El haitiano Henry Boisrolin, profesor de la Universidad de Córdoba, inició mostrando una hoja de papel de resma su charla en Paraná sobre la terrible situación de su país, invadido por el Imperio, sacudido por la naturaleza, robado y discriminado por “negro”.
-¿Han visto ustedes a alguien de este color?
Por supuesto, nadie. Si alguien hubiera visto un fantasma semejante, blanco como la pared de una morgue, hubiera huido o si mantenía la presencia de ánimo quizá lo hubiera mandado al médico.
Boisrolin quiso poner de manifiesto mediante un pequeño golpe de efecto hasta qué punto las caracterizaciones a que estamos acostumbrados son falsas, responden a prejuicios, al uso del lenguaje como instrumento de poder; pero siempre pueden ser descubiertas como falsedades.
Porque así como en las palabras está cristalizado el pasado, a veces remoto, casi nunca consciente para los hablantes, está también cristalizado el poder dominante, que aflora en los prejuicios, en las burlas, en los dobles sentidos, en las cargas de desprecio inmerecido o de reverencia indebida que contienen. O de sufrimiento, racismo o agresión incluso en las palabras que en sí mismas no tienen ese contenido.
El lenguaje cotidiano expresa los valores sociales con los que estamos identificados y por eso no solemos ver, salvo en casos excepcionales, como cuando nos inviten a comparar el color de una piel con el de una hoja de papel de resma.
¿Porqué se llamaba en las crónicas hasta hace poco "mujeres del triste oficio y de vida alegre" a las prostitutas? ¿Porqué se habla de "trabajar como un negro" y cuando viene la ocasión de "negro haragán", sin ver tampoco la contradicción?
No hay nada más ciego que un prejuicio, que suele pasar, en la medida que lo comparte nuestra clase social o una buena mayoría, como una verdad de sentido común o ser por lo menos la opinión del rebaño del que no podemos apartarnos sin sentirnos abandonados.
Por esta vía, el lenguaje perpetúa la discriminación y mantiene en inferioridad a los que de antemano ha etiquetado como inferiores, marginales, incultos o en los que ve tendencias desaprobadas o reprochables, si no peligrosas. El prejuicio puso en las palabras un contenido y al descubrirlo en ellas lo toma como evidencia de que efectivamente lo tenían.
El poder define
Cuando un imperio ha conseguido imponerse a sangre y fuego a un pueblo, no habla de matanza, de ultraje ni de invasión, sino de obtención de la "pax": romana, británica, etc, etc.
La "pax" hispana impuesta en América desde 1492 no fue la excepción: el triunfo de las armas vino acompañado de una victoria lingüística, más sutil pero que mantiene enredados en su telaraña hasta ahora a los vencidos: "indios", "negros".
Los ingleses, los portugueses, los españoles, fueron traficantes de esclavos. La práctica fue justificada sesudamente por teólogos y juristas e incluso por filósofos mentados, como Locke y Hume, y el desprecio por los negros por una amplia galería de celebridades europeas, desde Kant hasta Schopenhauer pasando por Montesquieu, Voltaire y muchos otros.
En idioma inglés no se usa desde el siglo pasado "black" para referirse a los africanos. Antes se usaba "nigger", palabra tomada del portugués, quizá para no contaminar la lengua inglesa. Nigger tiene una connotación peyorativa muy fuerte, adecuada la mentalidad esclavista, a la tendencia a segregar de la que son ejemplos entre muchos la prohibición a los chinos de entrar a hoteles ingleses en Shangai en tiempos de la reina Victoria, o el letrero "no se admiten perros ni checos" que los nazis pusieron en bares de Praga.
Esa misma tendencia se mostró con extrema crueldad en América Abya yala, donde los "indios" fueron sometidos a todas las vejaciones y humillaciones posibles, incluso algunas difíciles de concebir actualmente.
Esa actitud hacia el "otro" que era el vencido no era nueva, pero tuvo en Abya yala una extensión y afectó a más gente que nunca antes.
