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Salud y Bienestar
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Fomentar el optimismo  es positivo.
Fomentar el optimismo es positivo.

La llegada de la primavera y su impacto en la salud emocional

Como todo cambio que atravesamos en nuestras vidas, está demostrado que el clima afecta nuestro estado anímico. La llegada de la primavera simboliza el florecer, y así como las flores comienzan a mostrarse, lo mismo pasa con nuestra energía. Es el renacer a la vida, en su máxima expresión. Es el momento de unificar nuestro mundo interior con el exterior. Por las licenciadas en Psicología Mariela Garabello y Mailén Barreto Buthay.

Así como la llegada del otoño trae consigo el acortamiento de los días, y la disminución la luz solar, el clima gris y frio genera un proceso de desadaptación que, en algunas personas es más notorio que en otros. Eso se refleja en cierto desánimo (lo que muchos lo relacionan con menos cantidad de exposición solar y sus beneficios), más ansiedad, e incluso tristeza que, como toda emoción de este tinte, suele no tolerarse, buscando un rápido alivio que a veces termina en malas canalizaciones y el boicot a ciertos hábitos saludables que se venían formando o sosteniendo.

“El secreto no es correr las mariposas, sino cuidar el jardín para que ellas vengan a ti”
La primavera, opuesta en sus características al otoño e invierno, es la estación en la que la temperatura se eleva, las plantas florecen, y los días se alargan, pero también provoca el llamado “trastorno estacional de desadaptación”, que da lugar a ciertas dificultades.

Debemos recordar que, en el contexto de la pandemia por el Covid-19, todavía rige la cuarentena y, aunque más flexible, nos limita en muchos aspectos, lo que también afecta nuestros sentimientos, conductas y hábitos. Si no nos concientizamos y trabajamos para una mejor gestión, la situación puede devenir en intolerancia y provocar resonancias negativas, no solo para nuestro estado de ánimo, sino también para nuestra salud en general.

La primavera, la sangre altera
Por tener un tinte más cálido y florido, podría decirse que la primavera es la estación del amor y la alegría, excepto para aquellas personas que la relacionan con algún suceso trágico o problemático de su vida y, por eso, sienten negación o rechazo. La denominada estación de las flores genera que las personas se sientan más animadas, con más ganas de hacer determinadas cosas, con más energía y optimismo. Esto tiene también su explicación científica y racional, ya que estos cambios ambientales generan en los seres humanos mayor liberación de serotonina, dopamina y noradrenalina, hormonas todas relacionadas con la felicidad.

Estos cambios pueden tomarse como beneficios para reforzar aquellas actividades que favorecen el mejor funcionamiento de nuestro cuerpo, en general, así como una mejor perspectiva mental respecto de nosotros mismos y nuestro contexto, que siempre incrementa nuestra motivación y accionar para el logro de mejores resultados respecto a los objetivos propuestos.


Primavera, pro y contra
No obstante, la primavera también tiene sus contras, ya que muchos sufren alergias y hasta incluso, afecciones gastrointestinales por los cambios ambientales, que les generan molestias y por los que deben tomar ciertas precauciones. Otras personas, contrariamente al buen humor y a la mayor energía, suelen caer en lo que se denomina “abstenía primaveral”, que es parte también del trastorno adaptativo que implica el cambio estacional y que, si lo afrontamos adecuadamente, sin rendirnos o victimizarnos, puede superarse rápidamente. En este último caso, la persona siente más cansancio, somnolencia, e irritabilidad, lo que resuena en los hábitos. Tener conocimiento de la situación puede ayudarnos a buscar mejores herramientas para resolverlos sin que se alarguen en el tiempo, afectando la salud y nuestro progreso.

Sumado a ello, el calor suele llevar a las personas a caer en la cuenta de lo poco que falta para el verano, lo que genera consciencia de la mayor exposición del cuerpo, y el consiguiente remordimiento que provoca no haberse cuidado adecuadamente durante los meses anteriores. En este punto, es importante no caer en el intento de la búsqueda de “soluciones mágicas” como las dietas restrictivas o las compensaciones que, lejos de ayudar, no favorecen a los verdaderos hábitos saludables, sino que tampoco se sostienen en el tiempo, generando incluso efecto rebote.

Es clave comprender que el cuidado de nuestro cuerpo y de nuestra salud no debe ser por temporada, por las fluctuaciones que genera, sino un acto diario de elección. Debe convertirse en una decisión para toda la vida, donde lo importante, más allá del peso, sea la calidad de vida, que traerá como resultado, un peso saludable.

Por la situación social que atravesamos y como en cada época de nuestras vidas, deberemos, en algunas cosas, reinventarnos, y buscar otras alternativas, pero lo importante es no rendirnos. Cuando el objetivo es claro, a pesar de cualquier adversidad, se puede encontrar la solución. Y en este caso es mantener el estilo de vida saludable. Esto implica salud física y emocional. No olvidemos que somos un todo interconectado y si algo falla, hay una parte debilitada que limita.

