La crisis puede ser una oportunidad para el cambio, ya que puede aumentar la disposición de las personas y las organizaciones a hacerlo.
Si hay algo positivo que se pueda rescatar en una crisis, creo que sería la mayor disponibilidad al cambio. En las organizaciones, esto se ve claramente como respuesta a la percepción de amenaza externa que se respira día tras día. Se trata de una reacción humana automática, ligada al natural impulso de supervivencia de nuestro cerebro. Esta sensación se conoce también como “sentido de urgencia”, como la llama Kotter en sus “Ocho pasos para gestionar cambios organizacionales”.
En condiciones normales, la necesidad está más subyacente. Es por eso por lo que, en esas circunstancias de normalidad, los gestores de cambio nos vemos ante la necesidad de llevar a cabo acciones de comunicación, con el fin de concientizar sobre la necesidad. Analizar y comprender los riesgos de no cambiar, abre la posibilidad de conversar sobre un futuro mejor, predisponiendo y motivando a generar acciones para el cambio.
La situación de crisis ya ha abierto por sí misma esta posibilidad. La urgencia se instala, pero ahora requiere de acompañamiento, de una escucha atenta y comprensiva que derive paulatinamente hacia una mirada común del presente y del futuro deseado.
A trabajar en conjunto, los cambios a implementar serán entonces una consecuencia natural derivada de una construcción colectiva, canalizada a través de las aptitudes de escucha, análisis, conciliación y planificación de quienes gestionan la transformación; y plasmada, primero en acuerdos y luego en la realidad, gracias al trabajo conjunto de todos los involucrados.
Es posible aprovechar las oportunidades que genera una crisis, y la psicología puede ayudar en este proceso a través de las siguientes acciones:
· Establecer metas claras: Las metas deben ser significativas y estar alineadas con tus valores fundamentales.
· Ser consciente de la parte emocional: Los pensamientos negativos, miedos, inseguridades, entre otros, pueden dificultar ver las oportunidades.
· Centrarse en lo que puedes hacer: Es importante mantener el optimismo y centrarse en lo que puedes hacer.
· Mantener una visión realista: Es importante mantener una visión realista de la situación para no caer en valoraciones distorsionadas.
· Aceptarlo todo como un don: La clave está en aceptar todo, lo próspero y lo adverso, como un don.
· Buscar oportunidades: Las oportunidades se buscan, y para ello hay un trabajo detrás que corresponde a cada individuo.
· Fortalecer tu mente: Fortalecer tu manera de pensar puede ser la clave para crecer y cambiar tu vida.
· Buscar el apoyo de los demás: El apoyo de los amigos y/o familiares es crucial. Los profesionales de la psicología pueden acompañar en este proceso.
La crisis exige innovación, reinvención, escuchar nuevas formas de pensar y hacer, mucha valentía en la toma de decisiones, actuar para conseguir determinados objetivos, evaluar los riesgos para no equivocarnos, en definitiva, reconstruir de nuevo. Es importante recordar que hemos de estar enfocados a la solución, no al problema.
Ante una crisis es importante escucharnos, escuchar a nuestro entorno próximo y a nuestros iguales, pero, sobre todo, escuchar a personas que piensan diferente porque, al final, hemos de dejar de hacer lo que hacíamos y construir algo nuevo, con nuevas perspectivas y posibilidades. Por lo tanto, necesitamos respirar aires nuevos, abrirnos a nuevas inspiraciones y observar nuevas maneras de vivir.
Las crisis forman parte del camino, hemos de estar preparados para afrontar las crisis ya que siempre habrá situaciones con mucha incertidumbre que nos afectaran de manera total o parcial. Las crisis nos afectaran en uno o varios niveles a la vez ya que muchas veces todo está interrelacionado: nivel personal, social, familiar, laboral, emocional, etc.
Normalmente las crisis aparecen de manera inesperada en nuestra vida, muchas veces es imposible preverlas e, incluso, aunque se pudieran prever son inevitables. Nos arrancan de nuestra zona de confort y nos sitúan en un escenario desconocido, oscuro, con grandes dudas de futuro y donde nos vemos muy vulnerables, por ello, vemos muy limitada nuestra capacidad de reacción.
En una crisis mostramos nuestras fortalezas y potencialidades que a veces no sabíamos ni que teníamos. Aflora en nosotros toda nuestra fuerza interior para hacer frente de la mejor manera posible al problema. Lo fundamental es la capacidad que tengamos de ver nuevos enfoques y de recuperarnos adaptándonos al nuevo entorno y a la nueva realidad. Algunos pueden pensar que todo se basa en resignarse, en sobrevivir y en resistir, pero se tiene que ir mucho más allá… hay que salir fortalecidos porque hemos aprovechado la dura situación para transformarla en algo mucho mejor.
Toda crisis es un paréntesis en el camino y un espacio de crecimiento personal
En realidad, se establece un paréntesis donde necesitamos, se trata de parar para entender qué está pasando, valorar opciones y buscar nuevas acciones para recomenzar el trayecto.
Es importante que este proceso lo aprovechemos como un espacio de crecimiento personal y de revisión de vida, aparte de optimizar todos nuestros recursos con el fin de conseguir los cambios necesarios para llegar al nuevo objetivo vital. En las crisis normalmente hay mucho miedo ya que la incertidumbre está rodeándonos permanentemente y las nuevas elecciones y decisiones no tienen un aval que garantice el éxito. Normalmente el cambio que hacemos es crucial, significativo y fundamental para empezar una nueva etapa. En la sociedad actual cada vez hay más incertidumbre, todo pasa más rápido, por lo tanto, las personas estaremos inmersas, nos guste o no, en diversas crisis cada vez más frecuentes.
La crisis es un punto de inflexión entre el pasado y el futuro
En este punto de inflexión entre el pasado y el nuevo futuro, estamos nosotros preocupados y muy atentos a los nuevos acontecimientos. La vida es acción y necesitamos actuar y proyectar futuro para conseguir el salto a la evolución deseada. Normalmente en las crisis hay mucha creatividad, hay un salto cualitativo de nuestro ser, hay un gran esfuerzo de reenfocarnos y, así, sacar la mejor versión de nosotros mismos.
Toda crisis es renovación “renovarse o morir” es el constante cambio que nos exige nuestro mundo interior y exterior para conseguir encontrar, de nuevo, la paz, la calma y el equilibrio personal.
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