Así lo determinó un estudio que realizaron investigadores, docentes y alumnos de la Unicen. Muchos de los plaguicidas encontrados en las muestras son genotóxicos, neurotóxico y carcinogénicos. En el mismo momento que presentaban el estudio, estaban fumigando a metros de una población rural.
La presencia de los agroquímicos también llega hasta en las escuelas y pone en peligro la vida de los más chicos. Así lo confirmó un estudio encabezado por investigadores, docentes y alumnos de la Universidad Nacional del Centro (Unicen), quienes detectaron la existencia de 16 tipos sustancias peligrosas para la salud humana en 15 escuelas rurales del partido de Tandil.
La investigación se realizó durante dos años, recolectando pruebas en diferentes zonas de la localidad. El resultado fue más que preocupante: Todas las escuelas estaban contaminadas, algunas con hasta 8 de estos productos.
“El informe pone en evidencia el riesgo al que forzosamente está expuesta la comunidad educativa rural del partido, que es la realidad de las escuelas rurales de la Provincia de Buenos Aires. Muchos de los plaguicidas encontrados en las muestras son genotóxicos, mutagénicos, neurotóxicos, carcinogénicos y/o disruptores endócrinos, capaces de generar abortos espontáneos y diversos efectos nocivos a la salud a muy bajas dosis. La gravedad del asunto no tiene precedentes, estamos hablando del posible daño genético de los niños y su descendencia, que son el futuro" sostiene parte del informe presentado el viernes mediante una videoconferencia.
Según sucesivos estudios científicos, está comprobado que las personas que se exponen repetidas veces a los agroquímicos tienen más probabilidad de desarrollar enfermedades. Algunas graves: como cáncer y enfermedades respiratorias.
En resumen, el informe encabezado por la doctora Graciela Canziani, Virginia Aparicio, Agustina Cortelezzi, Eduardo De Gerónimo, Soledad Fontanarrosa y Adela Tisnés, comprueba otros elementos: con las fumigaciones, los agroquímicos se difunden por el aire, se escurren hacia ríos y arroyos y se infiltran hacia las napas subterráneas. “Una vez liberados al ambiente, son incontrolables”, explican.
Esos datos pusieron en duda a las llamadas “buenas prácticas”, que aseguran que se puede fumigar sin dañar a las personas y al medio ambiente, mientras se realice a buena distancia y con todos los protocolos de salud e higiene.
Al mismo tiempo, consideraron urgente la necesidad de realizar un estudio epidemiológico hacia las comunidades rurales del partido de Tandil, en especial enfocado a niños y niñas que asisten a las escuelas fumigadas.
“Las Buenas Prácticas Agrícolas son necesarias, pero absolutamente insuficientes. Aun cuando se sigan al pie de la letra, no pueden, de ninguna manera, proteger a la población ni a los ecosistemas”, agregaron los realizadores del estudio, que compararon todas las medidas tomadas para evitar los contagios de Covid-19 con el poco control hacia las sucesivas fumigaciones y sus consecuencias.
Según el informe, numerosos estudios sobre la contaminación ambiental producida por estos compuestos “dan cuenta de que las moléculas de agroquímicos plaguicidas son transportadas muchos kilómetros por aire, se descargan con las lluvias, se depositan en los suelos y el viento las desplaza junto con el sedimento eólico, corren por ríos y arroyos y, por supuesto, se infiltran en las napas de agua”.
Por su parte, parte del sector agropecuario y en especial todo lo relacionado al denominado “agronegocio” considera que los diferentes tipos de agroquímicos son indispensables para el control de las malezas y la eliminación de plagas que dañan las cosechas.
Pero, según la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe), en los últimos 22 años, la utilización de diferentes plaguicidas solo aumentó un 30 por ciento la producción. A la par, las fumigaciones aumentaron 858 por ciento, mientras que la superficie cultivada lo hizo en un 50 por ciento.
El aporte que realizó la Universidad Nacional del Centro volvió a ratificar lo que ya se venía sosteniendo respecto a las consecuencias del uso de diferentes agroquímicos, así como también marcó un nuevo precedente en la provincia de Buenos Aires, uno de los territorios del país donde más se fumiga y más resistencia comienza a tener en su población, como ocurrió durante el año pasado en Pergamino y emergió en este, en Mar Chiquita.
El "mosquito" de cada día
Ese mismo día, a la misma hora, mientras los profesionales e integrantes de la Unicen presentaban el informe que alarmó a la población de Tandil, los vecinos de la localidad rural de Gardey filmaban con resignación una fumigación a menos de 300 metros de un barrio.
Las imágenes exclusivas a las que accedió este medio demuestra la poca distancia entre el trayecto del “mosquito” fumigador y las personas, además de hacerlo en un día con viento desfavorable, que apuntaba hacia el centro urbano.
En febrero de este año, las autoridades de la pequeña localidad autorizaron a fumigar en la plaza pública con herbicida y el veneno llegó hasta la pileta municipal, en donde decenas de menores de edad pasaban la tarde.
"La Ordenanza vigente en Tandil desde el 2011 prevé distancias de prohibición de fumigación, y así y todo, los agroquímicos están en el suelo y en el agua. Es decir, las buenas prácticas no dan resultado, son ineficientes, la solución es alejar como mínimo las fumigaciones desde donde habitan personas 1095 metros, que está comprobado por investigadores argentinos sin conflicto de intereses, genera daño genético en niños", explicaron desde la Red de Abogadxs de pueblos Fumigados y Generaciones Futuras.
Fuente: InfoCielo
Dejá tu comentario sobre esta nota