El sesgo de punto ciego es una forma de ceguera parcial. Tiene que ver con la incapacidad para identificar ciertos errores en las propias creencias.
El sesgo de punto ciego da forma a uno de los prejuicios más habituales. Consiste en tener la capacidad para detectar o percibir los sesgos que tienen otras personas y, al mismo tiempo, concluir que uno carece de esos prejuicios, aunque no sea cierto. Como quien dice: ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
En materia de creencias, las personas tienden a ser muy confiadas consigo mismas. Rara vez examinan cuál es el origen de esas convicciones y mucho menos las someten a pruebas para verificar su validez. Es así como se configura la base del sesgo de punto ciego.
El sesgo de punto ciego también se ve con claridad cuando una persona se expone a las creencias de otros que no comparte. Muy rara vez esa contradicción se somete a un proceso de análisis, sino que se da por sentado que es errónea. Lo común es que se le endilgue al otro una evidente falta de objetividad, cuando de eso es precisamente de lo que se carece.
“La expulsión de lo distinto y el infierno de lo igual ponen en marcha un proceso de autodestrucción […]Nos enredan en un inacabable bucle del ‘yo’ y, en última instancia, nos conducen a una autopropaganda que nos adoctrina con nuestras propias nociones”. Byung-Chul Han.-
El sesgo de punto ciego
El sesgo de punto ciego forma parte de los sesgos cognitivos. Quienes hablaron de este concepto por primera vez fueron Emily Pronin y sus colegas Daniel Lin y Lee Ross, del departamento de psicología de la Universidad de Princeton. El nombre hacía referencia al punto ciego que tenemos en el campo de visión.
A nivel psicológico, este fenómeno ocurre cuando una persona se muestra incapaz de darse cuenta de que es portadora de prejuicios o sesgos. Se ve a sí misma como más objetiva y racional que la mayoría de los individuos. Por contraste, nota con agudeza los prejuicios y sesgos de los demás.
Una persona que presenta el sesgo de punto ciego se siente más informada, acertada y clara que los demás, en su visión de la realidad. Se piensa que, por una u otra razón, uno detenta una visión más imparcial del mundo. Las contradicciones con otras formas de verlo serían el resultado de la falta de objetividad de los demás.
Un prejuicio muy común
Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Stanford evidenció que el sesgo de punto ciego es un prejuicio bastante común. Los resultados de la investigación mostraron que la mayoría de las personas se ven a sí mismas como más objetivas que los demás. En concreto, un 86 por ciento se definió así.
La investigación reveló que un 63 por ciento de los participantes se definieron a sí mismos como personas confiables e imparciales. Negaron que estuvieran influidos por sesgos de algún tipo. Solo un 24 por ciento de las personas admitió que su visión del mundo podría haber sido influenciada por la información o algún tipo de prejuicio. Un 13 por ciento consideró que su visión era sesgada.
La conclusión es que, en general, las personas tienden a verse a sí mismas como por encima de los demás, cuando se trata de evaluar las cualidades positivas. Por lo mismo, se consideran más inmunes al error que otros y confían de una manera ciega en muchas de sus apreciaciones.
La mayoría de las personas creen que son más objetivas que los demás.
El porqué del sesgo de punto ciego
¿Por qué ocurre este fenómeno? La razón básica por la que se cae en el sesgo de punto ciego es que las personas no analizan sus propios procesos cognitivos, ni sus motivaciones. Los ven como realidades naturalmente correctas. No estiman que deba existir algún cuestionamiento a sus apreciaciones, ya que creen que son fruto de sus propios pensamientos, sin detenerse a verificar si es así en realidad.
De entrada, se asume que uno tiene la razón, aunque no se sepa de dónde surge esa razón que suponemos tener y sobre qué bases se edifica. Notar que hay alguna grieta en esas creencias supondría un ejercicio de reflexión intenso y no todo el mundo está dispuesto a realizar ese trabajo. En últimas, es más fácil dar por hecho que uno tiene la razón.
De igual manera, engañarse a uno mismo y calificarse como una persona racional y objetiva, sin serlo, alimenta la ilusión de nuestra buena imagen. Al mismo tiempo, partir de la idea de que los demás piensan de manera errónea es un factor que nutre toda esta lógica. En conclusión, en el fondo del sesgo de punto ciego hay pereza mental e inseguridad.
La Mente es Maravillosa.-
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