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Salud y Bienestar
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Los peligros de la dulzura

Escondida en la mayoría de los productos procesados, en jugos y refrescos y hasta en el pan de molde, el producto se posiciona como el enemigo invisible para la salud de este tiempo.

Azúcar, veneno.
Azúcar, veneno.

En el imaginario popular está la idea de que la mayor causa de obesidad y sobrepeso en las personas se debe al consumo en exceso de grasas y harinas. Nadie sospecha de un simple alfajor, hay confianza en los jugos saborizados, no hay por qué decirle "no" a un caramelo. Pero dentro de estos productos coloridos que tanto atraen el ojo del niño y la cabeza del adulto, hay una sustancia que no es droga, pero se le parece.

Aumento de peso, aparición de caries, ansiedad descontrolada, enfermedades varias y adicción, son algunas de las secuelas directas del consumo excesivo de azúcar, una sustancia dulce, con consecuencias amargas. Esta sustancia cristalina –también llamada sacarosa– es la causa escondida detrás de varios trastornos de alimentación que derivan en problemas de salud grandes como lo son la obesidad y el sobrepeso.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que, tanto niños como adultos, deberían restringir la ingesta de azúcar en menos de un 10% del total de calorías que consumen a diario para prevenir determinadas enfermedades, controlar el aumento de peso y cuidar la salud bucal. Además, en un ideal, reducir ese consumo a menos de un cinco por ciento, produciría beneficios extra para la salud.

La recomendación de la OMS, supone que una persona con una ingesta promedio de 2.000 calorías al día, como máximo, podría consumir 50 gramos de azúcar, lo que equivale a aproximadamente 12 cucharaditas de azúcar que pueden estar contenidas en –por ejemplo– cinco barras de cereal light, medio litro de refresco, o dos tazas de yogurt bebible.

Quizás sea mucho más sencillo identificar la adicción a las bebidas alcohólicas, al tabaco u a otras drogas ilegales. Pero, ¿cómo se podría reconocer la adicción por una sustancia que los seres humanos consumen desde que son niños?

Entonces, si alguien desayuna con un yogurt, se toma un vaso de Coca Cola en el almuerzo (que usualmente son dos), y se incluye una barra de cereal de colación, el límite ya fue excedido y con pocos nutrientes aportados.

La magíster en Nutrición Patricia Barreto explicó que el exceso –en especial de bebidas azucaradas– deriva en que se eleven los triglicéridos y el colesterol LDL (conocido como "malo") en la sangre y se aumente la grasa en el hígado. A largo plazo, esto puede derivar en diabetes, aumento de presión arterial elevada y un mayor riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular.

El peor de los pecados

La preferencia de las bebidas azucaradas, sobre todo en los niños, puede llegar a ser un motivo de preocupación para especialistas de la salud de Uruguay. Según los datos arrojados en la Encuesta de Nutrición, Desarrollo Infantil y Salud, uno de cada cinco toma este tipo de líquidos en lugar de agua cuando tiene sed. Esto contribuye, en gran parte, a que 20 por ciento de niños uruguayos tengan mayor probabilidad de tener sobrepeso.

Pero el problema de las bebidas azucaradas no radica solo en los refrescos gaseosos, también entran en este concepto los jugos en polvo y los jugos de fruta que generalmente son comercializados como opciones saludables pero, en realidad, tienen grandes cantidades de azúcar.

Además, lo líquido no proporciona la misma sensación de saciedad que dan los alimentos sólidos por lo que al tomar una bebida azucarada, puede que la persona no sea realmente consciente de la cantidad de calorías que ingiere.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que, tanto niños como adultos, deberían restringir la ingesta de azúcar en menos de un 10 por ciento del total de calorías que consumen a diario para prevenir determinadas enfermedades, controlar el aumento de peso y cuidar la salud bucal. Además, en un ideal, reducir ese consumo a menos de un cinco por ciento, produciría beneficios extra para la salud

Quizás para muchas personas este tema les resulte ajeno porque no toman bebidas de este tipo. Sin embargo, consumen productos ultraprocesados que, aunque no lo indiquen explícitamente, contienen azúcar. Esta sustancia puede figurar en la lista de ingredientes hasta con 60 denominaciones diferentes.

