Estamos en una época del año que, por lo general, conlleva una variación en la rutina, sea profesional, familiar, laboral, y que termina repercutiendo en los hábitos alimenticios. Además de las dos fiestas tradicionales de Navidad y Año Nuevo, se aproximan las famosas despedidas de año y, para algunos, las vacaciones. Se podría decir, con seguridad, que la mayoría tiene marcado en su agenda más de un compromiso por estas fechas en que se comienzan a celebrar las habituales reuniones de despedida de año con compañeros del trabajo, amigos y familiares. Por las Lic. en Psicología Mailén Barreto, Mariela Garabello y Melody Varisco.
Esta variación de la rutina, típica de esta época del año, lleva a relajar hábitos y obligaciones diarias, a trasnochar, a descansar menos, y a consumir más. Se suelen dar excesos con la comida y la bebida, excesos que pueden afectar la salud física y mental, además de poner en riesgo relaciones significativas.
La especialista Marian Rojas Estape sostiene que la felicidad es en gran medida proporcionada por el amor con el que se hacen las cosas, el amor brinda bienestar y equilibrio a nivel general, conduce a la persona a ser asertiva naturalmente, activa las hormonas de la felicidad, a diferencia del odio, el enojo y el resentimiento que, por el contrario, enferman al organismo y llevan a conductas externas que tampoco favorecen el autocuidado, como entre ellas las malas canalizaciones.
Las celebraciones que se acercan se tratan de fechas bastante movilizadoras en muchos aspectos. Hay que ser conscientes y elegir, sin miedo ni culpa, con quién realmente se quiere compartir estos momentos. De lo contrario, se cae en el automatismo de cumplir con mandatos interiorizados, impuestos, y con ello, el riesgo de caer en excesos de consumo (sobreingestas, alcohol, etc.) por malas canalizaciones, en un intento de resolver incomodidades, tapones emocionales o cualquier otro conflicto relacional. Sabiendo esto, es necesario e inteligente anticiparse a estas situaciones, para poder disfrutarlas al máximo y de manera saludable.
En este Programa se está trabajando fuertemente en lograr afianzar cambios saludables, en el estilo de vida saludable. Se tiene presente que aún no se han erradicado del todo viejos hábitos nocivos para la salud, por lo que es crucial en esta etapa del año, tomar todas las precauciones necesarias para evitar recaer, ya que una recaída en esta época puede echar por tierra todo el esfuerzo puesto en lo que va del año, y el efecto rebote puede resultar peor que antes.
Justamente, para evitar este riesgo, se debe planificar con anticipación qué se va a comer, qué se va a beber y con quiénes se va a compartir dichos momentos, así como cualquier otro encuentro social que devenga. De esta forma se evitan imprevistos y conductas impulsivas, logrando un aumento de consciencia y autocontrol sobre el propio cuerpo y mente.
También hay que recordar que no está prohibido ningún alimento. No se trata de caer en restricciones, sino de alimentarse inteligentemente, a consciencia. De evitar canalizar emociones a través la comida, o de anestesiarlas con bebida. De prepararse, planificando todo con antelación, para cuidarnos y cuidar al resto, poniendo el enfoque en disfrutar de la compañía de los seres queridos, de disfrutar el momento que se celebra lo más sanamente posible.
Por otro lado, diciembre es el último mes del año, lo cual, consciente o inconscientemente implica hacer un balance de lo hecho y vivido. Esto conlleva a tornarse más reflexivo que de costumbre, con lo que entran a movilizarse muchas emociones, recuerdos, algunos muy angustiantes. Es en este punto en donde se debe ver el vaso medio lleno, en destacar y hacer foco en los aspectos positivos, y si hubo errores (que seguro los hubo), tomarlos como experiencias de aprendizaje. Se trata de ser resilientes.
Esto no significa anular, desestimar o reprimir la angustia por un duelo, o por alguna decisión o comportamiento desafortunado que se haya tenido, todo lo contrario, las emociones están para ser experimentadas, reconocidas y aceptadas; ya que, de lo contrario, terminan saliendo por otra parte, y de modo poco saludable. Expresarlas, hablar de lo que se siente, llorar si fuera necesario, lo cual brinda alivio y sana el alma.
