Una alimentación rica en grasas por parte de los progenitores afecta directamente la salud y el peso corporal de sus descendientes. Así se desprende de un estudio realizado en ratones y llevado a cabo por un equipo de biólogos y médicos de la Universidad Nacional de Córdoba y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) (Argentina).
Estos científicos estudian cómo influye el consumo crónico de una dieta rica en grasas, tanto en roedores adultos como en sus crías, y cuáles son sus consecuencias a nivel de peso corporal y fisiología reproductiva.
Los resultados demuestran que una alimentación hipergrasa afecta negativa y directamente la salud de los descendientes, más aún que la de los propios progenitores.
Tras pruebas y experimentos realizados con roedores, encontraron que los hijos cuyos padres consumieron durante su vida adulta comida “chatarra” aumentan de peso rápidamente hasta alcanzar niveles elevados, incluso sin haber ingerido nunca comida de este tipo. También observaron efectos sobre el desarrollo reproductivo: adelanto de la pubertad en las hembras, y disminución de la concentración espermática en el caso de los machos.
Los investigadores arribaron a estas conclusiones luego de administrar una dieta con un alto contenido de grasas (24 por ciento) a un grupo de ratones de ambos sexos, y comparar los efectos con otro grupo control, al que se le suministró una dieta balanceada, con valores lipídicos normales (seis por ciento).
“Observamos que tanto los machos como hembras adultos alimentados con dieta hipergrasa aumentaron de peso, pero no llegaron a desarrollar obesidad. Sus hijos, en cambio, sufren los efectos más negativos después”, explica Laura Vincenti, doctora en Ciencias Biológicas y directora del grupo de investigación que lleva adelante el proyecto.
La especialista subraya que ese incremento de peso en los hijos se produce, incluso, cuando éstos nunca consumieron directamente comida rica en grasas. “Lo que manifiestan a nivel corporal es consecuencia de lo que comieron sus progenitores en alguna etapa de su vida –asegura–. La magnitud de ese efecto en la descendencia depende del tipo de alteración alimentaria y del momento en que se produjo, por ejemplo, si los padres consumieron comida con alto contenido graso antes de la concepción, durante la gestación, o la lactancia”
Las pruebas in vivo indican que la diferencia de peso entre ambos grupos (control y problema) oscila entre el 10 y el 15 por ciento, y que ese aumento puede registrarse tanto en el momento de nacimiento de las crías como al llegar a la pubertad (entre el día 21 y 35 de vida), etapa en la que comienzan a ganar peso fuertemente y se despegan de la línea de crecimiento de los controles, manteniéndose así hasta llegar a la adultez (día 60), cuando ambos grupos se equiparan.
Las conclusiones alcanzadas por los investigadores demuestran que el tipo de dieta consumida por los progenitores también impacta en la fisiología reproductiva de sus descendientes.
En el caso de los machos, afecta directamente la fertilidad de las crías, las cuales presentan menor concentración espermática.
En efecto, los padres tratados con dieta hipergrasa –durante 10 semanas antes de aparearse con una hembra– no registraron modificaciones en su calidad espermática, mientras que se halló una disminución significativa (25 por ciento menos) en la cantidad de espermatozoides de sus crías. En los demás parámetros evaluados (motilidad, concentración, vitalidad, reacción acromasal y resistencia osmótica) no se encontraron cambios importantes.
Estos resultados están en sintonía con otros estudios realizados en esa línea a nivel mundial.
En las crías hembras, en cambio, se produce un adelanto de la pubertad y un mayor aumento de peso que los machos. “Nuestras conclusiones, hasta el momento, indicarían que el sexo femenino sería el más afectado. Comparativamente, las madres alimentadas con alto contenido graso aumentan más de peso que los machos, y sus hijos también. Y a nivel reproductivo, la pubertad aparece más tempranamente”, apunta Vincenti.
Los investigadores consideran que estos cambios podrían ser el resultado de modificaciones producidas a nivel epigenético, es decir, que no implican mutaciones directas en el ADN, sino en la expresión de los genes, y advierten sobre la importancia de la prevención basada en una adecuada alimentación.
Fuente: Argentina Investiga
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