Un ejemplo divino
La biblia, un ejemplo apenas, dice que Yahvé consagró al exterminio a todos los cananitas, invadidos por los israelitas al mando de Josué. El saqueo debía hacerse con cuidado para no rozar nada impuro, y los tesoros eran todos para dios, es decir, para los sacerdotes. Si alguien se tentaba y le hacía trampas al Señor, su destino está detallado en Josué 7: 21, 27. Ahí se narra la historia de Acán, que escondió para él un manto, oro y plata. Yahvé lo descubrió y Acán fue lapidado con sus hijos e hijas, sus vacas, sus ovejas y cabras, su carpa y todo lo que poseía. Los restos fueron incinerados. Este era al trato para un vencedor, es posible a partir de él imaginar el de los vencidos, que debían ser masacrados todos, sin perdonar a ninguno por ningún motivo.
El modelo no cambia
El modelo de ser humano, en el fondo el único verdaderamente humano, era en Abya yala el invasor europeo: blanco, militar, cristiano, capitalista, patriarcal y heterosexual, resume Grossfoguel.
El contraste es inmediato: el ser inferior, que no tenía esas características, era el negro, el indio, la mujer, los homosexuales, los ateos y los anticapitalistas en general.
Todos estos fueron excluidos de la toma de decisiones, estigmatizados por su "raza" o su color, negada su cultura y sus capacidades, sobre todo las intelectuales. Ciencia y filosofía son cosas exclusivas de occidente, en él nacieron y florecieron. Lo único que podían hacer los pueblos "de color" era asimilarlas si les era posible, junto con la democracia, mientras se aplicaban a las tareas serviles que les estaban reservadas.
Una explicación mexicana
Joaquín Careaga Medina, profesor de la Universidad Autónoma de México, informa sobre la desigualdad que reina en la sociedad de su país desde hace cinco siglos.
La considera autoritaria y sumisa. "Autoritaria, porque legitima la discriminación en las modalidades de estigmatización, exclusión, rechazo e intolerancia. Sumisa, porque es una manifestación evidente de la negación del ancestro mesoamericano y una exaltación servil de la cultura occidental".
En México, según él, a los mesoamericanos se les sigue negando el derecho de existir por y para ellos, "debido a que al "indio", en calidad de vencido, se le negó y se le sigue negando el derecho a la palabra y de concepción de su propia historia."
Sin embargo, a pesar de considerar los europeos primero y criollos luego al "indio" un ser inferior y traidores a los críticos del colonialismo español, los mesoamericanos insistieron en su cultura y sus tradiciones y buscaron maneras ocultas o tangenciales de perpetuarlas.
El poder impone, y la cultura en el poder decide. Y sus dictados son pautas para comparar y descalificar a las otras culturas. Y tales descalificaciones se expresan en primer lugar mediante el lenguaje.
El uso del lenguaje por doctos y burlones
La sorprendente homogeneidad de criterios racistas o racialistas que se expresa en el lenguaje en Europa y en América europeizada, a conciencia o inconscientes, se explica quizá por una base común, que es la mentalidad "eurocéntrica" que se viene pronunciando y agravando en Europa y en sus descendientes en otros continentes desde hace siglos.
Voltaire: Los negros son inferiores a los europeos, pero superiores a los monos.
Karl von Linneo: El negro es vagabundo, perezoso, negligente, indolente y de costumbres disolutas.
David Hume: El negro puede desarrollar ciertas habilidades propias de las personas, como el loro consigue hablar algunas palabras.
Juan Ginés de Sepúlveda, teólogo español del siglo XVI que nunca vio un "indio" americano: "Son gentes bárbaras e inhumanas, ajenas a la vida civil y a las costumbres pacíficas, y será siempre justo y conforme al derecho natural que tales gentes se sometan al imperio de príncipe y naciones más cultas y humanas, para que merced a sus virtudes y a la prudencia de sus leyes, depongan la barbarie y se reduzcan a vida más humana y al culto de la virtud".
