La Universidad Nacional de Entre Ríos (Uner) intensifica sus esfuerzos para fortalecer la colaboración con el sector productivo, consolidándose como un actor fundamental en la transferencia de conocimientos y tecnologías que responden a las crecientes demandas del mercado laboral y empresarial en pos de potenciar el desarrollo regional.
Empresa y universidad son un binomio bidireccional. Las universidades no pueden permanecer ajenas al cambio tecnológico y a las nuevas formas de desarrollo que demandan las empresas con procesos ágiles, flexibles y tecnificados. Y las empresas requieren de profesionales con expertise para mejorar los niveles de competitividad y desarrollo de modelos de negocios sostenibles, en un contexto global que marca transformaciones muy veloces basadas en la incorporación de valor e innovación a los procesos productivos.
Para la Universidad Nacional de Entre Ríos, la transferencia de conocimientos va mucho más allá de la capacitación en habilidades técnicas, implica preparar a sus estudiantes y graduados para enfrentar la complejidad del mundo productivo y laboral. Desde las habilidades blandas hasta el dominio de competencias tecnológicas avanzadas, los graduados de la UNER se insertan en un mercado cada vez más automatizado y digitalizado, donde la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías son indispensables para una integración estratégica entre universidad y empresa que permita el crecimiento de las economías regionales.
El Subsecretario de Ciencia, Tecnología e Innovación, Pedro Tomiozzo, subrayó que la transferencia de conocimientos hacia la sociedad y principalmente hacia los sectores productivos, requiere una visión integral que comprenda su impacto social. “Cuando hacemos investigación, desarrollamos procesos de innovación que permiten mejorar la calidad de vida de las personas”, afirmó Tomiozzo en el marco del Foro del Conocimiento, la Producción y el Desarrollo Regional. Este evento, organizado por la Municipalidad de Concepción del Uruguay junto al Consejo Interuniversitario —que integran la UNER, la UADER, la UCU y la UTN—, buscó compartir experiencias y trayectorias de vinculación entre universidades, estado y empresas, destacando el rol clave de la colaboración entre estos sectores hacia modelos de desarrollo.
Con más de 80 grupos de Investigación, Desarrollo e Innovación Tecnológica (I+D+i) y la participación de cerca de mil personas de diversas disciplinas, la UNER se convierte en un espacio donde se potencia la incorporación de nuevas tecnologías y conocimientos aplicados. Si bien “estos grupos visibilizan los estadios más tempranos de I+D, donde el objetivo final es aplicar el conocimiento en soluciones para los desafíos productivos y sociales que requiere la región”, Tomiozzo señaló que no se trata de cualquier tipo de vínculo sino de uno estratégico basado en la tarea que tienen las universidades de nutrirse de las preguntas y demandas que se hacen las empresas “no solo porque no sabemos todas las preguntas, sino porque además este diálogo basado en la escucha, nos permite formar recursos humanos altamente capacitados y generar nuevas líneas de investigación en pos de brindar soluciones a problemas de otros”.
A través de programas, becas, convenios específicos, pasantías y proyectos de investigación aplicada, la UNER mantiene una colaboración activa con empresas locales y nacionales, promoviendo la innovación y el fortalecimiento de procesos productivos. En este compromiso conjunto, la universidad puede “aplicar el conocimiento en soluciones para los desafíos productivos y sociales que requiere la región”, concluyó Tomiozzo.
Automatización y tecnificación como claves para el desarrollo
El desarrollo regional requiere de modelos adaptables a la sostenibilidad de las empresas y las pymes. La tecnología AGV (vehículos autoguiados) son un tipo de sistema de manipulación que, si bien está en auge entre las empresas automotrices a escala global, resulta con un costo excesivo para los sectores productivos nacionales por las escalas de inversión que requiere su incorporación. La empresa LAMBERT dedicada a la fabricación de carrocería y acoplados, buscó incorporar competencias profesionales y capacidades tecnológicas para hacer frente a sus desafíos de automatización y automación de procesos “porque la competitividad va a ser la diferencia en los modelos de crecimiento de las empresas”, señaló Patricio Lambert, Gerente de Planta.
