¿Quién no sabe que el exceso de estrés o distrés, popularmente conocido –entre otros- como nerviosismo, puede causar infarto de miocardio, accidente cerebro-vascular, o hipertensión arterial? Pero cuidado, estas no son las únicas afecciones en la salud que puede ocasionar “el poder destructivo del incontrolable estrés”. Su acción negativa “es mucho más nociva de lo que la mayoría cree, y las evidencias científicas muestran que es indispensable mantener un ritmo de estrés normal, si se quiere estar saludable y llegar a edades avanzadas, libre de discapacidades”, confirmó a AIM el doctor Sergio Schlimovich, médico especialista en Endocrinología y Metabolismo y experto en Promoción de la Salud y Prevención de Enfermedades.
¿Qué es el estrés?
En diálogo con esta Agencia, el experto señaló que primero, es necesario comprender la diferencia entre “el estrés normal” y “el estrés patológico (o distrés)” ya que su sistema, según funcione de una u otra manera puede provocar tanto efectos positivos como negativos en el organismo.
¿Qué es el estrés normal?
Schlimovich precisó que, en un organismo equilibrado, el sistema del “estrés normal o eustrés” funciona básicamente mediante la liberación de un neurotransmisor y una hormona, como productos finales de un complejo sistema interrelacionado que se pone en marcha a partir de estímulos externos del medio ambiente o internos del propio organismo. “El primero, la noradrenalina, producida principalmente en un área del cerebro llamada tallo cerebral, y la segunda, el cortisol, que es producida por la glándula suprarenal. Ambos responden a estímulos fisiológicos y su concentración en el sistema nervioso y a nivel sanguíneo, respectivamente, se encuentran dentro de ciertos límites normales, lo cual es un hecho beneficioso para el organismo”.
Esto se conoce como “ritmo circadiano” del estrés”, que es lo que nos permite reaccionar favorablemente ante algún peligro, despertarnos por la mañana, estar alertas o emocionarnos frente a algún acontecimiento.
Del estrés normal al estrés patológico: la gran diferencia
Pero, ¿qué sucede si este ritmo normal de liberación cíclica del sistema del estrés o eustrés se altera, sobrepasando los límites máximos tolerables?
El especialista afirmó que el resultado “es completamente opuesto, y el sistema pierde su control y se torna perjudicial para el cuerpo humano. Así, el ritmo cíclico normal diario de cortisol es reemplazado por otro que pierde su ritmicidad, presentando valores elevados de esta hormona que, sumado a los mayores niveles diarios de secreción de noradrenalina, provoca serios trastornos en la salud. Nos encontramos frente al llamado estrés patológico o distés”.
¿Cuáles son los trastornos que causa el distrés?
Un aumento anómalo de noradrenalina y cortisol en forma aguda, es causa directa de un infarto de miocardio, accidente cerebro-vascular, o una crisis hipertensiva. Pero en su forma crónica, produce una inhibición sostenida de un conjunto de hormonas llamadas “tróficas”, que son las encargadas de mantener los sistemas de reparación de todos los tejidos y órganos.
El resultado final de la inhibición de estas hormonas (ejemplo: hormona de crecimiento, luteinizante, estradiol, testosterona, y de tiroides, entre otras), hace que el organismo no pueda repararse adecuadamente y sobreviene un desgaste excesivo, que no puede cumplir adecuadamente con sus funciones.
Por otra parte, el sistema inmunológico también se encuentra comprometido en el descontrol del estrés, y su función normal de defensa decae y no puede hacer frente a distintos agresores, tanto externos como internos. Numerosos estudios demostraron que el exceso de estrés, sea en forma crónica o aguda, no solo agota al organismo provocando cansancio psico-físico y pérdida de la capacidad de la concentración y la memoria, sino que puede predisponer o desencadenar otras enfermedades graves, además de las afecciones cardiovasculares mencionadas, entre ellas, enfermedades infecciosas, afecciones autoinmunes, diabetes y cáncer.
