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La luz viene de las papas

¡Andá a sembrar papas! fue alguna vez una expresión despectiva, injuriosa, dirigida contra alguien que por dichos o hechos se revelaba incapaz de algo más difícil o de mayor responsabilidad.

La papa como biocombustible en este sentido podría reducir la emisión de dióxido de carbono al aire.
La papa como biocombustible en este sentido podría reducir la emisión de dióxido de carbono al aire.

Sin duda era la idea del cultivo de la tierra de gentes de ciudad, que nunca habrían sembrado nada ni mucho menos conocerían la maravillosa historia precolombina de las papas a partir de un tubérculo del tamaño de un maní, sin  valor alimenticio.

Al cuidado de generaciones de habitantes originales de nuestro continente la papa llegó a ser lo que es ahora y a conjurar en una ocasión el hambre de Europa. Una plaga que afectó las plantaciones en el siglo XIX provocó la muerte de millones de irlandeses y la emigración masiva y por vías muy indirectas, la independencia de Irlanda.

Sin embargo, aquella recomendación para inútiles podría ser luz para todos. Las papas pueden convertirse en fuente de iluminación. Hay científicos que estiman que una sola papa podría mantener encendida duranta 40 días una lámpara led.

Las papas son almidón en alrededor del 50 por ciento de su peso. Y el almidón se puede transformar químicamente por ejemplo en alcohol, un combustible.

La papa como biocombustible en este sentido podría reducir la emisión de dióxido de carbono al aire. Todos los comestibles, sobre todo los que contienen potasio pueden producir energía al convertirse en combustibles de origen orgánico

Pero acá no se trata exactamente de eso sino de usar la energía contenida en una papa para encender una lámpara led. El experto en electricidad Jaime Rabinovitch, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, ha hecho experimentos científicos y cuenta cómo sería posible hacer la luz

Poro lo pronto, con pocos materiales fáciles de conseguir podemos verificar que no estamos desencaminados y encender una lámpara con una papa al menos por unos instantes.

Para ello, según Rabinovitch, son necesarias dos papas cortadas al medio; dos varillas de cobre o en su defecto dos moneas; tres cables de cobre; dos varillas de cinc que pueden ser clavos y una lamparita led pequeña, de 1,5 vatios.

El procedimiento es el siguiente; pero no debería probarse sin tomar precauciones porque puede implicar peligro ya que hay energía en juego: Enrollar un cable de cobre en cada varilla de cobre:; enterrar una  varillas de cobre en cada papa (podríamos decir "empapar" pero eso ya significa otra cosa;  enrollar una varilla de zinc con el tercer cable y encajarla en una de las papas; tomar la punta del cable de la varilla de cobre enterrada en este tubérculo y enrollarlo  en la otra varilla de zinc.

Enterrar esta última vara de cinc en la otra papa; tomar las dos puntas del cable que quedan sueltas y hacer contacto con la lámpara, teniendo cuidado de no tocar el cobre.

La papa no produce electricidad, pero contiene ácido ascórbico, un compuesto orgánico que permite que los electrones el cinc y el cobre circulen de un metal al otro, generando una corriente eléctrica.

Hace mucho se conoce la capacidad de algunos alimentos ácidos para producir energía si contienen potasio; pero ahora ese conocimiento tendría una aplicación que lo convertiría en una fuente de electricidad controlable y barata.

La experiencia que describimos antes es común en algunas escuelas como curiosidad, como si la papa fuera una pila eléctrica. Ahora el esfuerzo técnico va dirigido a  conseguir un procedimiento eficiente que permita en principio con una sola papa generar energía para mantener encendida una lámpara led durante 40 días.

Rabinovitch asegura que hirviendo una papa ocho minutos y cortándola en pedazos logrará larga luz para la lámpara.

Lo que acontece entre los electrodos es una reacción química básica de oxidación reducción, que genera energía suficiente para encender la  lámpara. De esta base elemental hasta tener plantas de energía en base a papas y a otros vegetales solo media un trabajo de investigación y de ajuste técnico.

Según Rabinovitz el uso de alimentos para producir energía y no para comer no encarecería los  alimentos, y al contrario, haría llegar la electricidad donde no la hay.

“Es alimentación de bajo voltaje, pero es suficiente para construir una batería que puede cargar los teléfonos móviles y los ordenadores portátiles en lugares donde no hay red eléctrica”, explicó el científico. El costo de esta energía es alrededor de 50 veces menor a la que produce una batería común alcalina AA.

De la Redacción de AIM.

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