“Comen todo”, sintetiza a AIM sobre los hábitos alimenticios de los grillos la epidemióloga Silvina Saavedra. “Hasta papel”, ejemplifica. Por estos días, en cualquier hogar de la región suelen ser visitas inoportunas en las horas de la noche, cuando se nota su presencia por el persistente sonido que emiten en su cortejo de apareamiento. Pero “son parte de la Naturaleza”, trata de sacarle dramatismo la profesional, y explica que su abundancia puede estar atribuida a una combinación de temperatura y humedad”.

Es una época donde los grillos viven un apogeo. A casi toda hora, pero sobre todo las nocturnas, están en todas partes de la casa; detrás de la heladera, de la cocina, debajo de la mesada, en el baño y el patio. Y su presencia se hace sentir, por los chirridos del macho para atraer a la hembra para la reproducción. En esta etapa de su vida son muy agresivos entre sí, y se pueden trenzar a un duelo interminable de chirridos que puede extenderse toda la noche para maltraer de los humanos que quieren descansar. “Hay varias hipótesis respecto a la abundancia de grillos, la que tiene más sustento técnico es la que se relaciona a variables ambientales. Temperatura y humedad son los determinantes”, señala en diálogo con esta Agencia la epidemióloga Silvina Saavedra.

“El ciclo de vida del grillo se desarrolla en unos tres meses. De las 24 a las 48 horas luego de aparearse, la hembra coloca entre 100 a 120 huevos en grietas o túneles que den condiciones adecuadas para el desarrollo, con temperaturas optimas –es de 24º para arriba– y dentro de los 10 a 15 días eclosionan. Después de varios cambios que llevan aproximadamente 40 días de metamorfosis, la ninfa se convierte en adulto comenzando un nuevo ciclo. El agua es un recurso determinante”, apunta la responsable de Salud municipal de Paraná.

“La abundancia de grillos estaría determinada por la disponibilidad de recursos, la humedad y el sustrato son los elementos ambientales más importantes en el ciclo de vida. Es así que las altas temperaturas aceleran la eclosión de los huevos y la humedad favorece el crecimiento”, detalló.

Para prevenir su presencia, la especialista apuna a: Reducir el exceso de sombra, humedad y vegetación; evitar la acumulación hojarasca; mantener el césped lo menos tupido posible; y evitar la acumulación de piedras”.

De todos modos, este insecto no revista “interés sanitario”, aclara, “ya que no transmiten enfermedades”.

Sus depredadores naturales son sapos y alacranes.