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El exocerebro: Otra forma de ver la conciencia

La hipótesis del exocerebro es una interesante teoría sobre la conciencia que, en términos generales, plantea que esta no se ubica solo en el cerebro, sino también en el entorno en el que se desenvuelve el ser humano.

La hipótesis del exocerebro es una elaboración teórica formulada por el antropólogo Roger Bartra, en la primera década del siglo XXI. Plantea que la conciencia es fruto de procesos internos, que tienen lugar en las neuronas, en combinación con procesos externos, que ocurren fuera del cerebro, más exactamente en el entorno simbólico de cada individuo.

Bartra sostiene que gran parte de los neurobiólogos han pretendido explicar el fenómeno de la conciencia solo a partir de los procesos biofísicos y bioquímicos que se dan en el cerebro. Según el antropólogo, esto ha impedido que se produzcan avances significativos en este terreno específico, a pesar de los grandes adelantos de las neurociencias.

A juicio de Roger Bartra, lo que falta en ese enfoque es tomar en cuenta que muchas funciones del cerebro humano no serían posibles sin el complemento necesario que les ofrece el entorno. Este es el eje de la hipótesis del exocerebro, sobre la que hablaremos a continuación.

“Los neurocientíficos muchas veces se sienten incómodos en esta compañía heterogénea, pero tendrán que acostumbrarse a compartir con extraños colegas el territorio de la conciencia si quieren seguir avanzando”. Roger Bartra.-

La hipótesis del exocerebro

Roger Bartra partió de un trabajo elaborado por Stevan Harnad en el que se hizo una compilación de los estudios sobre la conciencia hasta comienzos del siglo XXI. El extenso artículo se tituló No easy way out y le sirvió de punto de partida a Bartra para formular su hipótesis del exocerebro.

Un primer planteamiento, muy audaz, por cierto, fue señalar que la conciencia no es fruto de alguna función del cerebro , sino de una disfunción. Para explicar esta idea compara al cerebro con una máquina neumática. Dice que, si esta última se ve enfrentada a un trabajo que es superior a sus fuerzas, el resultado es que se detiene.

En principio, lo mismo debería ocurrirle al cerebro humano, pero no es así. ¿Por qué? Porque el hombre ha ideado “prótesis” o ayudas externas que impiden que esto ocurra. Esas prótesis son las redes culturales y sociales en las cuales se encuentra inmerso el ser humano. Bartra las llama “prótesis culturales” y están compuestas, básicamente, de lenguaje y símbolos.

Las prótesis culturales y el exocerebro

La hipótesis del exocerebro plantea entonces que el cerebro es incapaz de crear conciencia por sí solo. Hay que aclarar que Bartra define la conciencia, de manera general, como “autoconciencia o conciencia de ser consciente”. La deficiencia del cerebro vendría a ser compensada por las prótesis culturales, o sea, los sistemas sociales y culturales presentes en el entorno.

Por lo tanto, la conciencia sería la capacidad de conectar los procesos internos del cerebro con los circuitos externos, ubicados en el entorno. Bartra indica que el proceso es similar al que se produce cuando se instala una prótesis para corregir alguna disfunción sensorial, como la sordera, por ejemplo. En esos casos, el cerebro se adapta a esos dispositivos y llega a incorporarlos dentro de sus funciones.

En este sentido, las prótesis culturales se definen como sistemas simbólicos de sustitución, que actúan como mecanismos compensatorios para el cerebro. Por ejemplo, cuando los homínidos cambiaban de lugar y se encontraban con condiciones desconocidas o adversas, en lugar de detenerse, como lo haría una máquina, construían sistemas de señalización u orientación para ubicarse y adaptarse.

La carencia de prótesis culturales

Roger Bartra señala que una de las evidencias de la hipótesis del exocerebro se encuentra en dos casos específicos. Uno es el del autismo, un trastorno en el que pueden mantenerse muchas de las funciones cognitivas intactas e incluso superdesarrolladas. Aun así, la ausencia de vínculo con el entorno impide la formación de una conciencia como tal.

Otro ejemplo es el de las personas con trastorno de personalidad antisocial. Se ha detectado que es habitual que quienes tienen este diagnóstico presenten un menor volumen de materia gris, hasta en un 11 por ciento. En virtud de esto no logran conectar con el entorno y esto los lleva a carecer de conciencia. Tanto en este caso como en el anterior, se habla de carencia de exocerebro.

La hipótesis del exocerebro nació de un antropólogo y resulta muy difícil de probar experimentalmente, pero sí ha llamado la atención de muchos neurocientíficos en el mundo. De momento, se le considera una explicación plausible, pero en vía de verificación.

La Mente es Maravillosa.-

exocerebro conciencia psicología

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