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La A, la O y la E

En la época oscura en que se desmembró el imperio romano se formaron las lenguas romances en Europa a partir del latín: el castellano, el galaicoportugués,  el italiano, el francés, el rumano, el provenzal, el sardo, el retorromano, el catalán.

Lenguaje inclusivo: la mención explícita del femenino solo se justifica cuando la oposición de sexos es relevante en el contexto.
Lenguaje inclusivo: la mención explícita del femenino solo se justifica cuando la oposición de sexos es relevante en el contexto.

En esos siglos de postración cultural hubo cambios fundamentales en la estructura gramatical del latín, que continuaba muy transformado en las lenguas que originó: se perdieron las terminaciones de las palabras que marcaban la relación entre ellas, lo que hizo necesario reemplazarla por perífrasis. Por ejemplo: la frase latina "in media Italia paventis intra castra" se puede traducir: "asustados dentro del campamento en medio de Italia". En "paventis intra castra" las relaciones entre palabras están marcadas por los casos de la declinación, que deben reemplazarse en castellano con construcciones como "dentro de" y "en medio de".

Sin neutro

El castellano, entre otras lenguas romances, perdió el género neutro, salvo algunos restos como los pronombres esto, eso, aquello y el artículo lo, que algunos gramáticos consideran pronombre. Como consecuencia, todos los sustantivos y adjetivos españoles son masculinos o femeninos, nunca neutros, a diferencia por ejemplo del ruso o el alemán,  donde se mantiene el género neutro y también los casos de declinación.

En latín predominaban los femeninos entre los sustantivos terminados en -a, y los masculinos entre los terminados en -us, que derivó en o. El castellano tendió a hacer femeninos o masculinos los sustantivos según acabaran en a o en o.

Las luchadoras feministas actuales tratan de reintroducir en el castellano el género neutro, y lo empujan a volver a la cancha con un calor que a pesar del género  muchas veces prevalece sobre la luz.

Dónde empieza el cambio

El filólogo Pedro Alvarez de Miranda, profesor de la Universidad de Madrid, considera  "ingenuo pretender cambiar el lenguaje para ver si cambia la sociedad, porque las convenciones lingüísticas más profundas no se pueden modificar".

En realidad, no se puede modificar ningún sistema "a golpes de corazón", con una finalidad ajena al sistema mismo, sin alterar su funcionamiento; en el caso de un idioma, sin perjudicar la comunicación entre sus usuarios.

El género no marcado

Quien escriba un texto con una computadora verá que aparece en pantalla con cierta tipografía y tamaño de letra. Son los caracteres por defecto: si quiere otros, deberá elegirlos expresamente.

El género masculino es el género "por defecto" en castellano, que la gramática llama "género no marcado". Por eso, cuando no se indica expresamente lo contrario, el género masculino se aplica también al femenino en algunas construcciones, por ejemplo: "los árboles y las plantas estaban secos". Es posible decir "los árboles estaban secos y las plantas estaban secas, pero la construcción es contraria al principio del mínimo esfuerzo, o de economía del lenguaje, y a la larga no prosperará.

La regla es no duplicar el adjetivo, "seco" en este caso, y usar el género por defecto o no marcado, el masculino. La duplicación con intención de visibilizar el femenino lleva a construcciones engorrosas. En lugar de "los gatos han generado multitud de gatitos" debería decirse los gatos y las gatas han generado multitud de gatitos y gatitas o, abreviando según el lenguaje inclusivo "les gates han generado multitud de gatites".

O por ejemplo: "Los perros y las perras son los mejores amigos y las mejores amigas de los hombres y de las mujeres’. El idioma prefiere desde hace siglos construcciones más económicas.

Más injusticias que combatir

Si bien no han merecido la atención de las feministas, hay otros casos donde se produce una "injusticia" similar. Por ejemplo, el singular asumiendo funciones del plural. "Avanza el enemigo" como dice la letra de la marcha de San Lorenzo, significa "avanzan los enemigos" ya que no se trata de un soldado solo.

Otra intromisión soportada sin dificultades por los hablantes es la del tiempo presente en lugar del pasado y del futuro: Las tres carabelas llegan a América en 1492 o  "mañana no hay clase".

Sin ilusiones

La periodista, psicóloga y actriz española Rosa Montero admite que el lenguaje es sexista, pero considera inútil pretender cambiarlo para cambiar la sociedad. "Lo que habrá que cambiar primero es la sociedad misma. Al cambiarla, determinados aspectos del lenguaje también cambiarán". Y agrega:   "pero, desengañémonos, otros aspectos, que afectan a la constitución interna del sistema, a su núcleo duro, no cambiarán, porque no pueden hacerlo sin que el sistema deje de funcionar". En síntesis: tolerar o enmudecer.

Sexo no es género

En español, los nombres de seres sexuados pueden ser de tres tipos. Unos tienen marcas de género (niño / niña, monje / monja, profesor / profesora...). Otros no las tienen, pero sí tienen dos géneros, evidenciados por la doble concordancia que establecen con el artículo o con otras palabras (el artista / la artista, el modelo / la modelo, el cantante / la cantante, el portavoz / la portavoz...). Hay el grupo de los epicenos, que tienen un solo género gramatical que se aplica tanto al sexo masculino como al femenino; por ejemplo "la víctima" puede ser mujer o varón.  En síntesis: no se debe confundir género con sexo.
Alvarez de Miranda hace notar que por mucha fama de machistas que tengan los italianos, en su idioma el pronombre femenino "lei" (ella), sirve como tratamiento de respeto  tanto para hombres como para mujeres. Un varón se oye decir "lei" en italiano sin molestarse.

