La ola verde avanza trastocando las bases pétreas de la organización social y entre ellas el rol que históricamente se les ha atribuido a las madres. ¿Cómo viven esta transición mujeres de distintas actividades que apoyan y reivindican el movimiento feminista? AIM dialogó con una artista, una gestora cultural y una militante de derechos humanos que adhieren a las demandas de igualdad de género, aportando miradas sobre lo que definitivamente está cambiando en nuestra cultura. [{adj:60691 alignright}]
La tradicional celebración del Día de la Madre no escapa al debate que impone la última oleada del movimiento feminista, que cobra fuerza en las calles y también en el espacio de lo íntimo. En un aporte para la reflexión sobre cómo impacta en las prácticas de la maternidad, esta Agencia dialogó con tres mujeres, madres y feministas por convicción.
Nuevas maternidades
Eva Cabrera, actriz, diseñadora gráfica, se sincera y sostiene que el Día de la Madre no la conmovía mucho, pero entiende que “está bien para celebrar en familia, para detenerse en pensar en la maternidad, en una. Quizás siendo madre ahora puedo resignificar el Día de la Madre y pensarlo como una oportunidad para pensarme a mí como madre, a mi mamá, para celebrar los vínculos. Ahora siendo madre lo resignifico un poco, quizás”.
Respecto a cómo lleva sus actividades tanto como diseñadora gráfica, comediante –integra un grupo local de stand up–, “siempre es –y lo estoy transitando– es un eterno conciliar. Trato estar presente como mamá, pero también trato de no desenfocarme de lo que yo quiero lograr como profesional o como artista, porque me parece que ahí está el desafío, ahí es está lo que hoy por hoy es tan difícil de conseguir, que es conciliar la vida profesional con la maternidad, la vida en pareja, con muchas esferas de la vida de una. Y esto por ahí es muy difícil y a la vez muy frustrante, porque una siente que no puede hacer todo. Pero bueno, es un ejercicio y que creo hay que seguir intentándolo”.
Sobre la ola verde y cómo ha impactado en ser mamá, Cabrera entiende que “el feminismo le aportó muchísimo a la maternidad en cuanto que nos deshizo de muchos mandatos que teníamos. Tanto como para que las mujeres puedan pronunciarse y digan que no quieren ser madres, que cada vez son más y me parece perfecto. Antes era como más difícil escuchar a una mujer decir: ‘yo estoy totalmente decidida que no quiero tener hijos’. El feminismo ha abierto esto. Sabemos ahora que la maternidad será deseada o no será, sabemos que no es un mandato, sabemos que no venimos a ser madres y nada más. Bueno esto es una gran mochila que nos hemos sacado de encima gracias al feminismo. Después lo que queda para mí es seguir construyendo nuevos modelos de maternidad. Esto es lo que tratamos de hacer y construir. Nuevas formas de ser mamá, distintas a las que vimos en nuestras madres y abuelas, más conectadas con nuestros deseos e individualidad. Creo que en este camino estamos y estamos transitando. Creo que es maravilloso haber nacido en esta época y poder construir entre todas las madres que queremos ser”.
Mujeres, madres y trabajadoras
Malala Haimovich, promotora cultural, plantea que con la maternidad se lleva “como puedo”, admite, “con los vaivenes que trae”, ya que muchas veces le va “muy bien y otras no tanto”. Pero que disfruta todo lo que puede, aunque a veces se le complica, admite. “Estos homenajes del calendario no significan demasiado para mí. Nunca lo han sido. Este tipo de fechas ni otro así. Ni ahora que soy madre ni tampoco antes. Pero también lo disfruto. Los encuentros que se generan”.
En relación a cómo se maneja con sus actividades laborales, no cree que haya algo específico de su profesión. “El mundo laboral es complejo. Ser mujer, ser madre y trabajar es agotador. Trabajamos fuera de la casa y dentro de la casa. No hay un equilibrio ni una igualdad. En muchos casos todavía se sigue arrastrando una desigualdad muy grande. Hay un discurso que no llega a concretarse en la práctica y creo que es necesario que llegue a serlo. En estos tiempos, el ser mujer nos interpela por muchas cosas en una posición de lucha y de comunidad en la que los hombres también se encuentran –incluso los con ciertos aires progresistas–, en una posición incómodas frente a los planteos que actualmente realizamos y las consignas que llevamos adelante”.
Nuevos aires a los DD.HH.
