Los alimentos que adquirimos a diario en almacenes y supermercados, aparentemente aptos para el consumo humano, suelen contener una variedad de contaminantes ocultos muy peligrosos. ¿Cómo saberlo? Es casi imposible ya que, a simple vista, pasan inadvertidos para la mayoría de las personas. “Numerosos estudios indican que es precisamente a través de los alimentos que contienen estas sustancias donde más daño se hace al organismo, provocando enfermedades crónicas severas y muerte prematura”, confirmó a AIM el doctor Sergio Schlimovich, médico especialista en Endocrinología y Metabolismo y experto en Promoción de la Salud y Prevención de Enfermedades.
¿Sabemos lo que comemos?
La mayoría de las personas podrían creer que los alimentos actuales que se encuentran al alcance de la mano, sean éstos frescos o envasados, son aptos para el consumo humano. Pero, ¿sabemos exactamente lo que comemos? No son pocos los estudios de investigación que indican que la comida de hoy día dista mucho de ser saludable y que, no sólo no contiene los nutrientes de antaño que permiten preservar la salud, sino que además, está llena de sustancias artificiales muy peligrosas.
¿Qué nos pasó?
En diálogo con esta Agencia, el médico explicó que “durante los últimos 50 años, la sociedad se ha ido transformando profundamente. La industrialización, la tecnificación y los avances en los sistemas y medios de producción modificaron notablemente el estilo de vida de las personas y, especialmente, su alimentación”.
Además, estos cambios fueron acompañados por la aparición y liberación al medio ambiente de un gran número de sustancias que, en muchos casos, y por muy diversas vías, se incorporaron en los alimentos. “Muchas de estas sustancias son sumamente tóxicas, e ingeridas en determinadas cantidades, pueden tener efectos muy nocivos para la salud de la población”, precisó el médico. “En la actualidad, tanto la producción, recolección, manipulación y distribución de alimentos está determinada por una dinámica economicista, donde importa poco la calidad de lo que comemos, ni el contexto en el que son producidos. Hoy, lo que interesa es hacer un producto rentable, dejando la salud de la población en el olvido”, manifestó el profesional.
¿Cuáles son las sustancias responsables?
Entre ellas tenemos: residuos de pesticidas utilizados en la producción y manipulación de los alimentos; colorantes, conservantes, estabilizadores, endulzantes, saborizantes y otros aditivos añadidos a los alimentos procesados envasados; sustancias químicas que se incorporan in-intencionalmente a los alimentos como el PBC, metales pesados (mercurio, plomo y manganeso), nitratos, compuestos orgánicos persistentes (COP) y radionucleidos. Todas estas sustancias están directamente relacionadas con numerosas afecciones crónicas como cáncer, diabetes, enfermedades cardiovasculares y respiratorias, Parkinson, Alzheimer, Esclerosis Múltiple y, también, con muertes prematuras. Por si esto fuera poco, los alimentos transgénicos tienen cada vez más presencia en nuestra mesa diaria, y aún se desconocen sus consecuencias finales sobre la salud humana.
Las más peligrosas
Sobre este punto, Schlimovich agregó: “Los contaminantes químicos representan las sustancias más nocivas para la salud y la biodiversidad, en particular, un grupo especial de químicos ambientales que se acumulan dentro de los organismos vivos y persisten en el ambiente por largos períodos (20-30 años). Se pueden encontrar en los alimentos y el agua, pero también en el aire, el suelo, y en los objetos que utilizamos a diario”.
Para referirse a esta variedad de químicos tóxicos ambientales, distintas fuentes y autores han utilizado diversas denominaciones, pero las más conocidas son: compuestos orgánicos persistentes (COP) o sustancias tóxicas persistentes (STP), entre otras. Algunas de estas sustancias se comportan simulando ser hormonas (hormono-símiles) y generan serios trastornos en el sistema endocrino, provocando enfermedades de la glándula tiroides, diabetes, infertilidad, feminización y cáncer. A esta acción de interferencias hormonal se la conoce como disrupción endócrina (DE).
¿Cómo identificar las sustancias tóxicas?
La contaminación con químicos tóxicos implica la presencia de sustancias indeseables y, en la inmensa mayoría de los casos, los alimentos no cambian su aspecto, por lo que la contaminación no puede reconocerse a simple vista y pasa inadvertida para la mayoría de las personas. En los albores de la era industrial, los contaminantes biológicos (bacterias, parásitos, hongos, etc.) mantenían el foco de atención del problema del agua y de los alimentos, en forma casi exclusiva, seguido de unas pocas sustancias químicas. Pero a medida que comienzan a liberarse al medio ambiente una serie de contaminantes químicos de distinto origen (quema de combustibles, deshechos de fábricas, químicos sintéticos, etc.), el panorama cambia completamente.
Otrora, los contaminantes biológicos eran fácilmente identificables y relativamente sencillos de manejar, pero con el correr del tiempo fueron dando paso a una interminable lista de productos químicos tóxicos que son muy difíciles de detectar. “Aquí reside el gran éxito que han tenido esta batería de sustancias”, afirmó el médico.
Recomendaciones
Cualquiera podría pensar, y con suficiente razón, que frente a este panorama de descontrol en la inocuidad de los alimentos, nada podemos hacer. Pero esto sería un error, ya que existen distintas alternativas tendentes a minimizar la exposición crónica de estas sustancias peligrosas que pueden ayudar a disminuir el riesgo de sufrir graves enfermedades.
La mejor alternativa para proveerse de alimentos saludables es consumir productos orgánicos y agroecológicos que, no solo están libres de tóxicos químicos sino que, además, contienen todos los nutrientes necesarios para mantenerse saludables. “Cuando hablamos de productos orgánicos y agroecológicos nos referimos a toda clase de alimentos: frutas, verduras, cereales, granos, semillas, frutos secos, carnes y huevos. Y no debemos olvidarnos del agua que bebemos, que también es un alimento”, dijo el experto.
Si por alguna razón no tiene acceso a ellos, puede hacer lo siguiente:
1) para las frutas y verduras, busque huerteros locales: la mayoría enriquece la tierra con abonos orgánicos y riega con agua de pozo o de lluvia;
2) para los cereales, granos, semillas y frutos secos, busque en los comercios que ofrecen productos orgánicos;
3) consiga carne de animales de pastoreo, aves caminadoras y huevos de campo;
4) para los envasados, prefiera los orgánicos certificados o agroecológicos;
5) respecto al agua, beba agua mineral de manantial, o use un buen filtro en casa, ya que la mayoría no filtran los residuos de insecticidas y otras sustancias tóxicas más pequeñas.
De la Redacción de AIM.
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