El 19 de agosto es el Día Mundial de la Fotografía, ya que un día como ese pero de 1839, se anunció públicamente que se había inventado la fotografía en París, registró AIM. Belleza, críticas, sobre un arte que tiene admiradores y detractores.
En 1839 el francés Joseph Nicéphone Niépce, se patentó la que se considera la primera foto de la historia, un paisaje llamado “cour de domaine de gras”. Desde ese entonces, la foto ha protagonizado e informado muchas veces de la historia y de las historias.
Curiosamente, esa primera foto estuvo más de un siglo olvidada hasta que en 1952 fue adquirida y copiada por Kodak, la empresa que fundó George Eastman, y hoy se conserva en el Harry Ranson Center de Austin (Texas).
La primera instantánea en la que apareció un ser humano se realizó en 1839 y fue tomada por un personaje algo más recordado que Niépce, Luis Daguerre, el de los daguerrotipos. Y la primera en color se debe a la mano del escocés James Maxwell.
Pocos recuerdan cuando una foto, hecha con una placa, podía necesitar un tiempo de exposición de hasta 30 minutos si se compara con la capacidad tecnológica de las modernas réflex o compactas de hoy o la sensibilidad (ISO) de los nuevos sensores.
Desde esos inicios titubeantes hasta hoy, cuando se celebra la 22 edición del Día Mundial de la Fotografía, se ha registrado una evolución tan profunda que a veces parece casi inexplicable.
Y no sólo en la tecnología, donde el cambio es impresionante, sino en los hábitos y los materiales sensibles e incluso, como en otros campos industriales, empresas que fueron relevantes, han desaparecido o están en graves dificultades. Y han nacido otras que se abren camino con ímpetu.
En su momento era difícil imaginar una fotografía instantánea, más allá de lo que se podía lograr con la “clásica” Polaroid o dispositivos similares de otros fabricantes, y hoy con las digitales se logran no solo las fotos, sino todo tipo de efectos añadidos.
La fotografía ha sido a lo largo de estos años arte, diversión, negocio, trabajo, propaganda, agitación social y ahora también el vehículo de un modo nuevo de relación entre personas a través de la redes sociales. Ha encumbrado o ha hundido a fotografiados y fotógrafos
Se han inmortalizado revoluciones, guerras, bodas, alegrías, tragedias, récords deportivos, logros científicos, golpes o intentos de golpes de estado.
“Usted dispara y nosotros hacemos el resto”. Este fue el lema que convirtió a Kodak en la empresa más poderosa del mundo fotográfico: fabricante de cámaras y todo tipo de películas en los Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, España y otros muchos países en el transcurso de décadas.
¿Alguien podía prever la quiebra de la todopoderosa Kodak, la empresa que puso la fotografía al alcance de casi todos? Hoy es una realidad.
Otro hito fue la aparición en 1920 de Rollei casi por casualidad y gracias al empeño de sus creadores, Paul Franke y Reinhold Heidecke, fue la primera réflex con lentes gemelas como alternativa a las cámaras de fuelle.
Leica, la primera que produjo la cámara compacta de 35 milímetros, frente al medio formato (120 mm) que hasta ese momento (1925) dominaba el panorama fotográfico.
Una cámara que ha sido usada por lo más prestigiosos fotógrafos, en estrecha rivalidad con Zeiss Ikon, igualmente alemana, la primera que incorporó un medidor de luz (de selenio) en su afamada Contax III.
Pero no sólo Alemania ha tenido algo que decir en el mundo fotográfico a lo largo de estos años, ya que con mayor o menor fortuna, otros fabricantes también dejaron su huella.
En Francia, Lumiere y OPL; la londinense Kershaw-Soho, en Inglaterra; Certex (Werlisa) y Matutano (Capta), en España; Bencini y Ferrania, en Italia; Pentacon (Praktica), en la RDA y la enorme cantidad de cámaras soviéticas como Zenit, Zorki, FED o Kiev.
Canon, Nikon, Fuji, Pentax, Panasonic, entre las japonesas, y la coreana Samsung han batido a sus competidores y hoy claramente dominan con rotundidad el mercado de las digitales con feroz competencia entre ellas.
Fotografías digitales: Dominan el mercado
La supremacía de las fotografías digitales es innegable. Hoy en diferentes dispositivos (computadoras, máquinas fotográficas, teléfonos, tablets) guardamos miles de fotos, pero sin embargo, solo algunas pocas llegan a ser impresas.
La ventaja de este sistema respecto a la fotografía química es que permite disponer de las imágenes grabadas al instante, sin necesidad de llevar la película al laboratorio y revelar los negativos para poder ver las imágenes; esta ventaja en la rapidez en la disponibilidad de la imagen permite que el fotógrafo haga los cambios en el momento y realice las correcciones que considere pertinentes de forma inmediata, facilitando así lograr la imagen que se desea.
