Las videollamadas pueden aumentar la carga cognitiva, el desgaste emocional, los niveles de estrés y también los niveles de autoexigencia.
En la actualidad, se ha multiplicado el uso de la tecnología y las distintas formas de comunicación digital, tanto en lo académico como en lo laboral. Específicamente, las videollamadas (o videoconferencias) vía móvil y vía ordenador. Esto tiene sus ventajas, pero también una desventaja que tiene nombre y apellido: fatiga por Zoom.
Si bien WhatsApp tiene su protagonismo, nadie puede negar que el gran estrellato del sistema en línea se lo lleva Zoom. A este, de lejos le sigue Google Meet y otras formas secundarias de videollamadas.
Según aventuran algunos especialistas, la vida laboral y académica será una combinación entre lo presencial y lo remoto, con sus respectivas ventajas y desventajas. Al mismo tiempo, algunos estudios señalan que el uso excesivo de las pantallas por niños tiene numerosas consecuencias. En concreto, en relación al desgaste visual y el estrés que genera estar expuesto durante muchas horas a las pantallas de los móviles y ordenadores.
Fatiga por Zoom, cada vez más común en el día a día
Investigadores de Stanford analizaron los niveles de cansancio que sufren las personas debido a las videoconferencias, como efecto secundario de la situación actual.
Las formas online han tenido mejor acogida en los niños, adolescentes y adultos jóvenes que son nativos digitales. Las mayores repercusiones las han sufrido las generaciones de los migrantes tecnológicos que si bien manejaban los ordenadores en sus trabajos, la presencialidad formaba parte de su día a día.
De todas las aplicaciones para el teletrabajo o la enseñanza en línea, Zoom ha destacado hasta tal punto que el desgaste y el estrés que produce la pantalla ha sido categorizada como “fatiga por Zoom”.
Cansancio visual, ansiedad, dolor de cabeza, intolerancia, fastidio e irritabilidad, dificultades para focalizar y falta de atención son algunos de los síntomas experimentados. Estos exponen cómo las personas se agotan con facilidad tras pasar demasiado tiempo frente a las pantallas.
La ansiedad frente al espejo: me miro que me miro
De acuerdo con los investigadores, uno de los principales motivos se debe a la llamada “ansiedad frente al espejo” o la tensión y el agotamiento mental de tener que mirarse constantemente la pantalla durante horas de reuniones diarias.
El Laboratorio de investigación de Neurociencias y Ciencias Sociales de Buenos Aires afirma que la ansiedad ante el espejo es producto de un fenómeno comunicacional. Esto es así porque en la comunicación directa y presencial estamos habituados a no vernos a nosotros mismos sino ver al interlocutor.
La gestualidad del rostro, las posturas corporales o la manera de mover las manos son parte esencial en la transmisión de mensajes, de los cuales no somos conscientes al no poder vernos. Pero en la comunicación por pantalla no sucede el mismo fenómeno.
El aumento de la atención a uno mismo
Mientras nos comunicamos, no solamente miramos al resto, sino que también a nosotros mismos y esto nos somete a una autocrítica mayor y seguramente produce “ansiedad de rendimiento” para desarrollar una comunicación eficaz.
La exposición a espejos digitales y físicos puede aumentar la atención centrada en uno mismo, lo que conduce a la sobreexigencia, el autocontrol, a medir en demasía movimientos para dar una buena apariencia y representar un mejor papel y, por supuesto, a aparentar un mejor desempeño. De esto se trata la fatiga por Zoom.
La sensación de estar atrapado
Otro mecanismo que se observan es la sensación de estar atrapado físicamente debido a la necesidad de permanecer dentro del campo de visión de la cámara de vídeo. En las reuniones cara a cara, las personas pueden caminar, moverse y estirarse, pero en las videoconferencias su movilidad se reduce a un cono estrecho.
La investigación muestra que la movilidad reducida puede obstaculizar el rendimiento cognitivo y la “hipermirada”, se refiere a la experiencia perceptiva de tener constantemente los ojos de las personas en su campo de visión.
En las reuniones presenciales es el disertante el que atrae la mirada de los participantes, pero durante las videoconferencias todos los participantes se miran directamente entre sí. “Ser mirado mientras habla, incluso por caras digitales, provoca excitación fisiológica y ansiedad”, comentan los autores de la investigación.
La importancia de las señales no verbales en las videollamadas
También en las videoconferencias se busca la producción de conductas no verbales como feedback que normalmente ocurren de forma natural. Por ejemplo, asentir con la cabeza en ciertos momentos, en el intento de confirmar la efectividad de lo que se intenta transmitir.
