En los últimos tiempos pos Covid-19, tanto a nivel mundial, como en Argentina se está atravesando una situación crítica, lo que, sumado a los problemas personales e interpersonales de cada persona, afecta o pueden afectar inevitablemente el estado psicofísico de cada individuo, recordando siempre que es un todo interrelacionado con cada una de sus partes. Por las Lic. en Psicología Mailén Barreto, Mariela Garabello y Melody Varisco
De allí la importancia de generar herramientas que favorezcan el enfrentamiento asertivo de las adversidades. En este sentido, ya Darwin sostenía que no es el más poderoso, ni el más fuerte quien sobrevive o triunfa, sino el que mejor responde al problema.
En tal sentido, la resiliencia es la capacidad de salir fortalecido de los mismos. Para entenderlo mejor, la palabra resiliencia procede del latín, del verbo resilio, que se traduce como “saltar hacia atrás, rebotar”. En la Física, es utilizada para referirse a los materiales que pueden resistir un impacto y volver a su forma original. En psicología el término se utiliza para hacer referencia a la capacidad que tiene una persona para adaptarse y afrontar satisfactoriamente, con flexibilidad, una situación adversa, difícil, límite y de sobreponerse a ella, saliendo incluso aún más fortalecido al haber adquirido un aprendizaje y otorgado sentido a esa experiencia.
En ese orden, no se puede dejar de mencionar que la percepción de autoeficacia está estrechamente vinculada con lo anterior, incluso potenciándose mutuamente, dado que tiene que ver con las creencias en las propias capacidades para organizar y ejecutar los cursos de acción requeridos para manejar situaciones futuras.
Las creencias de eficacia influyen sobre el modo de pensar, sentir, motivarse y actuar de las personas. En ésta misma línea, se entiende que los logros humanos y el bienestar personal requieren un sentido optimista de la eficacia personal. Se necesita un sentido de eficacia firme para superar los impedimentos y reveses que caracterizan a algunas tareas. Lo que finalmente lleva a mayor sentimiento de seguridad personal y allí a la resiliencia. Por el contrario, las personas que crean que a través de sus acciones no pueden producir los resultados deseados tendrán pocos incentivos para actuar o para perseverar a la hora de afrontar dificultades. Puede que incluso tenga las destrezas necesarias para autor-regular su comportamiento, pero si cree que no es capaz, aún con esos recursos no llevará a cabo exitosamente dicho proceso.
Es importante subrayar que la resiliencia no es una característica que las personas tienen o no tienen, sino quetodas las personas pueden desarrollarla y fortalecer estas habilidades claves para el enfrentamiento eficaz de las contingencias de la vida. Solo es cuestión de decisión y práctica. Se trata de una habilidad que se puede aprender a largo plazo por cualquier persona, incluyendo no sólo acciones, sino también conductas y pensamientos. Para ser resilientes, no es necesario tener unas habilidades o cualidades excepcionales, lo importante es saber qué recursos están a disposición y que se deben practicar a diario. Es importante proponerse como objetivo, estimular y trabajar en esta habilidad para fortalecer sus componentes.
Conductas para desarrollar la capacidad de resiliencia
- Auto conocerse: lo que implica momentos de consciencia y conexión, para salir del automatismo y poder ver otras perspectivas, así como evitar el tapón con otras cosas que incrementan el problema, más allá que momentáneamente puedan generar un despeje o alivio, como por ejemplo la comida. Solo detectando cual es realmente el problema, incluyendo la identificación de lo que realmente se siente, se podrá encontrar la correcta solución o la alternativa más adecuada para su enfrentamiento. Así como también de allí sacar las fortalezas que favorecerán a resolución de cualquier adversidad, contingencia o problema, incluso las debilidades o complejos que deben fortalecerse para que no terminen afectando negativamente el resultado.
Para ello se debe apelar a la memoria y la experiencia, recordando las formas en las que se han afrontado conflictos en el pasado, las actitudes asumidas, las habilidades y estrategias que fueron de ayuda y las que no. Muchas veces, al afrontar situaciones extremas en las que se ponen todas las capacidades a prueba, las personas también pueden aprender algo sobre sí mismas. La mayoría describen un incremento de la fuerza personal, de su autoestima y espiritualidad más desarrollada, y una mayor apreciación de la vida.
- Asumir las crisis como una oportunidad para aprender: si bien a lo largo de la vida se enfrentan muchas situaciones dolorosas que naturalmente desmotivan, las personas con un alto nivel de resiliencia son capaces de ver más allá, sin desmoronarse. De esta manera, asumen las crisis como una oportunidad para generar un cambio, para aprender y madurar, sabiendo que esas adversidades no son eternas y que el futuro depende de la manera en que se reaccione ante ellas.
