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Salud y Bienestar
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Cambio climático y salud: Entre la resiliencia y la autoeficacia

Actualmente, se viven en carne propia los efectos del cambio climático con temperaturas más elevadas, sequías prolongadas y precipitaciones más frecuentes e intensas. Un ejemplo es la desaparición de los puntos medios en las estaciones, lo que conlleva pasar de un calor sofocante en pleno verano a días de exacerbado frío en el mismo mes. Por las Lic. en Psicología Mailén Barreto, Mariela Garabello y Melody Varisco.


El accionar de la humanidad, fundamentalmente por el desarrollo de la industria es el principal causante de ello, desde los contaminadores del ambiente y la pérdida de hábitos sanos y naturales en las personas, lo cual van produciendo efectos negativos cada vez más grandes, en todos los aspectos, incluyendo la salud y calidad humana.

De allí que resulta importante reflexionar sobre ello para comenzar a ser más cuidadosos con las conductas que se llevan a cabo día a día, como el granito de arena que cada uno puede aportar para disminuir y evitar que esto vaya teniendo cada vez mayores consecuencias.

Múltiples investigaciones prueban que efectivamente las actividades humanas son las responsables directas del aumento de la temperatura global y de los tóxicos ingeridos en los alimentos que se consumen. Los investigadores aseguran que el estilo de vida de la gran mayoría de la población humana global es la causa principal de la crisis climática y tóxica que se sufre en el planeta, por haber adoptado y sostenido un sistema de producción basado en la explotación de combustibles fósiles que genera emisiones contaminantes, y en la explotación y descuido de la tierra con la utilización de agroquímicos en pos de un aumento en la producción de cultivos a muy bajo costo en desmedro de la salud y del equilibrio del ecosistema.

La fórmula es obvia: a mayor generación de emisiones de gases de efecto invernadero (dióxido de carbono, óxidos de nitrógeno, metano, etc.), mayor aumento de la temperatura global. A mayor uso de agroquímicos, mayor nivel de toxicidad en los alimentos y en nuestro organismo, degradando además la tierra, generando condiciones insostenibles al dejarla inutilizable para próximos cultivos.

Asimismo, la evidencia pone de manifiesto que el cambio climático y el sostenimiento de las conductas que lo causaron conllevará un incremento del suicidio, depresión y del conflicto social. La distribución de los impactos seguramente aumentará la injusticia social y la falta de equidad.

Investigaciones sobre el cambio en el comportamiento sugieren formas de afrontar adaptaciones positivas y un comportamiento más sustentable.

Tal como lo establece la OMS (Organización Mundial de la Salud), “un estado de completo bienestar físico, mental y social”, lo que supone que este concepto va más allá de la existencia o no de una u otra enfermedad.

Por ello, un estilo de vida saludable no solo abarca controles o chequeos médicos, y una alimentación equilibrada, sino un buen desempeño en general del individuo en su cotidianeidad. Una estrategia clave para comenzar a tener ese mejor desenvolvimiento, es no olvidar y trabajar en la calma mental, en las creencias limitantes, que de lo contrario pueden jugar una mala pasada a la hora de resolver cualquier problema o dificultad, pudiendo generar bloqueos, estrés y en vez de accionar como se debe, se termina incrementando el malestar, llegando incluso a ser más vulnerables a la situación y a cualquier patología.

Ahora bien, se ha demostrado científicamente que el practicar hábitos de vida saludables, alimentarse sin excesos, optando por aquellas comidas más naturales, sin tantos químicos o elaboración, un buen descanso, que no solo incluye el dormir, sino actividades que permitan despejarse de las obligaciones y responsabilidades diarias, así como la actividad física que tienen múltiples beneficios, sobre todo para el estado de ánimo que es uno de los recursos principales para tener la energía y fuerza de voluntad para actuar adecuadamente.

