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Jane Nelsen: “Eliminar el castigo no significa dejar que los niños hagan lo que les apetezca”

Jane Nelsen es psicóloga y educadora, además de madre y abuela. Nacida el 21 de abril de 1937, es a esta maravillosa mujer a quien debemos el programa de Disciplina Positiva, que creó junto a Lynn Lott. A partir del legado de Alfred Adler y Rudolf Dreikurs, las autoras desarrollaron un manual para padres publicado en 1980. Cuatro décadas más tarde, la Disciplina Positiva es conocida en todo el mundo. Miles de padres, profesores y psicólogos aplican las propuestas de Jane Nelsen y Lynn Lott. Se ha demostrado que educar desde el equilibrio entre amabilidad y firmeza no sólo es posible, sino también rotundamente eficaz.
La inmensa mayoría de padres y educadores desean esa armonía para sus hogares o sus aulas. Pero en la práctica, con frecuencia nos sorprendemos repitiendo los patrones de nuestra propia infancia; o cayendo en el exceso de autoritarismo o permisividad. La Disciplina Positiva ofrece herramientas asequibles para alcanzar el equilibrio. Sencillez y eficacia son los factores que explican el éxito de este modelo pedagógico.
En Escuela Bitácoras encontrarás dos cursos para conocer sus claves. «Disciplina Positiva», con Bei M. Muñoz, cuenta con más de 3.400 alumnos. Y para profundizar en la adolescencia acabamos de lanzar «Disciplina Positiva de 8 a 16 años», con Bibiana Infante y Violeta Alcocer. Un total de más de 6 horas de vídeos en calidad 4K, repletos de recursos para acompañar a tus hijos en su desarrollo desde el amor, la calma, la coherencia y el respeto.
En el aniversario de Jane Nelsen, recuperamos varias citas que resumen algunos de los fundamentos del programa de Disciplina Positiva.
1. Los niños lo hacen mejor cuando se sienten bien
"¿De dónde hemos sacado la loca idea de que para que los niños se porten mejor, antes tenemos que hacerles sentir peor?"
Gritos, amenazas, luchas de poder, castigos, incluso faltas de respeto y humillaciones. Estos son algunos de los 'métodos' que, a menudo sin darnos cuenta, llegamos a emplear para corregir los comportamientos de los niños. El resultado más visible es que tanto ellos como nosotros mismos nos sentimos inmediatamente tristes o enfadados. Piensa en lo que sucedía cuando alguien se dirigía a ti con estas formas en tu infancia. O en lo que sientes hoy en día cuando alguien te recrimina alguna conducta de esta manera. Puede que en ciertos casos entiendas tu error, pero será complicado que despierte tu motivación para mejorar.
2. Educar empieza por educarnos
"Si los adultos quieren que los niños aprendan a dominar su conducta, ¿es demasiado pedir que ellos aprendan a dominar la suya?"
Hay una duda que suelen poner sobre la mesa muchos de los que se acercan por primera vez a la Disciplina Positiva. "Amabilidad y firmeza, eso está muy bien. Pero cuando me saca de quicio, no me quedan fuerzas para ser amable", explican mamás y papás. No les falta razón. Enseñar a los niños que es necesario tranquilizarse antes de buscar soluciones es muy importante. Para poder transmitírselo, lo primero es que nosotros mismos seamos capaces de hacerlo. Este patrón se repite en infinidad de ocasiones. Si quieres que tu hijo sea paciente, ten paciencia con él. Si quieres que sea respetuoso, trátale con el mismo respeto con que tratas a los adultos que te rodean.