Otro factor que genera desgaste cognitivo es la mala interpretación de las señales no verbales de los interlocutores debido a la ubicación de la cámara o la ubicación del vídeo en la pantalla.
Algunos autores señalan que las interacciones de audio pueden tener más éxito que las de vídeo. Sin embargo, también genera mayor incertidumbre el hablar a un cartel con un nombre, cosa que sucede cuando se anula la cámara.
La fatiga es mayor en las mujeres
Lo más notable de los resultados que arrojan algunos estudios es que el efecto de la fatiga por Zoom es mayor para las mujeres.
De las 10 322 personas encuestadas para el estudio de Stanford, alrededor de uno de cada siete mujeres (13,8 por ciento) informó sentirse “muy” o “extremadamente” fatigada después de las llamadas de Zoom, en comparación con alrededor de 1 de cada 20 hombres (5,5 por ciento).
Por ejemplo, se detectó que las mujeres tienden a mostrar más expresiones faciales que los hombres, evidencia asociada con la mayor conciencia de ser observadas.
En términos de interpretar el comportamiento no verbal, las mujeres recuerdan los detalles sobre la apariencia y los comportamientos no verbales de otras personas mejor que los hombres.
Estos resultados han sido corroborados por estudios que encuentran que las mujeres son más precisas para juzgar las emociones basadas en los ojos, reconocer expresiones faciales neutrales e interpretar la personalidad o los pensamientos y sentimientos de alguien.
La videollamada puede aumentar la carga cognitiva asociada con estos mecanismos no verbales más para las mujeres que para los hombres. Asimismo, se descubrió que las mujeres se sienten más “atrapadas” por tener que permanecer en el campo de visión de la cámara, tienden a tener reuniones más largas que los hombres en promedio y porque, por lo general, toman menos descansos.
La visión de 180º en las mujeres
Por su parte, los investigadores del cerebro femenino han descubierto la visión de 180º que hace que las mujeres tengan una mirada más detallista y abarcativa, con lo cual estarían más pendientes de las acciones de todos los participantes que, por cierto, se pueden observar un total de 25 por pantalla. Esto es difícil de observar en la comunicación presencial. Por lo tanto, se incrementarían en ellas la exigencia de su propia exposición.
La simultaneidad de tareas de los cerebros femeninos también llevaría a desarrollar múltiples acciones al mismo tiempo durante la videollamada, incluso de elementos que exceden el marco de la misma. Se debe tener en cuenta que la mayoría de las mujeres todavía continúan dirigiendo el hogar y los hombres las secundan o “colaboran” en las tareas.
Entonces, hay diversos factores que distraen el foco y exigen su atención. Por ejemplo, el cuidado de los hijos, la comida, el orden de la casa, entre otras actividades cuya simultaneidad natural lleva a un estrés mayor.
La personalidad, la edad y la raza también influyen en la cantidad de cansancio que se puede sentir por las actividades en línea.
Los introvertidos, las personas más jóvenes, las personas más ansiosas y las personas de color informaron niveles más altos de fatiga por Zoom. Lo que está detrás de estas descripciones va a requerir más estudios que involucren a un grupo más grande de personas, pero esta investigación ofrece algunas razones detrás de las diferencias de género.
Reducir la ansiedad y el estrés
Una de las formas de reducir el estrés y la fatiga por Zoom podría ser simplificar reuniones en términos de tiempo.
Otra manera sería focalizar por temas y no apartarse de ellos para incrementar la eficacia de los mensajes y reducir el tiempo de la videollamada.
Hacer algunas reuniones solo de audio es otra alternativa para evitar la fatiga por Zoom.
Si las reuniones son extensas, sería recomendable hacer cortes cada 40-45 minutos porque tras este tiempo la atención disminuye. A diferencia de las reuniones presenciales, que entre hora y media y dos horas, el cerebro agota sus reservas de glucosa (ya que consume un 25 por ciento de la glucosa del organismo y no la almacena como en el resto de los músculos).
En el futuro, cuando estos recursos virtuales estén instalados como parte de la vida, si bien el cerebro adaptativo encontrará (como siempre) los recursos para acomodarse a las nuevas experiencias, deberemos continuar las investigaciones para maximizar los beneficios de la videoconferencia y reducir los perjuicios cognitivos y emocionales que pueden generar, como la fatiga por Zoom.
Por el Lic. Ps. Marcelo Ceberio para La Mente es Maravillosa.-
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