CONSUMIDOR DE ENTRE RÍOS CONSUMO SUSTENTABLE

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