En 1922, durante la excavación de la tumba del faraón egipcio Tutankamón, los arqueólogos hicieron un descubrimiento extraordinario de un alimento: un tarro de miel que, tras más de 3.000 años, seguía siendo comestible.
Este hallazgo, reportado por Smithsonian Magazine, evidenció la capacidad única de la miel para resistir el paso del tiempo.
Según el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), mientras que el desperdicio de alimentos en el país alcanza cifras alarmantes, aproximadamente el 30-40 por ciento del suministro anual, a miel se erige como un ejemplo de conservación natural casi perfecta.
La clave de la longevidad de la miel radica en su composición química y en el meticuloso proceso de producción llevado a cabo por las abejas.
Según explicó el sitio especializado Compound Interest, el néctar recolectado por las abejas contiene hasta un 70 por ciento de agua, pero este porcentaje se reduce significativamente durante la transformación en miel.
Las abejas “domésticas” deshidratan el néctar al abanicarlo con sus alas, logrando que el contenido de agua descienda hasta un 17 por ciento.
Este bajo nivel de humedad, combinado con el alto contenido de azúcar, crea un entorno hostil para el crecimiento de bacterias y hongos.
Además, un componente adicional contribuye a la preservación de la miel: una enzima presente en el estómago de las abejas descompone la glucosa del néctar en ácido glucónico, lo que aumenta la acidez del producto final.
Según Science Focus, esta acidez, junto con la baja actividad de agua, impide el desarrollo de microorganismos. Incluso, pequeñas cantidades de peróxido de hidrógeno presentes en la miel refuerzan su capacidad antimicrobiana, como detalló The Conversation.
Sin embargo, advierten que, aunque la miel no caduca, puede experimentar cambios físicos con el tiempo, como oscurecimiento, pérdida de aroma o cristalización.
Estos cambios no afectan su seguridad ni su sabor, y la cristalización puede revertirse calentando suavemente el recipiente en agua tibia.
¿Es seguro consumir miel antigua?
Aunque la miel tiene una vida útil prácticamente ilimitada, existen ciertas precauciones que deben tomarse. Según Healthline, si la miel se expone a la humedad o se contamina con otros alimentos, podría desarrollar moho o incluso albergar bacterias como el botulismo.
Por esta razón, se recomienda no dar miel a niños menores de un año, ya que su sistema inmunológico aún no está preparado para combatir posibles toxinas.
Para garantizar la conservación de la miel, los expertos sugieren almacenarla en un lugar fresco y seco, dentro de un recipiente hermético.
Otros alimentos con propiedades de larga duración
Aunque la miel es el ejemplo más destacado de un alimento “eterno”, no es el único. Según Food & Wine, otros productos de despensa también pueden durar años o incluso décadas si se almacenan adecuadamente.
Entre ellos se encuentra la salsa de soya, el azúcar, el arroz, los vegetales deshidratados y el pescado enlatado.
Al igual que la miel, estos alimentos comparten características como bajo contenido de humedad y propiedades antimicrobianas naturales.
La importancia de la miel natural y sin procesar
Para disfrutar de los beneficios de la miel a largo plazo, es fundamental que sea natural, cruda y sin filtrar. Según Nature Nat’s, la miel cruda no se somete a altas temperaturas, lo que preserva sus propiedades naturales, incluyendo el polen.
Además, la miel sin filtrar conserva todos sus nutrientes y compuestos beneficiosos. Según Nature Nat’s, las pruebas de calidad son esenciales para garantizar que la miel no contenga residuos de pesticidas, herbicidas o antibióticos.
Solo la miel que cumple con estos estándares puede considerarse auténtica y de alta calidad, ideal para consumirla cuando la persona quiera, como otros más que también tienen estas propiedades.

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