3. Para ser responsables, los niños necesitan responsabilidades
"Los niños no aprenderán a ser responsables si los adultos siguen haciendo por ellos lo que ellos pueden y deberían hacer por sí mismos"
¿Quién no ha visto a un niño de cierta edad exigir la ayuda de sus padres para comer, vestirse o cualquier otra tarea rutinaria? Los adultos acceden, argumentando que "es la única manera de que lo haga". En realidad, lo que ocurre es que enseñar competencias para la vida requiere invertir tiempo y paciencia. No todos los padres están verdaderamente dispuestos. Por supuesto, siempre terminan comiendo y vistiéndose sin ayuda. Aprenden la mecánica, pero pierden la ocasión de desarrollar desde pequeños su responsabilidad y su confianza en sí mismos. Además, permitir que los niños ayuden en casa, asumiendo tareas para las que están capacitados, es una excelente forma de hacerles sentir importantes y tenidos en cuenta.
4. Equivocarnos y aprender
"Necesitamos enseñar reiteradamente a los niños que los errores son oportunidades maravillosas para aprender"
Saber cómo enfrentarse a la frustración, al fracaso y al error es una competencia imprescindible para una vida feliz. Existen pocas más valiosas que puedas enseñar a tus hijos. La Disciplina Positiva hace especial hincapié en este aspecto. "Los adultos podrían aprender más sobre el principio de concebir los errores como oportunidades para aprender observando a los niños mientras aprenden a andar. Ellos no malgastan el tiempo en sentirse incapaces cada vez que se caen. Simplemente se vuelven a levantar. Si se hacen daño en la caída, pueden llorar durante unos minutos antes de volver a levantarse solos, pero no incorporan a su experiencia culpa, crítica ni otros mensajes contraproducentes", explica Jane Nelsen.
5. Elogios vs Motivación
"El efecto a largo plazo de la motivación es favorecer la confianza en uno mismo. El efecto a largo plazo de los elogios es favorecer la dependencia en los demás"
A los padres nos preocupa profundamente el autoconcepto de nuestros hijos. Queremos nutrir su autoestima y, con esa intención, tendemos a elogiar sus logros. El problema es que no siempre somos cautos y comedidos. Un niño excesivamente elogiado puede convertirse, en palabras de Nelsen, en un "adicto a la aprobación externa". La Disciplina Positiva nos enseña a usar la motivación como alternativa segura. Un ejemplo sencillo. Si tu hijo obtiene una gran nota en un examen, no te centres en elogiar la perfección de ese resultado. Valora su esfuerzo e interésate por su punto de vista. Pregúntale cómo se siente con lo que ha conseguido. Eso es mucho más importante que lo que tú o cualquier otra persona sienta acerca de sus logros.
6. Lo que hay detrás de la 'mala conducta'
"El niño que más amor necesita es a menudo el que actúa de una forma más odiosa"
La conducta de un niño es la punta de un gigantesco iceberg. Es lo que observamos a simple vista y es fácil caer en la tentación de actuar al respecto. Sin embargo, concentrándonos en el comportamiento olvidamos todo lo que hay en la parte oculta del iceberg: las creencias erróneas que explican lo sucedido. Cuando hacen cualquiera de esas cosas que los adultos llamamos portarse mal, los niños están enviándonos un mensaje. Descifrarlo y comprenderlo es todo un reto. Pero actuar sobre la creencia errónea y no sobre la conducta es la única forma de obtener resultados a largo plazo. La Disciplina Positiva aporta herramientas para lograrlo.
7. Suprimir los castigos no supone renunciar a los límites
"Eliminar el castigo no significa dejar que los niños hagan lo que les apetezca"
Hablar de educar sin castigos suele hacer que se disparen algunas alarmas. Hay padres convencidos de que no hay otra manera de marcar límites, de que renunciar al castigo es abrir barra libre al comportamiento disruptivo. Muchas veces aluden a su supuesta eficacia para defender este 'método'. "Los resultados inmediatos a menudo nos engañan. Debemos tener cuidado con lo que da resultado cuando sus repercusiones a largo plazo son negativas", alerta Jane Nelsen. Hay muchas cosas que podemos provocar sin darnos cuenta al castigar a los niños. Centrarnos en las soluciones y usar correctamente las consecuencias lógicas y naturales son algunas de las alternativas que se proponen en Disciplina Positiva.
Por Tomás Magaña para Escuela Bitácoras

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