¿Cuáles son las causas del exceso de estrés?
El estrés patológico tiene distintos orígenes, que pueden ser internos o externos; por ejemplo:
• Estrés emocional: cuando tenemos problemas serios, litigios, desacuerdos o conflictos que causen un cambio en nuestra vida.
• Estrés por enfermedad: una infección, gripe, fractura, o un simple dolor de espalda, son cambios en la condición física que demostraron generar estrés patológico.
• Estrés por factores medioambientales: los climas demasiado fríos o calientes, al igual que la altitud pueden ser estresantes. La contaminación por toxinas o venenos, plaguicidas o campos electromagnéticos, también son estresantes, ya que amenazan el equilibrio interno del organismo.
• Ejercicio físico extremo: exigir demasiado al cuerpo representa una gran fuente de exceso de estrés; es el caso de los deportes extremos.
¿Cómo se diagnostica el distrés?
“Existe un aspecto clínico, que se detecta mediante la observación y el interrogatorio de la persona presumiblemente estresada. También se puede determinar a través de exámenes de laboratorio si el sistema de estrés se encuentra alterado; por ejemplo, si existen niveles anormales del ritmo circadiano de cortisol. Normalmente, durante el día hay dos picos más importantes de secreción de cortisol; uno diurno, más elevado; y otro vespertino, más bajo. En general, puede observarse una perturbación de este patrón de secreción de cortisol en personas con distrés”, explicó el profesional.
¿Qué se debe hacer para normalizar el estrés?
Schlimovich destacó que para normalizar el estrés, “primero hay que determinar si el factor que causa el distrés es interno o externo, o ambos a la vez. Luego de identificar el origen, se deben aplicar medidas adecuadas para cada situación. Por ejemplo, una persona que se encuentra expuesta en forma crónica a químicos tóxicos ambientales presentes en los alimentos y en el agua que consume, normalmente no sabe que éstos están allí, ya que no se perciben. Lo adecuado es pasar a la acción consultando a un especialista respecto a su alimentación”.
Otro ejemplo es el distrés provocado por dificultades económicas. Aquí, “la solución del origen causal puede no ser fácil de aplicar, como en el ejemplo anterior; pero es posible minimizar el impacto de la causa estresante realizando ciertas actividades como relajación, ejercicios físicos regulares, yoga, baile, o cualquier otra actividad recreativa que proporcione placer. También resulta de gran utilidad poner en orden las hormonas tróficas de reparación y reforzar el sistema inmunológico y, a veces, es necesaria la ayuda psicoterapéutica para resolver otros problemas específicos”.
Recomendaciones para contrarrestar el exceso de estrés
Es imprescindible reconocer que existe la posibilidad de que una determinada persona tenga distrés, ya que muchos suelen no percibirlo. Es frecuente que se tome al estrés patológico como algo normal en la vida de una persona, y que éste no represente ningún aspecto extraño o a tener en cuenta. Luego, es necesario tomar conciencia del daño que produce en la salud el descontrol del estrés, no sólo en su aspecto agudo, sino en su repercusión crónica.
Realizados estos pasos, hay que identificar las fuentes del descontrol y actuar de manera enérgica y consistente para aplicar las posibles soluciones. No hay que olvidar que el organismo tiene una tolerancia límite a las agresiones: y si éste es superado en su capacidad de defensa y reparación, el cuerpo nos pasará la factura, a veces con consecuencias irreversibles. Por eso, es mejor prevenir que la posibilidad de curar.
Más enfermedades autoinmunes
Schlimovich confirmó que “el hiperestrés está generando un aumento en las enfermedades autoinmunes, particularmente se observa un incremento acelerado de las enfermedades de tiroides, donde el organismo se desestabiliza y el sistema inmunológico no reconoce ciertas estructuras propias del cuerpo y comienza a generar anticuerpos contra los propios órganos, en este caso, la tiroides, provocando las patologías de esta glándula tan vistas en la actualidad”.
De la Redacción de AIM.
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