Aunque parezca que no se puede hacer mucho frente a esta crisis y se tenga el sentimiento de ser diminutos como individuos frente a esta crisis gigante, lo cierto es que sí se puede contribuir, como, por ejemplo, llevando a cabo pequeñas acciones bien concretas, decisiones diarias sobre el estilo de vida que se quiere adoptar y accionar con perseverancia y determinación en esa dirección.

Los cambios y consideraciones que se deben hacer son bien concretos, mínimos, algo incómodos, pero multiplicados por cada habitante del planeta es un gran paso hacia el objetivo de minimizar esta crisis y a cuidar de la propia salud.

Algunas propuestas de conductas concretas a adoptar paulatinamente en la rutina son las siguientes:
· Usar lo mínimo e indispensable de aire acondicionado y gas, apagar las luces, o poner el lavarropas en la configuración de ahorro de energía.
· No derrochar agua -menos fuera del propio cuerpo-.
· Procurar, dentro de lo posible, abastecerse de fuentes ecológicas, o bien hacer mejoras en el hogar para mejorar su aislamiento. Elegir tanto focos, como electrodomésticos y productos electrónicos de bajo consumo para tu hogar.
· Consumir menos al reutilizar, reparar y reciclar cosas. Para ello es indispensable adquirir herramientas para un manejo asertivo e inteligente de la ansiedad.
· Minimizar en lo posible el uso del automóvil particular, o en su defecto compartir el viaje con otros. Preferentemente desplazarse a pie, en bicicleta, monopatín o, en su defecto, en trasportes urbanos públicos.
· Minimizar el consumo de carne vacuna o de cordero (ya que estos rumiantes liberan grandes cantidades de gas metano cuando sus estómagos procesan su alimento, teniendo una huella climática mucho mayor que otras fuentes de proteínas). Optar por pescados, aves, huevos, comida a base de vegetales, verduras, frutas, cereales y legumbres agroecológicas. La producción de alimentos de origen vegetal suele generar menos emisiones de gases de efecto invernadero y requiere menos energía, tierra y agua.
· Minimizar, salvo indicación profesional, el consumo de productos animales.
· Elegir los productos de temporada, preferentemente de origen local y agroecológico (desprovistos de agrotóxicos). Asimismo, optar en lo posible por productos de empresas que utilicen los recursos de forma responsable y se comprometan a reducir sus emisiones de gases y residuos.
· Cultivar algo del propio alimento
· Cocinar lo justo, minimizando al máximo el desperdicio de comida (o la sobreingesta), ya que, al tirar comida, también se desperdician los recursos y la energía que se utilizaron para cultivarla, producirla, envasarla y transportarla.
· Minimizar la utilización de plásticos descartables o de un solo uso. Hacer uso de envases reutilizables o retornables, (en por ej., bolsas, botellas, pañales, productos de higiene personal, etc.). Se puede reemplazar el uso de plástico por materiales como madera o bambú.
· Separar los residuos en reciclables y no reciclables u orgánicos
· -Plantar un mínimo de árboles por integrantes de la familia, tratando de reducir la huella de carbono.

Así es como, con acciones bien concretas, todos pueden contribuir a limitar el cambio climático. Desde el modo en que uno se desplaza, hasta la electricidad que se utiliza y los alimentos que se consumen y lo que se compra; se puede marcar la diferencia. La idea es poder despertar, tomar conciencia y accionar. Movilizarse, cada uno haciendo lo que pueda día a día, transformando esa impotencia y angustia en un accionar colectivo. Así, la impotencia se transforma, se recicla en ese accionar colectivo por hacer algo positivo ante un panorama tan complicado.

Para hacer frente a los problemas diarios que la vida presenta a cada persona, favoreciendo el modo más asertivo, es importante el desarrollo de la resiliencia y la autoeficacia. La resiliencia es la capacidad para prepararse, adaptarse y recuperarse ante el estrés, reto o adversidad que se pueda tener que enfrentar; mientras que la autoeficacia tiene que ver con la confianza en la propia capacidad para lograr los objetivos pretendidos. Ambas capacidades van de la mano y es necesario comprender que no se generan de un día para el otro, sino que más bien tienen que ver con una decisión y práctica diaria.

