El ayuno es una de las prácticas más antiguamente conocidas, sumamente ligada a nuestra evolución y llevada a cabo por muchas de las civilizaciones del mundo, afirmó a AIM la doctora Estefanía Peltzer, médica especialista en en Medicina General y Familiar.
En diálogo con esta Agencia, Peltzer explicó que “existen diferentes tipos de ayuno, pero es importante saber que no es una dieta, y sus beneficios van más allá de la pérdida de peso. Debe realizarse idealmente bajo indicación médica, no es mágico, si no que sus beneficios dependen de la constancia y su aplicación en el contexto de una alimentación saludable y actividad física regular”.
Gracias a esta práctica, se desencadena el descenso de glucosa, luego de la insulina, aumento del glucagón y consumo de glucógeno (reserva de glucosa del hígado y musculo), y a continuación se inicia el proceso de degradación de grasas para su consumo como energía.
En la antigüedad, el ser humano se enfrentaba a periodos prolongados de ayuno, debía recurrir a la caza o recolección.” De allí devienen sus beneficios. En este contexto, el musculo, que es actualmente considerado un órgano endocrino, por su interacción con múltiples sistemas y vías, activa una enzima conocida como “la llave del metabolismo”, la Ampk, que estimula la génesis de energía, a partir de la glucolisis (degradación de azucares) y lipolisis (degradación de grasa).
La profesional detalló que existen muchas formas de ayuno, aunque el más fisiológico es aquel que respeta los ciclos de luz-oscuridad, es decir, alimentarse en las horas centrales del día y cesar la alimentación a medida que disminuye.
Algunos de sus beneficios
Estimula la autofagia. Proceso en el cual la célula elimina productos de desecho, radicales libres, proteínas anómalas y produce apoptosis de células defectuosas, envejecidas o dañadas. Es la muestra más increíble del proceso de autoreparación y preservación de la especia humana.
Favorece el reposo del sistema digestivo, la regeneración de la mucosa y promueve una flora intestinal sana.
Regulación de hormonas que intervienen en el proceso de descenso de peso y salud, como la testosterona, la leptina e insulina
Prevención y tratamiento de enfermedades como cáncer, alzheimer, diabetes, enfermedades autoinmunes, etc.
Aumento del consumo de grasas, y por ende descenso de peso.
Control del apetito y ansiedad, mejoría del sistema inmunológico.
Ayuda a mejorar la salud cardiovascular debido a la pérdida de peso, mejora de la sensibiliad a la insulina, del perfil lipídico y glucosa, a la disminución de marcadores de inflamación como homocisteina, PCR,etc.
Quizás, agregó la especialista, “imitar y volver a estas prácticas ancestrales, sea la oportunidad de recuperar verdaderamente la salud”.
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