Con el aumento de la temperatura, se incrementa la cantidad de gente que elige dejar su casa o el gimnasio para llevar su rutina de ejercicios al sol. La primavera y la llegada de días más largos incentiva a pasar más tiempo al aire libre. Pero, ¿qué repercusión tiene en el organismo? Por el profesor de Educación Física Matías González. Especial para AIM.
Hay ciertas recomendaciones y recaudos a tener en cuenta a la hora de decidir qué tipo de ejercicios llevar adelante con los primeros días de calor, y los últimos de frío. Es necesario determinar qué tan exigentes pueden ser los planes, cuántos días a la semana se debe entrenar, con qué frecuencia, qué tipo de ejercicios son más recomendables según la edad, entre otros factores.
De todos modos, en líneas generales, existen una serie de actividades físicas que en condiciones normales pueden ser realizadas por todos los grupos etarios.
Teniendo en cuenta está etapa de la cuarentena por la pandemia de Covid-19 y las habilitaciones existentes, algunos elegirán el trabajo en el gimnasio, siempre respetando los protocolos correspondientes, otros optarán por realizar ejercicios en su casa, y hay quienes preferirán los parques y espacios libres para mover el cuerpo.
El clima confortable de la primavera facilita la realización de actividad física en el exterior. Además, posibilita que mucha gente se junte para compartir momentos agradables mientras realizan caminatas, footing o trotes livianos por su barrio o parque más cercano. Como consecuencia, además de mantener nuestro cuerpo en movimiento, se puede reforzar vínculos sociales y generar nuevas relaciones.
Los beneficios de la actividad física
Ya sea una simple caminata, trotar, correr, o la realización de algún deporte implique mayor intensidad y disciplina, la actividad física proporciona muchos aspectos positivos para el cuerpo humano, en lo externo al mismo, y también, quizás más importante aún, en lo mental. Si se le agrega el plus de realizarla en el esplendor de la naturaleza bajo condiciones favorables, mejor todavía. Las excusas quedan en un segundo lugar.
La relación entre el aire libre y el ejercicio ayuda en gran medida a quien lo practica. Para empezar, el tener la posibilidad de estar en espacios verdes está asociado a la longevidad y disminución del riesgo de enfermedad mental, por lo que cualquiera que pueda aprovechar la oportunidad cuenta con esa ganancia. Además, hay menor sensación de fatiga, ya que el contacto con el medio ambiente provee a nuestro sistema nervioso de diversos estímulos agradables que sirven de distracción y reducen la conciencia sobre las sensaciones fisiológicas o emociones negativas. Esto puede ayudar a aumentar la cantidad de actividad física realizada y la motivación para continuar.
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