Tips para favorecer el desarrollo de la resiliencia y la autoeficacia
Autocuidado: En primer lugar, es importante lograr un equilibrio sobre la información que se busca o que se recibe sobre el cambio climático. No es aconsejable caer en estado de búsqueda compulsiva de noticias o artículos que traten esta temática, así como tampoco es recomendable evitar la información por completo. Justamente se trata de encontrar un equilibrio, el cual será personal.

Cada individuo necesita averiguar a cuánta información está preparado para enfrentarse. Para esto será fundamental prestar atención a su estado emocional cuando ve o lee estas noticias. La autoconciencia podría ayudar a alguien a reconocer cuando necesita hablar sobre el tema o cuando tomar un descanso. Esto a su vez favorece el poder salir del automatismo y cambiar las cosas, así sea desde pequeñas acciones u objetivos, para reconocer las emociones de cada uno y buscar una solución eficaz y no terminar en malas canalizaciones como hace la mayoría de la gente. Canalizaciones que son tapones emocionales que lo único que hacen es dar un alivio momentáneo, pero que a largo plazo van generando un problema paralelo e incluso más grave.

Siempre se puede mejorar la situación, solo depende de cada uno, no de soluciones externas, que llevan a la persona a quedarse en la postura pasiva, en la queja y de allí en el malestar, que aleja totalmente del desarrollo de la resiliencia y autoeficacia que implica por el contrario proactividad y responsabilidad personal. Esto a su vez, favorece otra parte importante del autocuidado que tiene que ver con la satisfacción de las necesidades básicas, sin las cuales es difícil poder subir un escalón más en el auto crecimiento personal, mantener la estabilidad emocional y la salud, que son clave para superar cualquier adversidad.

Por ello, es tan importante mantener rutinas regulares y mantener un orden planificado que fomente la buena alimentación, el buen descanso, una rutina de actividad física, y así también un tiempo para la meditación, relajación, y por qué no actividades divertidas que hagan sentir bien y así lograr esta mayor concientización y más claridad mental para encontrar alternativas y no excusas.

Buscar a otras personas: Una de las maneras más efectivas de enfrentar sentimientos de impotencia es buscar a otras personas. Entendiendo que el ser humano es un ser social por naturaleza y en la sociedad en que se desenvuelve, crea vínculos con las personas que lo rodean, por lo que conectándose con los demás para obtener apoyo y no sentirse solo puede ser una da las mejores maneras de manejar la angustia, dado que ser escuchado y escuchar preocupaciones similares de otros ayuda a legitimar los sentimientos propios y puede movilizar la energía para involucrarse con el problema y la acción.

Tener una base sólida de afecto y cariño, puede ayudar a solventar mejor las situaciones difíciles. Los vínculos afectivos benefician la salud emocional y fisiológica, además de crear un escudo ante la adversidad en situaciones críticas de la existencia.

Accionar: Es importantísimo no ver los obstáculos como algo insuperable o esperar que no sucedan para lograr el bienestar o los objetivos que cada uno se proponga. No se puede evitar que ocurran eventos no deseados, así que es pertinente, buscar alternativas que permitan sortearlas, ya que ello favorecerá no abandonar o enfermarse física o psicológicamente en el camino. A su vez evitará las creencias erróneas de ineficacia o incapacidad y junto a ello la frustración y el desánimo, y por el contrario va a favorecer el desarrollo de la autoeficacia.

No obstante, lo cierto es que existen innumerables medidas que se pueden tomar para controlar el cambio climático, pero será importante centrarse en las que se puede y está al alcance realizar y no en aquellas sobre las que no se tiene el control como así también evitar juicios severos sobre lo que no se puede hacer.

De este modo se favorece la autoestima, el empoderamiento, la seguridad personal, la resiliencia y autoeficacia y con todo ello la sensación de bienestar.
NdR: Artículo publicado en el Material Educativo de Icarus Centro de Salud & Longevidad, marzo de 2023, y cedido para su publicación en AIM.

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