"Estos indios son tan cobardes y tímidos que ellos podrían resistir escasamente la presencia mera de nuestros soldados. Muchas veces miles sobre miles de ellos dispersaron, huyendo como mujeres anten muy pocos españoles, menos que cien".
Francis Galton, padre de la eugenesia: "Un cocodrilo jamás podrá llegar a ser una gacela, ni un negro podrá jamás llegar a ser un miembro de la clase media".
Louis Agassiz, zoólogo: "El cerebro de un negro adulto equivale al de un feto blanco de siete meses; el desarrollo del cerebro se bloquea, porque el cráneo del negro se cierra mucho antes que el cráneo del blanco".
Ricardo Palma, escritor peruano: Los indios son una raza abyecta y degradada.
Césare Lombroso, médico italiano: los rasgos de animalidad de los delincuentes natos son los de los negros africanos y de los indios americanos herederos de la raza mongoloide.
Herbert Spencer: El estado debe limitarse a instruir a las razas inferiores en los oficios manuales y mantenerlos lejos del alcohol.
Hegel: "Los negros son más susceptibles a la cultura europea que los indios".
José Ingenieros: Los negros son "oprobiosa escoria", merecen la esclavitud por motivos de realidad puramente biológica. "Esas piltrafas de carne humana no deben aspirar a la ciudadanía porque no deberían considerarse personas en el concepto jurídico".
Montesquieu: Resulta impensable que Dios, que es un ser muy sabio, haya puesto un alma, y sobre todo un alma buena, en un cuerpo enteramente negro.
Kant: Sentenció que los indios americanos eran incapaces de civilización y estaban condenados al exterminio. Nunca el filósofo estuvo en América ni salió de Königsberg.
Mussolini: "Ha llegado el momento de que los italianos defiendan abiertamente su raza, de que se proclamen abiertamente racistas". (La "raza italiana" era una fantasía útil a los fines políticos de Mussolini, pero no era un prejuicio exclusivo de él, como se ve en los ejemplos anteriores).
La burla también sirve:
En Abya yala corren frases como éstas:
Cásate con un blanco para mejorar la raza (en México)
Los negros son como el racismo: no deberían existir.
Un negro en la nieve es un blanco perfecto.
La resistencia andina
El profesor quechua peruano Salvador Palomino Flores conoce en carne propia la discriminación que sufre su gente y da a conocer las que entiende son sus causas y los modos de atacarla. Recuerda que hace más de cinco siglos Europa invadió los Andes: "nos trajeron otras culturas, otro sistema de vida, diferentes religiones, las que nos impusieron sin lugar a reclamos. Sin embargo, en todo este tiempo, nuestros pueblos crearon y ejercen “mecanismos de defensa cultural” para seguir existiendo".
Admite que se trata de un "juego a la afrenta" en que debieron hacerse cristianos o católicos, bi-culturales. "Pero nunca jamás olvidamos lo nuestro, pues cada cosa la realizamos en su lugar y en su momento. Como cultura dominada, nos prestamos o enajenamos elementos rituales de la cultura dominante para indianizarlos e incorporarlos a las formas propias". Niega el sincretismo, que supone que lo andino dominado dejó de ser lo que es en la mezcla con lo europeo dominante. "Aquí no hay complementaciones ni relaciones armónicas, sino una contienda constante entre dominantes y dominados. Y concluye que la unión entre ambos sistemas es imposible "porque son diametralmente opuestos en sus formas y en sus objetivos".
Hace notar que uno de los principios filosóficos andinos es la igualdad en la diferencia, la tolerancia de lo ajeno y lo distinto. "Se puede vivir en un mismo territorio entre diferentes, pero para ello necesitamos la tolerancia y el respeto mutuo, sin imposiciones de ningún lado. El trabajo previo es " destruir en nuestras mentes y en nuestras actitudes sociales el racismo, el hegemonismo, la discriminación, el unilateralismo y, aceptar un mundo plural".
De la Redacción de AIM.