Sacarosa, jarabe de maíz de alta fructosa, azúcar invertido, glucosa, fructosa, néctar, jarabe de malta, jarabe de arce, fructosa líquida, miel, melaza, dextrosa anhidra. Si en la lista de ingredientes de un alimento, figura alguno de los nombres mencionados, significa que el mismo tiene azúcar, y si estos se ubican primeros en la lista, su contenido es alto.

Barreto explicó que con lo incorporado que tienen las nuevas generaciones el consumo de bebidas azucaradas y alimentos dulces, probablemente mantengan esta preferencia a lo largo de toda su vida.

En ese sentido, la nutricionista aclaró que se da en la población un consumo excesivo en productos como galletitas, alfajores, cereales de desayuno (que muchas veces se toman como opción saludable), barras de cereal y un sinfín de golosinas cuya densidad calórica es muy alta mientras que su valor nutricional es pobre. Además, advirtió que muchos productos salados como el pan de molde industrializado, el ketchup y otros aderezos, contienen azúcar.

Círculo vicioso

La colorida y variada oferta de alimentos dulces, el placer de comerlos, la posterior adicción en muchos casos, el sobrepeso, el intentar bajar los kilos aumentados, la colorida y variada oferta de productos light, el comerlos, el no ver resultados. Ese círculo, casi vicioso, es ilustrado en el documental Fed Up (2014) –que en base a datos de especialistas y testimonios de aquellos que padecen problemas serios de obesidad en Estados Unidos– llega a la conclusión que la (por momentos salvaje) industria alimenticia, lejos de colaborar con la salud de las personas, sigue retroalimentando el círculo vicioso que ella misma creó. Porque el azúcar se convirtió en producto de consumo masivo gracias a una industria que lo apadrinó, ubicó como protagonista y lo colocó en un discurso publicitario que se adentró en el gusto popular de forma inmediata.

En los últimos años, la obesidad y sobrepeso se empezaron a ver cada vez con más frecuencia en niños, jóvenes y adultos, por eso la industria alimenticia introdujo en el mercado una gran oferta de alimentos "bajos en grasas" o "lights". Las personas comenzaron a consumir este tipo de productos, esperando cambiar el destino de la balanza. Pero los resultados no fueron los esperados; muchos llegaron, incluso, a subir más de peso. ¿Qué pasó? Esos alimentos reducidos en grasas por sí mismos podían llegar a ser poco agradables al paladar, por lo que los creadores decidieron añadirles azúcar.

En el documental se desprende que, con los malos hábitos alimenticios desarrollados en las últimas décadas, el panorama esperado para dentro de dos décadas es que 95 por ciento de la población adulta de Estados Unidos tenga problemas de sobrepeso.

El antropólogo señaló que "es una historia muy amarga la del azúcar" porque, entre otras cosas, impulsó el comercio de esclavos y financió en parte la revolución industrial. "De los dineros que se sacaban de ahí, la mano de obra esclava y un gran rédito, surge el consumo a gran escala de azúcar. Es una historia económica muy importante", concluyó el antropólogo Gustavo Laborde.

El azúcar, consumido en exceso puede llegar a ser incluso más peligroso que las grasas. Barreto explicó que cuando el cuerpo recibe grandes cantidades de azúcar, estas se pueden convertir en triglicéridos. Los triglicéridos son el tipo de grasas que se almacena en las células que construyen el tejido adiposo; su exceso puede –según la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos– aumentar los riesgos de enfermedades del corazón.

Por otro lado, el azúcar es capaz de interferir con el apetito de manera tal que el deseo de seguir comiendo es inagotable y esto tiene que ver con su faceta adictiva. En ese sentido, el psicólogo Alejandro Vásquez dijo que las personas que consumen mucha azúcar, presentan patrones similares a aquellos que son adictos a las drogas, porque consumen compulsivamente y cuando se abstienen, poseen una gran ansiedad.

Sacarosa, jarabe de maíz de alta fructosa, azúcar invertido, glucosa, fructosa, néctar, jarabe de malta, jarabe de arce, fructosa líquida, miel, melaza, dextrosa anhidra. Si en la lista de ingredientes de un alimento, figura alguno de los nombres mencionados, significa que el mismo tiene azúcar, y si estos se ubican primeros en la lista, su contenido es alto.

Quizás sea mucho más sencillo identificar la adicción a las bebidas alcohólicas, al tabaco u a otras drogas ilegales. Pero, ¿cómo se podría reconocer la adicción por una sustancia que los seres humanos consumen desde que son niños?