Clarisa Sobko, militante de Derechos Humanos, integrante de la agrupación Hijos, cuenta que tenía la idea de ser madre mucho antes que ser todo esto. “La maternidad para mí fue siempre planificada de chiquita. Siempre quise ser madre y quería cuatro hijos. Bueno, tengo dos nenas, y siempre supe que iba a serlo, aunque no me gustaba jugar con las muñecas. Era más de jugar en grupo, en la cuadra, en la vereda. Cuando nos vimos a Paraná de Goya, tenía 7 años y pocas amigas en el barrio; me aburría. Pero siembre tenía en perspectiva tener mi casa, mi familia, mis hijos, que en este caso fueron dos mujeres. Y a mí me gustan estos días, que se festeje. Me gustaría que sea un poco que la política de festejo tenga que ver con las reivindicaciones de la lucha feminista, que tenga que ver con hacer una análisis histórico sobre lo que es el patriarcado, lo que nos ha costado llegar a distintos lugares. Pero mientras tanto me gusta festejar que mis hijas hagan trabajitos en la escuela y me regalen, sentirse festejada en ese sentido. Después sí me parece que hay un poco de hipocresía en cuanto a las propagandas para el Día de la Madre. Hoy lo hablaba con la más grande, que tiene 13 años. Esto que tiene que ver con los electrodomésticos, cuestiones de belleza, del cuerpo, ropa. Nunca herramientas. Son cosas destinadas a una concepción de la mujer que tiene ver con el hogar e íntimas; no del ámbito público”.
Clarisa es hija de Pedro Miguel Sobko –asesinado por la dictadura en 1977– y de Élida Olga Goyeneche –secuestrada y desaparecida en 1978–. Clarisa es una de las integrantes fundadores Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (Hijos), Regional Paraná. Y desde este lugar de militancia, apunta que ha manejado su maternidad en un devenir “que no ha sido sin costo”, señala. Fue mamá muy poco antes de militar en Hijos, “y la verdad tenía miedo de que no iba a poder, que ser madre me iba a alejar mucho de mi militancia. Esto no fue así. Ser madre te potencia; podes hacerlo y tener tus actividades en derechos humanos, en tu trabajo, salir, tener tu vida más allá de tus hijas, Esto fue muy gratificante: darme cuenta que da más capacidades, te organizas mejor”.
En este transitar nuevo, apuntó Sobko, siempre trató de integrar su maternidad con la militancia activa, política y social. “La maternidad trae más complicaciones y tensiones en la pareja”, reconoció al señalar que a veces no coinciden totalmente con las de la pareja. “No es fácil cuando el otro no es militante”, pero siempre se ha propuesto que sus hijas “sepan lo que hago, que me acompañen, explicarles, contarles, que sea parte de su formación porque me gustaría que mis hijas hagan los quieran, lo que puedan, pero me gustaría que sean mujeres activas, que su destino no sea el hogar”, sostuvo.
Respecto a la última ola feminista, Clarisa siente que la ha tomado como “una revolución interna muy grande, darme cuenta cómo el patriarcado estaba tan presente en mí, en la crianza de mis hijas y en la vida cotidiana. Cosas que yo no pensaba que estaba como por fuera de muchas situaciones del patriarcado, y no lo estaba para nada. Es un proceso de mucho replanteo, de mucho cambio y este cambio ha sido muy gratificante, en un sentido muy positivo, en una perspectiva de bienestar para mí, mi familia, para mí alrededor. Cuando se comenzó a hablar del aborto, empecé a charlar mi hija más grande, que tiene 13 –la más chica de 3 años y medio–. Y me di cuenta que cómo en mi vida había muchas situaciones de muchas amigas que habían abortado y cómo yo no había acompañado ese proceso. Siendo que desde muy chica sabía que no quería hijo, hija o hije a temprana edad. Sabía que no iba a ser madre a los 18, ni a los 20, sabía que me quería recibir, laburar y tener algo más armado para alojar la posibilidad de la maternidad. Así, fue y nunca aborté, pero sí hubiera estado embarazada y no lo deseaba, tenía grandes posibilidades y estaba abierta a abortar. Con mi hija más grande lo hablé, y hablé de situaciones de amigas que la pasaron muy mal, situaciones de riesgo de minas de clases media que no hablaban con sus padres. Fue como desnaturalizar, deconstruir situaciones muy feas que hemos atravesado las mujeres. Lo fui charlando mucho con mi hija y frente a esto la revolución de las chicas, que lo hacen con nosotras, porque muchas de estas interpelaciones vienen de la mano de estas adolescentes que deschaban situaciones muy fuertes que han sido muy fuertes para nosotros y plantean otras que nunca lo pensamos que nunca iban a estar”.
Finalmente, Clarisa apunta a cómo volver a narrar la situación de vulnerabilidad que era admitida para las mujeres en el espacio público. ““Desnaturalizar que esto no nos tiene que pasar. Que somos los corderos para los lobos en la calle, que antes no entraban en el plano del razonamiento. Lo sentías, lo sufrías, pero no lo razonabas. Así que yo vivo con mucha alegría este proceso, que la revolución feminista en la Argentina le ha traído aire y fuerza al proceso de organización de derechos humanos, de memoria, verdad y justicia, y creo en esta fortaleza que han tenido los organismos de derechos humanos, la abuelas, las madres, los hijos, que han sabido sostener la lucha a pesar de las inclemencias. Por eso vivo con mucha alegría esto”, concluyó.
Foto: Ale Rodríguez