La investigadora del Departamento de Enfermería II de la UPV/EHU (España) Maider Ugartemendia Yerobi ha estudiado el efecto que la actividad física tiene en las personas mayores que viven en residencias, y han diseñado un programa de ejercicios multicomponente para trabajar la fuerza y el equilibrio.
La esperanza de vida de la especie humana ha aumentado en los últimos años, y se prevé que aumente todavía más, por lo que “resulta imprescindible fomentar una vejez saludable, para poder vivir esos años con la mejor calidad de vida posible”, declara la autora del estudio Maider Ugartemendia.
Según los datos relativos a España y la CAV, el 3,3 por ciento de la población anciana vive en residencias de mayores, lo que provoca un cambio en sus hábitos de vida. Esa serie de cambios en su modo de vida conlleva muchas veces que las personas realicen menos actividad física, algo que la investigadora de la UPV/EHU considera que habría que evitar, ya que “la actividad física es muy importante a la hora de mantener un nivel de autonomía adecuado, así como la capacidad de las funciones fisiológicas. En los casos en los que esos aspectos decaen, aparece la fragilidad —un síndrome multicausal caracterizado por la merma de la fuerza, la resistencia y las funciones fisiológicas—“, explica Ugartemendia. Detrás de esta fragilidad se encuentra, bajo la opinión experta, la sarcopenia, es decir, la pérdida de masa muscular y fuerza, y se ha demostrado que la sarcopenia tiende a empeorar como consecuencia de no trabajar los músculos.
Por todo ello, y con el fin de mejorar el estado de salud de las personas mayores que viven en residencias, en este trabajo han diseñado un programa de ejercicios multicomponente. “Se trata de un programa formado por ejercicios que trabajan principalmente la fuerza y el equilibrio, aunque la resistencia también se trabaja de forma indirecta. Todos los ejercicios se han diseñado a medida, es decir, adaptados a las capacidades de cada persona”, comenta Maider Ugartemendia. Al fin y al cabo, “este trabajo persigue —relata la investigadora— estudiar el efecto que un programa de ejercicios multicomponente tiene sobre el estado de salud y el estado afectivo de las personas residentes en estos centros”.
En su estudio, dividieron en dos un grupo de 38 participantes de la residencia de Zorroaga de San Sebastián: 19 personas participaron en un programa de entrenamiento durante 12 semanas, donde practicaban ejercicio 3 veces por semana (grupo de intervención); las otras 19 personas, por su parte, continuaron con su modo de vida habitual (grupo control). “Al comienzo y al final del estudio medimos el estado tanto de salud como emocional de cada participante mediante una serie de pruebas”, detalla Ugartemendia.
“En el análisis del efecto que tiene el programa de ejercicios en el estado de salud, se observaron cambios notables en la constitución física del grupo de intervención en comparación con el grupo control. Concretamente, los perímetros de la cintura y la cadera se vieron reducidos notablemente”, revela la investigadora de la UPV/EHU. “Habitualmente, cuanto mayores son esos perímetros, también suele ser mayor el riesgo de padecer problemas de salud”, añade. Asimismo, “mediante resonancia magnética hemos constatado que algunos músculos presentan un nivel menor de grasa en las personas que han realizado ejercicio físico, y, por tanto, que sus músculos son más fuertes”, declara la autora del estudio.
“Otro de los beneficios observados —comenta la investigadora de la UPV/EHU— es que las extremidades superiores e inferiores de las personas que siguieron el programa de ejercicios se vieron fortalecidas, a la vez que mostraron un paso más ligero”.
Antes de comenzar con el programa de entrenamiento, nadie realizaba ejercicio intenso, cosa que cambió una vez concluido el estudio. “Consideramos eso como una mejora importante, ya que las personas mayores han encontrado alguna motivación en el programa de ejercicios diseñado en esta investigación. Dicho de otra forma, el propio programa ha despertado y desarrollado el interés de estas personas hacia la actividad física”, destaca Maider Ugartemendia.
Mediante este estudio han podido concluir que “las personas residentes en las residencias de mayores, en general, no tienen costumbre de realizar ejercicio físico, y, sin embargo, a medida que lo van practicando, se ven mejorados su estado de salud y afectivo, hasta el punto de sentirse mejor tener la motivación de continuar con la actividad física”, concluye Ugartemendia.
El presente estudio forma parte de la tesis doctoral de Maider Ugartemendia Yerobi (San Sebastián, 1975), la que lleva por título Osagai askotariko ariketa-programa batek instituzionalizatutako adineko pertsonen bizi-kalitatean eta hauskortasunean duen eragina; ha sido realizada bajo la dirección de Amaya Irazusta Astiazaran (profesora de la Facultad de Medicina y Enfermería-Sede Enfermería Leioa) y Maider Kortaxarena Rubio (Vicedecana de Relaciones Internacionales y de Movilidad de la Facultad de Medicina y Enfermería de San Sebastián).
La Tesis Doctoral ha sido realizada en el seno del grupo AgeingOn, cuyo objetivo es investigar para promover que las personas sigan teniendo una vida saludable y estimulante al envejecer.
Fuente: UPV/EHU
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