Para la Academia

La Academia Española limpia, fija y da esplendor, al menos eso dice su lema, pero no amonesta, contradice ni inventa: acompaña la evolución del idioma. Para la academia la mención explícita del femenino solo se justifica cuando la oposición de sexos es relevante en el contexto: "El desarrollo evolutivo es similar en los niños y las niñas de esa edad". Los académicos insisten en que la actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en razones extralingüísticas, que otros llaman ideológicas. Recomienda "evitar esas repeticiones, que generan dificultades sintácticas y de concordancia, y complican innecesariamente la redacción y lectura de los textos".

El fuego purificador: todes a la hoguera

María Florencia Alcaraz, periodista argentina integrante de Ni Una Menos y de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género, es autora de un ardiente "Manual de Instrucciones para hablar con e", una especie de  manifiesto que recuerda por el  tono áspero y desafiante al del poeta Filippo Tommaso Marinetti hace un siglo en su "manifiesto futurista", tan escorada de un costado María como del otro Filippo:  Según Alcaraz -con perdón de la alquimia-  "la piedra filosofal del patriarcado está prendida fuego. Arden en sus llamas las dicotomías y los binarismos".

Para mostrar el alcance hiperbólico a su llamarada, María dice: "Lo universal está en la fogata.  No es una conquista, ni una convención, ni pretende la bendición institucional y burocrática de la Real Academia Española;  pero se ha vuelto una molestia, clavada como astilla en el talón del cisheterosexismo. Se llama lenguaje inclusivo o incluyente pero es más bien una lengua fugitiva y expansiva, un antídoto a aquella que borró a la mitad de la población.

Invocando las noches de brujas, Alcaraz anuncia "un aquelarre que verá nacer (...) una nueva lengua. Bienvenides a un ejercicio de desobediencia lingüística.  ...Y, si bien es claro que el lenguaje por sí solo no cambiará las bases materiales de desigualdad, es un mensaje en especial para el varón cis hetero progre que ya hace alarde de la e cuando habla. Dirigiéndose luego directamente a este cis hereto progre que tiene en mente, del que parece separarla alguna diferencia interna, le ordena: "Si todavía no revisaste tus privilegios, si no vas a ceder espacios a mujeres, lesbianas, travestis y trans, si aún no repensaste las violencias de tus masculinidades con otros varones cis hetero, volvé al primer casillero y empezá por estos tres pasos antes de hablarnos con e".

El manifiesto termina con una invitación: "Ahora lean e imaginen estos sintagmas: les niñes, les ministres, les chiques, les amigues, les compañeres, les candidates. Para destruir el inconsciente cisheteropatriarcal, esta nueva lengua expansiva advierte a priori: “Todes somos diverses hasta que se demuestre lo contrario”.

Sí en público, no en privado

El lenguaje inclusivo, que también puede ser excluyente, se usa sobre todo en discursos públicos, es un recurso retórico antes que la pretensión de modificar el lenguaje; expresa mediante una novedad lingüística la postura  ideológica de quien habla. Por ahora no se puede imponer porque su uso es a menudo imposible.

Una nota aparecida en la Página Crítica al lenguaje de la exclusión y la opresión expone largamente razones a favor del lenguaje inclusivo como parte de las reivindicaciones feministas. Al final declara la posibilidad de admitir colaboraciones de todo tipo, sin limitaciones ni cortapisas, con amplitud y generosidad... pero "no dudaremos en no publicar falacias que se exhiben en todos los medios públicos y privados, escritos ideológicos basados en la oratoria y la fobia al contenido, ideas recalcitrantes que validen la violencia que se le hace a la gente y al lenguaje intentando fosilizarlo y perpetuar una situación injusta que se intenta superar".

Al grano: la casa se reserva el derecho de decidir si un texto es falaz, es decir si esconde intención de mentir; ideológico (relacionado con ideas); fóbico (una patología psiquiátrica), recalcitrante (una categoría grata a la Inquisición), violento (como la censura), o intenta fosilizar (petrificar los huesos).

Profeta del fracaso

Para Santiago  Kalinowski, director del Departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas de la Academia Argentina de Letras, el lenguaje inclusivo no es un cambio lingüístico porque no sucede de manera inconsciente, sino que es un "fenómeno retórico" discursivo. "Es una forma de expresar una posición política, de denunciar una situación de injusticia y de tener una herramienta discursiva que se ponga al servicio de la creación de consensos para que contribuyan al mejoramiento de las reglas sociales, de las leyes y de las prácticas, que en este momento son desiguales y que hoy favorecen al hombre"

Pero estima muy improbable "por ahora" que el lenguaje inclusivo se convierta en un cambio lingüístico, porque no hay antecedentes de reglas gramaticales que se hayan cambiado por decisión consciente" de un grupo de hablantes. "En Argentina lo intentaron con el 'voceo' y fracasaron estrepitosamente".

Una anécdota histórica: La lengua materna de Carlomagno era seguramente el fráncico, un dialecto germano. El emperador dirigía un discurso en latín cuando se equivocó en una declinación: trató como masculina una palabra femenina. Advertido del error por un gramático, se molestó y dispuso que, en adelante, la palabra en que había tropezado sería masculina. Pero ni la autoridad del sacro emperador romano germánico pudo cambiar el género de un sustantivo.

"Todes somos diverses" en palabras nuevas de María Florencia Alcaraz que no podemos contradecir. Un ejemplo: cuando un visitante español en el campo argentino escuchó a la dueña de casa gritar a los perros: ¡salgan de ay!, comentó refiriéndose al tiempo verbal: "vosotros tratáis a los perros como nosotros al rey".

De la Redacción de AIM.

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