Un ejercicio práctico que te ayudará a notar si tienes este estilo de comunicación es intentar escribir una lista de cinco atributos, virtudes o cualidades de con quien tienes un vínculo sexo afectivo. Si al intentar realizar esta tarea no aparece nada bueno que apuntar te indicará que estás comunicándote a través de este modo. ¿Cuál es tu estilo de comunicación?
Estilo de comunicación negativa
Este modo de comunicación destaca sólo los aspectos negativos de la otra persona. No manifiesta deseos, sino que promueve la defensa de aquello desagradable, incorrecto en la otra persona todo el tiempo. En este tipo de comunicación un miembro de la pareja o los dos se marcan constantemente aquello que no están haciendo bien.
Estilo de comunicación esquiva
La comunicación esquiva está caracterizada por la indiferencia, por promover la angustia y ser ineficaz para comunicar. En resumen, quien tiene este estilo se comunica sin decir lo que en realidad quiere decir. (Sí, por extraño que suene.)
En un ejemplo, se vería de esta manera:
— ¿Qué quieres?
— Quiero ser feliz. Quiero sentirme valorada como corresponde. No estoy en este momento para decirte lo que yo quiero.
O así:
— ¿Todo está bien? Hace días que no me hablas y siento que me estás evitando.
— Vos deberías saber.
Esta clase de comunicación es una “no comunicación” o comunicación fallida, porque la persona que esquiva el problema nunca deja en claro cuál es su reclamo para la otra persona y, por ende, no le permite saber qué tiene que cambiar.
Los mensajes se transforman en acertijos que deben ser descifrados, lo que resulta desgastante.
Estilo de comunicación idealista o aleccionadora
Este estilo suele ser de los tipos de comunicación más desgastantes. Es un estilo que promueve situaciones de poder, deja en falta a la otra persona y no facilita el acercamiento.
Esta comunicación nunca es con la persona, sino con los conceptos.
Estilo de comunicación aleccionadora
Aquí tienes un ejemplo:
— “Yo te amo”.
— “No me digas que me amas, porque el amor implica muchísimas cosas”.
O puede también sonar como esto:
— “Yo quiero hacer las cosas bien contigo”.
— “Mira, hacer las cosas bien es solo una intención, pero con las intenciones no hacemos nada, el camino al infierno está lleno de buenas intenciones”.
Quien encarna este rol aleccionador dice cómo debe ser todo. Define la pasión, el amor, las relaciones, y la otra persona es colocada en el lado contrario. Así, la persona aleccionadora queda en un lugar de poder, y quien es aleccionado es relegado siempre al lugar de la falta, de la falla.
Hay uno que sabe qué hay que hacer, y desde esa posición acusa a la otra parte de que no solo no sabe, sino que además lo hace todo mal.
Para el psicólogo Eugenio Romero este tipo de comunicación es el que favorece las infidelidades, porque el receptor se siente en falta, y necesita alguien que le diga que no es cierto, que vale, que hace cosas bien y tiene aciertos.
Es el resentimiento que se genera en quien es aleccionado lo que le habilita -a su parecer- a la apertura de relaciones paralelas que compensen este yo tan bastardeado por su pareja.
Estilo de comunicación ambigua
Este tipo de comunicación deja a la otra persona con una demanda, pero sin posibilidad de acción alguna. Nadie sabe qué hacer, ya que no hay ningún pedido concreto, sino solo una demanda poco concreta y mucho malestar. Este estilo de comunicación promueve la ansiedad.
Para comprender la comunicación ambigua es necesario diferenciar entre pedidos y demandas:
El pedido es claro. (Ejemplo: “Necesito X cosa”, acompañado de alguna instrucción de cómo es posible hacer que suceda.)
En cambio, la demanda es inespecífica. (Ejemplo: “No me haces sentir especial”, sin dar ninguna clave de lo que hacerle sentir especial es en realidad.)
La clave entonces para trabajar con este estilo de comunicación es transformar la demanda flotante, ambigua y abstracta, en un pedido de algo concreto.
Entonces, frente a la demanda “Yo necesito que vos me hagas feliz”, se buscará indagar en cuáles son aquellas cosas que le harían feliz, hasta encontrar al menos una.
Estilo de comunicación asertiva
Este estilo de comunicación es empático y favorece los acuerdos. Se caracteriza por la congruencia entre lo que queremos decir y la forma de decirlo.
Es importante decir que esta comunicación constituye el mejor de todos los estilos de comunicación, al que deberíamos aspirar si queremos tener relaciones tan sanas como sea posible.
Un ejemplo de comunicación asertiva sería:
Quiero decir: — “Me gustaría que hagamos algo juntos hoy.”
Y digo: — “Me gustaría que hagamos algo juntos hoy.”
Aprender a comunicarnos con claridad y asertividad es posible, y abre la puerta al éxtasis de las relaciones. Podemos comunicarnos de manera asertiva cuando lo que buscamos no se encuentra teñido por el miedo.
¿Miedo a qué? A no ser aceptado, a que nos evalúen o juzguen, a mostrar más deseo que la otra persona en un vínculo sexo-afectivo, a que se cumplan los mandatos familiares o las creencias previas, y la lista continúa…
Para comunicarnos con asertividad es necesario sentirnos libres: Libres de las heridas del pasado, de los prejuicios, de las creencias y mandatos de nuestras familias. Y tener claro qué cosas nos generan felicidad.
Libertad como condición para la comunicación asertiva
Para comunicarnos asertivamente necesitamos ser libres.
Desde luego esto no es una tarea sencilla. Hay que trabajar para explorarlo. Y la terapia es la mejor herramienta para ello, siempre.
Equipo Psi Mammoliti
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