- Practicar el pensamiento y autodiálogo positivo: es importante promulgar ambos a fin de que permita ver alternativas y posibilidades, que ayuden a salir de la rigidez en las que por el contrario la negatividad tiende a generar, llevando a la persona a paralizarse y quedarse en la queja que solo acarrea más sufrimiento.
Los pensamientos negativos pueden inducir a tener pensamientos irracionales que llevan directamente a la distorsión en la evaluación de una situación. El optimismo se basa en esperar cosas buenas, pero hay que tener presente que las dificultades pueden ser parte del curso natural de los acontecimientos.
Es importante ver que ante una situación se puede hacer varias interpretaciones y no sólo está la opción negativa, puede llevar a racionalizar esos pensamientos y llegar a la conclusión de que las opciones positivas son más factibles y prácticas.
Es importante recordar siempre que la mente es la herramienta que puede sanar o terminar enfermando, que el inconsciente no distingue fantasía de realidad y lo que se piensa, se dice a uno mismo, la persona lo termina creando.
De allí la importancia de ser cauteloso con el vocabulario que se utiliza; “no voy a poder”, “esto es imposible”, “esto es terrible”, así como la práctica de la visualización, la imaginación positiva que se ha demostrado que, por lo anteriormente mencionado respecto al poder del inconsciente, pueden no solo modificar el estado de ánimo sino hasta los circuitos neuronales.
- Activar el hemisferio derecho del cerebro: practicar actividades que activen dicho hemisferio, que es la parte creativa, la de las soluciones, y se da al salir del automatismo abarcado por la parte izquierda. Toda actividad recreativa, de desconexión con las preocupaciones y obligaciones, como la actividad fisca que al igual que el socializar, reír, hacer algún hobby llevan al organismo a liberar las hormonas del bienestar que mejoran el estado de ánimo, la autoestima y de allí la seguridad en las propias capacidades para lograr un objetivo, incluyendo la resolución de una contingencia, las cuales siempre se van a presentar en el camino de la vida en la dirección en la que se vaya.
Interesarse en actividades que hagan sentir agradecimiento y vitalidad, como la meditación, relajación y las prácticas espirituales contribuyen a establecer relaciones y restaurar la esperanza, tan vitales para que el motor de la resiliencia siga en marcha.
- Aceptación: Aspecto que es distinto a la resignación que lleva al bloqueo y que va de la mano del reconocimiento del problema, para a partir de allí generar un plan de enfrentamiento. Se trata de mirar las crisis como obstáculos superables, entendiendo que ciertos acontecimientos aversivos vienen solos, no dependen de uno. Lo que sí está en las propias manos es la interpretación y reacción ante los problemas.
- Ser proactivos: La planificación previa genera mayor seguridad y predisposición al tiempo que da mayor eficacia, que el intentar desde la espontaneidad, donde en general surgen hábitos viejos, se incrementan los impulsos que llevan a tomar malas decisiones, a equivocarse con más facilidad por no estar en lo racional o a los mismos resultados y creencias negativas. Aquí es importante entender los procesos, que nada se logra ya o por arte de magia, todo implica acción, practica, planificación, responsabilidad, y que los mayores logros, sostenibles en el tiempo, se dan con gradualidad. Y por ello ir pautando y cumpliendo pequeñas metas que eviten la frustración o desmotivación hasta lograr finalmente el objetivo mayor. Así también es importante
- Mantener las necesidades básicas satisfechas: éstas incluyen el comer sanamente, buen descanso, actividad física y despeje mental para evitar el hiperestrés. Sin estas cuestiones es difícil tener el equilibrio emocional y el enfoque adecuado para avanzar en los próximos escalones. Por ejemplo, si una persona no ha descansado bien o esta hiperestresada va a tener gran dificultad para poder ver una alternativa optimista ante una problemática, ya que, por su situación, está debilitada. Lo mismo sucede con las demás necesidades básicas.
- Rodearse de personas que tienen una actitud positiva: saber cultivar amistades inteligentemente es clave. Construir relaciones fuertes y positivas otorga el apoyo, la orientación y la aceptación necesaria en momentos alegres y tormentosos. De esta forma, logran crear una sólida red de apoyo que pueden sostener en los momentos más difíciles, siendo fundamental saber pedir ayuda cuando se la necesite.
- Sentido del humor: poder apelar al sentido del humor para descomprimir tensiones y desdramatizar. El humor ayuda a mantenerse optimistas, a considerar distintas perspectivas de lo sucedido y, sobre todo, permite desdramatizar situaciones y enfocarse en los aspectos positivos de estas. Desdramatizar las situaciones adversas a través del humor alivia el estrés inherente a ellas, lo cual permite sobrellevarlas de una mejor manera.
Nota de la Redacción: Artículo publicado en el Material Educativo de Icarus Centro de Salud & Longevidad, para pacientes del Pios-Pec y Pios-Pec PER, correspondiente a octubre de 2022, cedido para la publicación en AIM.
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