El vínculo entre UNER y LAMBERT comenzó en 2022 cuando estudiantes de Mecatrónica visitaron la planta ubicada en Concepción del Uruguay, Entre Ríos. Inmediatamente, surgió la idea de “producir un carro autónomo para trasladar materiales entre distintas estaciones de trabajo que incluyó el asesoramiento en líneas de financiamiento para favorecer una gestión de la inversión sostenible para la incorporación de este tipo de capacidades tecnológicas”, explicó Ignacio Terenzano, docente de Ingeniería en Mecatrónica de la UNER e integrante del Proyecto de Vinculación con LAMBERT. Ambos referentes se encontraron compartiendo esta experiencia de trabajo en el conversatorio Diálogos con el futuro: educación y formación para el trabajo ¿Qué profesionales necesitamos? en el marco del Foro del Conocimiento, la Producción y el Desarrollo Regional.
Según Patricio, estos procesos “tecnifican la fábrica, mejoran las condiciones laborales de los operarios y la eficiencia de los entornos de trabajo. Todo ello impacta positivamente en la matriz de trabajo desarrollando empleos calificados y procesos de programación. Antes teníamos a las personas haciendo fuerza, pero ahora las necesitamos pensando mientras que la fuerza la hacen las máquinas”. Para empresas como LAMBERT, las ventajas del vínculo con la UNER produjeron “mejoras de productividad, inclusión de nuevas tecnologías, la jerarquización de su propio staff de personal, la disminución de enfermedades y accidentes laborales, así como la disminución de ruidos”.
Resolver problemas que están en la vida real y no en los libros
Las universidades se relacionan con el sector industrial y productivo también a partir de las mejoras de los perfiles de los estudiantes y los graduados. “Observar cómo funciona la aplicación de una solución a un problema permite entender cómo funciona una industria antes de salir de la Facultad y asimismo impacta en las empresas con mejoras en las expertise de los profesionales”, sostuvo Patricio Lambert.
Este binomio win-win entre empresa y universidad matchea conocimiento y desarrollo. Según Terenzano, el horizonte a futuro “exige profundizar los vínculos entre la universidad y las empresas, formalizar los canales y proyectos para generar nuevos emprendimientos tecnológicos y líneas de investigación que sean acordes a los problemas reales que enfrenta nuestra región”.
La Universidad genera innovación, recursos humanos en investigación básica y aplicada y desarrolla capacidades para transferir. “Y uno de esos segmentos de transferencia son nuestros propios egresados y egresadas” sostuvo Tomiozzo. El trabajo bidireccional en la resolución de problemas aportó “mejoras productivas y la inclusión de profesionales graduados de UNER en áreas como robótica, producción de semi remolques y de unidades cero kilómetro”, remarcó Lambert.
La construcción de un país más competitivo y sostenible requiere de un esfuerzo conjunto entre instituciones educativas como las universidades, el sector productivo y el Estado. A escala global, el sistema científico tecnológico es financiado por el Estado ya que parte de los avances en materia de innovación tienen un alto nivel de riesgo. “Es natural que el sector productivo no tenga recursos para asumir esos riesgos” explicó Tomiozzo y agregó que para “transformar las incertidumbres en certezas, se necesita de un Estado fuerte y comprometido con el sostén del sistema científico”.
El valor estratégico de la inversión en ciencia permite a los países establecer economías sólidas con un impacto importante en la sinergia global. Si la ciencia no prospera, las economías se vuelven inestables y vetustas. El rol del Estado en el apoyo a las empresas innovadoras que se vinculan con las universidades o bien que surgen dentro del propio sistema científico, es fundamental para expandir la soberanía tecnológica e instalar modelos de desarrollo productivo integrados con los flujos globales de conocimiento e innovación.