En la cámara digital o Smartphone pueden verse en una pantalla las fotos que se acaban de tomar. La cámara se puede conectar a una computadora u otro dispositivo capaz de mostrar las fotos en un monitor. Como están en un formato digital, las fotos pueden enviarse directamente por correo electrónico, mensajeros, publicarse en la web, en redes y se pueden procesar y editar con programas de tratamiento fotográfico en una computadora, para ampliarlas o reducirlas, realizar un reencuadre (una parte de la foto), rectificar los colores y el brillo, y realizar otras muchas posibles modificaciones según el programa que se utilice.
Otra gran ventaja de la fotografía digital es que cada vez que la cámara toma una foto crea un archivo de metadatos exif (datos no visuales) y guarda dentro del archivo de imagen información relevante de la captura como la fecha, la hora, la apertura del diafragma, la velocidad de obturación, velocidad del ISO. Esta información es muy útil para estudiar las imágenes y entender más acerca de cada fotografía y también facilita el ordenamiento y el manejo de los archivos fotográficos.
Otros recursos útiles existentes en fotografía digital son el histograma de brillo, que es un gráfico que muestra la distribución de los píxeles de la imagen según sus niveles de brillo; así como el histograma RGB que muestra la distribución de los píxeles en los diferentes canales de color: en el caso del modo RGB, serán los canales de rojo (R: red), Verde (G: green), y Azul (B: blue). Este recurso no existe en fotografía química.
Transformaciones en la creación de fotografías digitales
Las cámaras digitales profesionales tienen la opción de personalizar diferentes tipos de usuario, permitiendo ajustar características importantes de la imagen como la saturación, el contraste, la nitidez y el tono de color. Además permiten un manejo personalizado del balance del blancos, lo cual puede variar notablemente la gama cromática y también permiten capturar imágenes en blanco y negro, sepia, con filtros, etc. El control fácil y rápido de la sensibilidad ISO ayuda a resolver los problemas de falta o exceso de luz.
Las cámaras digitales favorecen por otra parte una mayor producción de fotografías, en tanto el límite del costo y la cantidad de fotogramas de las películas desaparece, quedando reducido al poco conocido dato de la vida útil del obturador digital.
Transformaciones en la circulación y recepción de fotografías digitales.
El costo por fotografía impresa -en comparación con el sistema químico- es menor; esto considerando que se pueden realizar múltiples tomas, y elegir para la impresión solamente fotografías deseadas.
La convergencia tecnológica ha llevado las cámaras digitales a los teléfonos móviles y otros dispositivos como las tabletas, aumentando el número de usuarios de la fotografía exponencialmente y cada vez los nuevos modelos mejoran la calidad óptica y la resolución de la imagen, esto ha causado que la tarea del fotógrafo deba ser repensada y reestructurada. La fotografía digital ha creado una revolución del medio fotográfico. Las imágenes se visualizan cada vez más en pantallas que en papel.
En el 2019, ya son millones de usuarios los que comparten sus imágenes a través de las redes sociales que permiten almacenar, ordenar, buscar y compartir fotografías en línea.
Sobre la fotografía/ Walter Benjamin
Las ideas de Walter Benjamin (Berlín 1892-Port-Bou, Gerona, 1940) sobre la fotografía son ambiguas, complejas y tornadizas. A pesar de ello su nombre -sobre todo en los 80 y en el mundo anglosajón- no se ha caído de la boca de críticos de arte y pensadores de la imagen contemporánea.
Benjamin tuvo algunos amigos fotógrafos, como Germaine Krull, y admiró a Sander o a Atget, pero hizo una lectura diferente acerca del lenguaje fotográfico y de la gran transformación que éste experimentaba en su tiempo. Consideraba a la fotografía como poco más que un procedimiento puramente mecánico en el que la creación apenas tenía cabida.
Su primera base conceptual fue la del romanticismo alemán (sobre cuya estética escribió una tesis doctoral), entretejida con ideas de origen judaico sobre la belleza velada y secreta. Desde este punto de vista la fotografía, con excepción de los fantasmales daguerrotipos, le parecía pobre, inexpresiva, demasiado directa, y su historia, un proceso de decadencia.
El marxismo supuso una represión de sus ideas místicas y el lanzamiento de su famosa teoría de la pérdida del aura de la obra de arte, consecuencia de la popularización de la fotografía y el cine, los medios de las masas.
No sabemos, leyendo sus ambivalentes palabras, si para él esta transformación era motivo de alegría o de duelo, y no se termina de establecer esa historia del arte determinada por la historia tecnológica de la que se dan apuntes brillantes. La orientación izquierdista le hace poner por encima de la investigación formal el contenido político, y de los fotógrafos vanguardistas que menciona, sólo destaca a Heartfield y a los autores del fotomontaje dadaísta, por su compromiso antifascista. La fotografía es para él un mal necesario, “destructivo”, un arte pobre capaz de vencer la apropiación del arte por parte de la burguesía a través del concepto de aura y sus implicaciones rituales y económicas. No se trataría, en sus palabras, de un enfrentamiento entre el arte y la fotografía, sino entre el arte y la técnica, en el que ésta debía acabar venciendo. Una perspectiva demasiado dura para Benjamin que, en el último texto del libro, renuncia a sus propias proclamas para sumarse al desprecio de Baudelaire hacia la fotografía, ensalzando de nuevo las dulzuras del aura mística.