Las respuestas fisiológicas que tienen, por ejemplo, los niños cuando consumen esta sustancia por primera vez son similares a las que producen ciertas drogas: dilatación de la pupila e hiperactividad. Vásquez contó que existen estudios realizados sobre animales que demostraron que una vez que el animal consume por un tiempo azúcar y luego se le quita, cuando vuelve a consumirlo lo hace de forma compulsiva, similar a lo que sucede con los atracones de una persona bulímica.

El psicólogo aclaró que el consumo adictivo de azúcar no se da solo en quienes consumen constantemente azúcar, sino también en aquellas personas con trastornos alimenticios como la bulimia que tras períodos de abstención, cuando vuelven a consumir, lo hacen desmesuradamente.

Uno de los testimonios que llegó al consultorio del especialista fue el de una persona que debido a su adicción, durante dos años, comió alimentos que contenían azúcar, lo que le produjo una serie de problemas renales y de salud. Muchos de estos casos, según Vásquez, están asociados a conflictos emocionales o crisis de otro tipo en quienes lo padecían.

Recomendaciones

Entre las recomendaciones de Patricia Barreto para abordar el consumo excesivo de azúcar se destacan: optar por el agua como bebida principal de hidratación; prestar atención a los alimentos empaquetados, enlatados y embotellados porque pueden incluir azúcar agregado; aumentar el consumo de alimentos naturales y caseros; incluir al menos 400 gramos de verduras y frutas al día y; leer las etiquetas y dudar de la publicidad de alimentos y bebidas.

Por su parte, Alejandro Vásquez sugiere que quienes tengan problemas serios con el azúcar, soliciten ayuda de profesionales. Más allá de la ayuda nutricional, en varios casos es necesaria la ayuda terapéutica para abordar como en toda adicción, los problemas de fondo que llevan a la persona a eso.

Una práctica joven

Al no ser una sustancia esencial para la supervivencia, el azúcar no se introdujo de manera espontánea en la humanidad; fue producto de lujo en épocas medievales y con su desarrollo pasó a ser usado junto a las "bebidas coloniales" como el té y el café que en su origen se tomaban amargas. Este consumo, explicó el antropólogo social Gustavo Laborde, introdujo una nueva práctica, la pausa del café; que era adoptada por obreros de industrias con horarios sumamente extensos que agregándole azúcar a su café, sentían los músculos más relajados para seguir trabajando.

Laborde expresó que el consumo excesivo de azúcar es bastante nuevo para la humanidad que, con 200 mil años de existencia, empezó a usar este producto hace dos siglos y su incremento exponencial se produjo hace apenas 50 años. Las generaciones de jóvenes de este tiempo son las que verán los efectos del consumo de azúcar. "Hay que ver qué repercusiones tiene a largo plazo porque implica un problema muy grande para la salud", dijo.

¿Por qué se dio este aumento en el uso cotidiano del azúcar? Porque la Coca Cola, que antes aparecía en algún domingo en la mesa familiar, ahora ocupa un lugar fijo en la heladera todos los días. Porque el apego a la comida casera quedó intimidado bajo la sombra de productos de rápida elaboración que se adaptan a los tiempos ajustados de los estilos de vida actuales. Porque el quiosco más cercano ofrece snacks a bajo costo, en lugar de frutas. Y porque, cada vez más, las personas confían en las publicidades e ignoran las advertencias de quienes –sin intereses económicos de por medio– intentan dar un mensaje hace años que, por lo general, pasa inadvertido.

Una historia muy amarga

El antropólogo Gustavo Laborde explicó que la caña de azúcar es una gramínea originaria del sudeste asiático, que luego los árabes introdujeron en Europa. En la Edad Media se consumía muy poco debido a los altos costos de producción. Era para "ricos" y, con poca participación en la cocina, estaba más cerca de ser considerado una medicina que ubicaban en el botiquín. El desarrollo de la industria azucarera comenzó a raíz de la ocupación de América y el eventual traslado de plantaciones de azúcar a las Antillas.

El antropólogo señaló que "es una historia muy amarga la del azúcar" porque, entre otras cosas, impulsó el comercio de esclavos y financió en parte la revolución industrial. "De los dineros que se sacaban de ahí, la mano de obra esclava y un gran rédito, surge el consumo a gran escala de azúcar. Es una historia económica muy importante", concluyó.

 

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