Tips para afrontar asertivamente el cambio estacional
-Mantener nuestras necesidades básicas satisfechas, optando por aquellas propuestas alimenticias más livianas y saludables. Esto implica no descuidar la buena alimentación, principal fuente de energía junto con el buen dormir, que incluye no menos de siete horas de buen descanso. Está demostrado que lo que cómenos influye en nuestro estado de ánimo. Por eso es clave evitar aquellos alimentos que no nos nutren y que, por el contrario, nos hacen sentir más pesados, incidiendo en el buen estado de ánimo. En la medida que el cuidado proviene de nuestra propia voluntad, incrementa nuestra autoestima y autoeficacia, siempre la principal clave de nuestro bienestar.

-Realizar ejercicio físico con regularidad, actividad física que nos mueva y desconecte mentalmente, ya que aumenta la liberación de serotonina y otras hormonas del bienestar. También es importante no olvidar que, a las ganas, las construimos haciendo, y en la medida que empezamos a movernos, por poco que sea, iremos incrementando la motivación y la energía. Si nos sentimos asténicos y hasta angustiados, puede que cueste empezar, pero se trata de esforzarnos de a poquito, comenzado con solo 30 minutos diarios, para luego ir sintiendo la recarga anímica y así progresivamente volver a nuestra “normalidad” o mejor funcionamiento.

-Efectuar actividades de ocio y fluidez: Es importante buscar alternativas desde los gustos personales de cada uno, incluyendo el contacto social, tan importante para los seres humanos, sin descuidar los protocolos necesarios que nos protejan del Covid-19. Esto es clave porque el contacto con nuestros seres queridos no solo mejora los sentimientos, sino que desde allí se refuerzan las defensas inmunológicas. De nada sirve cuidar la distancia y el aseo, si estamos deprimidos o estresados. Nuestra salud mental es indispensable para también mantener la salud física. De hecho, si contraemos alguna enfermedad, favorecerá que podamos defendernos y responder a los tratamientos de manera más eficaz.

-Fomentar el optimismo. Nuestro modo de pensar influye en cómo nos sentimos, en el cuerpo y en nuestras conductas. Está demostrado que mantener una actitud positiva alarga los telómeros, parte fundamental de nuestro ADN y de la regeneración celular. Hay que tratar siempre de adoptar desde esta perspectiva una postura de “yo puedo”. El autodialogo positivo es fundamental, ya que va reforzando nuestro amor propio, sin el cual nos descuidamos y hasta muchas veces, agredimos con malos hábitos. Identifica, anota y felicítate por cada pequeño logro que hagas cada día. Esto incrementa la seguridad en uno mismo, y la motivación de ir por más. Ocurre lo contrario si nos quedamos en la queja, focalizándonos solo lo que nos falta o en lo que erramos. Visualiza tus éxitos, ya que no solo fortalecerán tu confianza, sino que te aportarán y recordarán estrategias y recursos que se tienden a olvidar una vez que hemos conseguido o resuelto cierto objetivo. Pregúntate: ¿qué me sirvió o qué estaba haciendo que ya no, y me hacía sentir bien? ¿Cómo comencé a realizarlas cuando me costaba inicialmente? ¿Cómo quiero verme en un futuro? ¿Qué hábitos incluye ese yo del mañana? ¿Cómo me siento hoy y cómo creo que me sentiría con ese cambio? ¿Cómo creo que me verían los demás? ¿Qué he logrado hasta el momento y que me falta? ¿Cómo puedo de a poco ir reforzando esas cuestiones? Intenta ser lo más detallado y concreto posible para imaginar la mejor versión futura de ti. Esto siempre motiva y nos da claridad del camino a seguir.

-Ser realista. Si no lo somos, nos frustraremos y terminaremos abandonando nuestros objetivos. Para ello es importante, con la mayor sinceridad, saber si las metas propuestas son demasiados exigentes o demasiado laxas; si estamos realmente comprometidos o si esperamos una solución externa. Es importante ser flexible para adaptar los objetivos a las posibilidades de cada uno, sin menospreciarnos. Tampoco debemos olvidar que todo cambio y cada objetivo propuesto implica un proceso, y por ello, conlleva su tiempo. Se trata de ir paso a paso, de modo progresivo. Nada se consigue de la noche a la mañana, y lo que es realmente importante es el aprendizaje y su mantención en el tiempo. Es clave enfocarse en la calidad de vida, en el verdadero cambio de hábito y no en el peso, específicamente, que suele generar presión, bloqueos, ansiedad y hasta evasión de la balanza, que para nada es nuestra enemiga.
De la Redacción de AIM.

Primavera y salud bienestar estacion

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