No existe en la vida del ser humano un período con la cantidad y calidad de cambios orgánicos como el embarazo y el parto, que representa para la mujer en edad reproductiva un auténtico desafío cuyo fin básico es asegurar el normal crecimiento y desarrollo fetal.
Dado que el ejercicio físico se ha convertido en parte integral de la vida en todos los tramos poblacionales, los expertos se centran ahora en valorar los posibles beneficios que el ejercicio físico puede tener para la salud de la madre y el feto.
Un estudio desarrollado por investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y el Servicio de Obstetricia del Hospital Universitario de Torrejón establece que el ejercicio físico moderado y supervisado en el embarazo mejora la respuesta cardíaca del feto y la recuperación del peso por parte de la madre en el postparto.
“Las gestantes que desarrollaron ejercicio desde la semana 8-10 tienen mejores resultados respecto a las de control en dos parámetros de importancia: la fracción de eyección cardíaca fetal y al índice de pulsatilidad del ductus arterioso –pequeño vaso que comunica la aorta con la arteria pulmonar, normalmente abierto en el feto–”, explica Rubén Barakat, de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte-Inef de la UPM y participante en el estudio.
Mientras que esas dos variables mejoraban, el resto de aspectos cardíacos fetales no mostraron diferencias entre los grupos de estudio lo que, según los investigadores, demuestra el efecto inocuo del ejercicio en términos de funcionalidad cardíaca, por lo que se puede considerar seguro para el corazón fetal.
En opinión de la autora principal, Maia Brik “se ha logrado demostrar científicamente que practicar ejercicio durante el embarazo desde el primer trimestre es seguro para el feto desde un punto de vista cardiológico, y por otro lado, se ha concluido que la fracción de eyección cardíaca fetal es mejor en los fetos de las madres que han practicado ejercicio, por lo que el ejercicio podría suponer una ventaja adaptativa en el periodo intrauterino en los fetos de las madres físicamente activas. De esta manera, parece que el ejercicio no solo tiene ventajas en el aspecto cardiovascular materno, sino que también en el fetal”.
El estudio consistió en un ensayo clínico aleatorizado llevado a cabo con 120 mujeres gestantes sanas. Los resultados, publicados en la prestigiosa revista Ultrasound in Obstetrics and Gynaecology, también formaron parte de una tesis doctoral leída recientemente en la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de la UPM.
Además de estudiar el modo en que se beneficia el corazón del feto, los investigadores también analizaron la forma en la que practicar ejercicio antes del parto influye en el modo en que la mujer recupera su estado físico previo al embarazo. “Nuestro trabajo mostraba una mayor recuperación del peso previo al embarazo a las 6 semanas en aquellas mujeres que practicaron un ejercicio físico moderado durante la gestación. Además, el bienestar psicológico de la madre también se ve beneficiado”, explica Barakat.
Así, aunque el proceso de embarazo y parto significa para la mujer un período de gran satisfacción, no está exento de riesgos y complicaciones en todos los ámbitos de su organismo (no solo el fisiológico), lo que lleva consigo cierto grado estrés físico, mental y emocional. Por ello, los investigadores consideran de especial importancia disponer de elementos atractivos, de fácil acceso y que ayuden al mantenimiento y mejora de su calidad de vida.
“El ejercicio físico moderado y supervisado ha demostrado sobradamente esas potencialidades y los presentes resultados refuerzan la idea de un embarazo activo como factor básico de bienestar”, establece Barakat.
“Se hace necesario (casi urgente) implicar y concienciar no solo a la mujer embarazada, sino a todos los responsables del cuidado de su salud (pareja, entorno sanitario, otros) acerca de la búsqueda de factores preventivos de complicaciones y alteraciones que, originadas durante la gestación y el parto, son determinantes de la salud de la mujer durante toda su futura vida”, añade.
Para los autores, el conocimiento de que el ejercicio no afecta negativamente en el corazón fetal, e incluso de que mejora los parámetros de funcionalidad cardíaca, puede acabar con el mito de que podría tener efectos negativos para el desarrollo fetal durante el embarazo.
“Los presentes resultados, unidos a previos hallazgos en la misma línea, confirman el potencial del ejercicio físico durante el embarazo como elemento básico para el bienestar materno, fetal y del recién nacido y su interesante y alentador impacto en la salud de ambos, siempre y cuando se lleve a cabo de manera supervisada”, añade el investigador de la UPM.
“Las instituciones hospitalarias y aquellos profesionales sanitarios encargados del cuidado de la salud de la mujer gestante no pueden descartar esta realidad. Desde el punto de vista científico y metodológico, resulta importante recordar el criterio básico de intervención utilizado, por medio de un programa de ejercicio físico regular, moderado y supervisado por un profesional”, concluye.
Fuente: UPM
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