En el camino que se transita para alcanzar el objetivo que se propone en este programa, el de alcanzar y sostener un estilo de vida saludable, se pueden atravesar algunos obstáculos, algunas dificultades que pueden boicotear todo el esfuerzo realizado hasta el momento y así impedir llegar al objetivo final. De ahí la importancia de poder identificar las posibles amenazas que se pueden presentar en esta época del año, como así también las estrategias para sortearlas victoriosamente.
Amenazas internas
Como amenazas internas, dentro del campo de lo psicológico, se puede dar cuenta de ciertos estados emocionales que pueden generar en el cuerpo físico cierto hambre emocional y consecuente sobrepeso. Los kilos emocionales aparecen debido a bloqueos emocionales que pueden ser recientes, o pueden haber ocurrido durante la infancia.
Muchas veces, cuando se tiene deseo o ansia de comer más o ingerir dulces, en realidad, lo que se tiene es por ejemplo hambre de compañía, de afecto, de tranquilidad, de relajación, de seguridad en uno mismo, o de un sentido de propósito en nuestras vidas.
En este sentido nos encontramos con la presencia de dos tipos de hambre, descritos en la imagen:
Estrategia: para enfrentar esta amenaza interna es imprescindible aprender discernir si se trata de hambre emocional o de hambre real, siguiendo estos pasos:
1) Detenerse un momento y observar la situación de hambre que se está sintiendo.
2) No intentar anularla o desestimarla, pero tampoco saciarla impulsivamente.
3) Registrar la emoción subyacente y aceptar la incomodidad que provoca. Saber que puede volverse más intensa o dolorosa y, aun así, contemplarla.
4) Mantener consciente la atención y preguntarse “¿Qué estoy sintiendo en realidad?” A menudo se encuentra un gran mar de emociones: aburrimiento, inquietud, miedo, tristeza o cualquier otra emoción, hay que permitirse sentirlas.
5) No quedarse estancado con sentimientos de infelicidad o negatividad. En su lugar simplemente se debe reconocer cuál es el verdadero sentimiento o emoción subyacente y ponle un nombre: “aburrimiento”, “nerviosismo”, “intranquilidad”, “angustia”.
6) Una vez que se reconoce y acepta lo que de verdad se está necesitando, se está mucho mejor preparado para realizar una elección más conciente. Por ejemplo, si se detectó “aburrimiento”, en vez de comer, tal vez sea más conveniente e inteligente decidir realizar alguna actividad para entretenerse. Si se detectó “nerviosismo”, realizar ejercicios de respiración, meditación o alguna actividad relajante.
Poder registrar, reconocer y aceptar las emociones es un ejercicio poderoso y bastante revelador que, si se tiene el hábito de llevarlo a cabo, se da gran paso en el autoconocimiento y autogobierno, en la conciencia y poder sobre el propio cuerpo y mente, lo cual es fundamental a la hora de detener el ciclo de malos hábitos que conducen a los antojos, a aumentar de peso y, en definitiva, a un deterioro de la salud.
Es importante entender que reaccionar saciando el hambre emocional, genera una sensación de “placer” momentáneo ante alguna situación displacentera o estresante que se está atravesando. En este sentido, la comida actuaría como una “solución” a corto plazo para sentirte bien y evadir el displacer provocado por la situación estresante. Lo paradójico es que, si esta forma de resolver o de lidiar con el estrés se cronifica, la salud física y mental se ve seriamente deteriorada a cortísimo plazo, provocando ECNT, somatizaciones, adicciones, y trastornos de angustia, entre otras afecciones.
Amenazas externas
Dentro de las amenazas externas que pueden tirar por tierra los objetivos que se han ido logrando, se pueden mencionar las siguientes:
1. Invitaciones, ya sea para comer, beber, para consumir en general, corriendo el riesgo de tentarse, cayendo en viejos hábitos nocivos o vicios.
Estrategias:
- Aprender a decir “NO” con seguridad, con certeza y confianza. Hay que recordar que no se tiene la obligación de complacer a todas las personas, y que, el hecho de decir “no”, no significa rechazar a alguien, sino rechazar el volver a caer en hábitos nocivos y echar por tierra todo lo logrado con tanto esfuerzo. Decir “no” a estas tentaciones es afirmarse en la salud y el autocuidado.
- Evitar comer en respuesta a una situación: planear qué se va a comer en esas ocasiones especiales es fundamental para eliminar imprevistos, tentaciones, y no depender totalmente de tu fuerza de voluntad. Además, recordad que la comida no está por encima de la celebración misma, del fin del encuentro que los convoca.
