Tener una buena y saludable alimentación durante la infancia es fundamental para formar los hábitos alimentarios y para prevenir enfermedades crónicas en la vida adulta. Por ello, es importante que los padres le presenten determinada atención a la dieta diario de los más pequeños.
Una alimentación inadecuada se caracteriza por "un bajo consumo de frutas y verduras, exceso de sal y azúcar y mala calidad de grasas que llevan al sobrepeso y la obesidad". Estas enfermedades suelen ser un problema en la vida adulta de un niño mal alimentado.
Los dos primeros años de vida, son un momento crucial para la promoción de un desarrollo y crecimiento adecuado. Las primeras experiencias deben ser de "alimentación perceptiva", es decir, brindarle la comida con afecto en un ambiente tranquilo. El adulto debe tomarse su tiempo para ayudarlo a comer, respetar sus necesidades, sus signos de hambre y también de satisfacción. "Alimentarse es además un momento de desarrollo de habilidades, de intercambio e integración con el otro", dijo.
Lo que no puede faltar en la dieta
En el primer tiempo de vida del bebé, es fundamental que sea amamantado. La leche materna no solo es nutritiva, sino que también cubre sus necesidades defensivas y afectivas.
A medida que va creciendo, cuando alcanza los seis meses, la leche materna no es suficiente y necesita alimentos complementarios. Es importante "ofrecer variedad e incluirlos de forma gradual, en varias comidas al día, preparándolos de forma sencilla y atractiva", dijo la experta. Dentro de estas comidas debe haber carne, huevo –que aportan hierro para la prevención de anemia–, papa boniato, polenta, arroz, fideos y sémola, que son ricos en energía. También deben ingerir frutas y verduras variadas que aportan vitaminas y minerales.
Además, se aconseja que coman pescado una vez a la semana por los aportes de ácidos grasos Omega 3.
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