El 29 de octubre se conmemora a nivel mundial el día del Accidente Cerebrovascular (ACV). Una condición que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es responsable de la segunda causa de muerte y la primera causa de discapacidad en adultos a nivel global. Por las doctoras Estefanía Peltzer y Melina Ferri, Médicas especialistas en Medicina General y Familiar.
Los datos estadísticos son alarmantes. Según la American Heart Asociation, cada 39 segundos una de cada 3 personas muere a causa de una enfermedad cardiovascular; por otra parte, cada 40 segundos una persona sufre un Accidente cerebrovascular y cada 4 minutos se desencadena un fallecimiento por esta condición.
En Argentina y en el mundo es la segunda causa de muerte y la primera causa de discapacidad en adultos. En nuestro país mueren alrededor de 20.000 personas al año y 9 de cada 10 quedan con secuelas. Aproximadamente un 30 por ciento de las personas que sufren un ACV quedan con algún tipo de discapacidad. Además, después del primer año el 18 por ciento repite un nuevo evento.
Controlando los factores de riesgo disminuye en un 80 por ciento las posibilidades de sufrirlo. Por eso es muy importante saber que se pueden prevenir.
Cabe destacar que este grupo de enfermedades son incluídas dentro de las llamadas enfermedades crónicas no transmisibles que, de acuerdo a lo que afirma la OMS, se estima que provocaron la muerte de más de 41 millones de personas en el mundo en 2016, lo que equivale a 71 por ciento del total mundial.
Las enfermedades incluidas en este grupo son la primera causa de muerte a nivel mundial, y no solo son causa de este desenlace, sino que además son responsables de una elevada morbilidad y graves secuelas para quienes las padecen.
Existen factores en común para la fisiopatología de la mayoría de estas enfermedades. La obesidad, el aumento de la tensión arterial, el incremento de los valores de glucosa en sangre, la insulinoresistencia y la dislipemia, participan en la fisiopatología de todas estas patologías.
Asimismo, hay dos tipos de ACV, el que se produce por pérdida del flujo sanguíneo cerebral (isquémico) y el que se produce por derrame de sangre (hemorrágico).
A su vez todas estas enfermedades responden a un factor en común: La inflamación crónica de bajo grado, condición a la cual pocas veces se le presta la atención necesaria. Esta consiste en un estado inflamatorio invisible, de tipo químico, que no se caracteriza por dar signosintomatología específica, sino inespecífica, o incluso pudiendo ser en su totalidad asintomática. Ella es la responsable de dar inicio al daño del endotelio (la capa más interna de los vasos sanguíneos) y con el tiempo determinar la formación de la placa de ateroma (compuesta en gran parte por lípidos), la cual en última instancia desencadena la aparición de estos fenómenos, Infartos o ACV.
La obesidad es una de las patologías que se encuentra fuertemente ligada a esta inflamación crónica de bajo grado o inflamaging. El tejido adiposo no es inerte, es capaz de secretar múltiples sustancias conocidas como adipocinas que participan en la regulación del peso corporal, sistema inmune, función vascular y en la sensibilidad a la insulina. Estas se ven implicadas en la inflamación clínica y subclínica, a la insulinorresistencia, al estrés oxidativo y a la lesión endotelial y desarrollan un papel clave en el síndrome metabólico e incremento del riesgo cardiometabólico.
¿Cuáles son los factores de riesgo modificables?
Desde hace muchos años, y con cada vez más evidencia, se conoce que el sobrepeso, la obesidad y todas las ECNT asociadas a ellas, son potencialmente prevenibles y tratables mediante la adquisición de un estilo de vida y hábitos saludables. Estos se refieren principalmente a una alimentación saludable y la actividad física, adquiridas como un estilo de vida, las que conllevan a un descenso de peso, grasa corporal, y un aumento de la masa muscular. Ambos procesos traen consigo cambios a nivel orgánico, hormonal, molecular, favorables para la salud.
Según afirma la FAO: “Un estudio realizado por GBD 2017 Diet Collaborators (2019) evaluó el papel de la alimentación como causa de las enfermedades no transmisibles y de la mortalidad. En términos generales, el estudio reveló que una alimentación con bajo contenido de frutas frescas y secas, hortalizas, cereales integrales y semillas, y/o elevado consumo de sodio, bebidas azucaradas y ácidos grasos trans se asocia con muertes por enfermedades cardiovasculares, cáncer y diabetes, más que con cualquier otro factor de riesgo, incluido el consumo de tabaco”.
El tabaquismo se encuentra también fuertemente asociado a este tipo de padecimientos. Según datos de la OPS la mortalidad atribuible al consumo de tabaco en la Región representa el 15 por ciento de las defunciones por enfermedades cardiovasculares, el 24 por ciento por cáncer y 45 por ciento por enfermedades crónicas respiratorias, el tabaco es el único producto de consumo legal que mata hasta la mitad de sus usuarios, la mitad de los fumadores morirán por una enfermedad causada por el tabaco, perdiendo un promedio de 10 a 15 años de vida.
Es importante mencionar que los factores anteriormente descriptos no pueden explicar la totalidad de muertes ocasionadas por la enfermedad cardiovascular, es de ello que se desprende el concepto del Hiperestres como un factor de riesgo cardiovascular. Las personas que se encuentran bajo su influencia presentan niveles elevados de cortisol, adrenalina, tensión arterial, glucosa y colesterol, así como disfunción de los factores fibrinoliticos que inhiben la formación de trombos, entre otras consecuencias graves para la salud.
El único factor de riesgo no modificable es la edad, luego de los 55 años el riesgo se duplica por cada década vivida.
Los síntomas y signos son variables de acuerdo a la parte del cerebro que fue afectada:
· Cefalea intensa y repentina
· Parálisis o pérdida del movimiento de un lado del cuerpo o de ciertos músculos.
· Dificultad para hablar o tragar
· Dificultad para entender o expresarse
· Pérdida de la memoria o dificultad para pensar
· Problemas emocionales (dificultad para controlar las emociones o depresión)
· Cefalea intensa
· Pérdida de la visión
Una prueba sencilla para reconocer si alguien está sufriendo un ACV es recordando la siguiente nemotecnia:
HA
BRA
SO
HABLAR
BRAZOS
SONRISA
Que repita una frase para ver si tiene dificultad en expresarse
Que levante los brazos y ver si alguno tiende a caer
Que sonría y ver la asimetría de la boca
Las secuelas más habituales luego de padecer un ACV son trastornos en la sensibilidad, motricidad, en el habla, la deglución, la vista, las funciones cognitivas (orientación, atención, praxia, memoria, lenguaje) y ánimo.
Prestando atención a todo lo anterior, mejor estar prevenidos:
· Mantener una alimentación sana y equilibrada
· Realizar suficiente ejercicio físico
· Controlar el sobrepeso y obesidad
· Controlar los niveles de tensión arterial, glucosa y colesterol
· No fumar y evitar el consumo de alcohol
· Combatir los niveles elevados de hiperestres
Son acciones incluidas dentro de un estilo de vida saludable que van a permitir gozar de una vida plena y saludable, alejando el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular.
Nota de la Redacción: Artículo publicado en el Material Educativo de Icarus Centro de Salud & Longevidad, para pacientes del Pios-Pec y Pios-Pec PER, correspondiente a octubre de 2022, cedido para la publicación en AIM.
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