Lograr afianzar hábitos saludables dejando los vicios de lado, poco a poco, paso a paso, se vuelve paulatinamente más fácil. Poco a poco se deja de padecerlo, ya no involucra tanto esfuerzo. Poco a poco el cuerpo y la mente se acostumbran, se habitúan, y conforme se aprenda y se reeduque, uno puede ir notando que se puede seguir yendo a comer con amigos buscando las opciones más saludables.
2. Llevar un ritmo de vida acelerado: principalmente en esta época, el nivel de acelere de la sociedad en general suele aumentar, por ser una época de cierres, de balances. El agitado ritmo de vida actual ha contribuido a perjudicar la calidad de la salud, principalmente por haber modificado la manera de alimentarte. La mayoría de las personas dispone de poco tiempo para realizar las cuatro comidas diarias y es por eso por lo que se recurren a las "comidas rápidas".
Da la sensación de que la prisa da prestigio porque indica que estás muy ocupado, y eso se interpreta como que eres un gran profesional. Es importante tener en cuenta que la velocidad también puede ser sinónimo de mala gestión del tiempo, de desconcentración, de olvidos y desequilibrio personal y profesional. Y tarde o temprano, la mente y el cuerpo van a detenerte. Cuidado.
Estrategias:
- Priorizar: ¿Qué es importante y qué no lo es? Es una pregunta difícil a la que cada uno contesta de forma diferente porque depende de una escala de valores personal. La respuesta no importa, porque ninguna de ellas es buena ni mala. Lo que sí interesa es ser coherente y actuar conforme a lo que cada uno establece como relevante. Lo importante es organizarse y planificar el día a día de acuerdo con estas prioridades.
- Poner límites en los horarios: si esa acotación de tiempo no existe, el cerebro se dispersa porque sabe que dispone de todo el tiempo del mundo para resolver lo que tiene entre manos. Los límites permiten prestar atención a lo importante.
- Decir “NO”: evitar priorizar los deseos de los demás sobre los propios. Dar prioridad a gestionar los asuntos personales es clave para lograr una vida más ordenada y, si se quiere, estar disponible y en mejores condiciones de ayudar al resto. Muchas personas piensan que dedicarse tiempo es egoísta, porque son ratos que se podrían invertir en los demás. Pero no es así. El bienestar psicológico y físico personal depende de la capacidad de disfrute de cada uno.
- Desconectarse del celular, del WhatsApp, del trabajo, del correo electrónico, de todo lo que impide disfrutar de otros momentos. Uno de los usos negativos de la tecnología es convertir todo en algo inmediato. No se está obligado a contestar a toda la información entrante en el instante. En su mayoría no se trata de algo urgente. Es uno mismo quien ha decidido que tiene que responder a todo con prisa, y se ha afianzado ese hábito.
- Utilizar técnicas de relajación: se trata de repartir las horas de forma tal que las obligaciones y los momentos de ocio estén equilibrados.
- No buscar la perfección: se trata más bien de estar a gusto con la vida que cada uno lleva. La perfección no existe, ni en la tecnología, ni con el cuerpo físico, ni en la destreza o habilidad para desarrollar un deporte. Se pierde mucho tiempo y energía, exponiéndose a frustraciones recurrentes, intentando que algo sea perfecto.
- Descansar adecuadamente: No solo aporta energía para hacer frente a las actividades diarias, sino que una buena noche de sueño puede hacer que uno se levante positivo y optimista.
- Realizar actividad física: permite no solo quemar calorías sino también contribuye a la eliminación del estrés. Por otra parte, ayuda a dormir mejor, y contribuye a mejorar la autoestima por la satisfacción personal resultante.
Mantener relaciones interpersonales satisfactorias las cuales generan gran parte de las emociones positivas y bienestar general. Por el contrario, la ausencia de relaciones sanas o el aislamiento social generan emociones negativas, pudiendo llevar a un deterioro gradual e irreversible de las capacidades físicas y mentales.
Nota de la Redacción: Artículo publicado en el Material Educativo de Icarus Centro de Salud & Longevidad, para pacientes del Pios-Pec y Pios-Pec PER, correspondiente a diciembre de 2022, cedido para su publicación en AIM.
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