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Sistema límbico, a terapia: El arte de sanar el trauma

¿Alguna vez te has preguntado cómo puede tratarse el trastorno de estrés postraumático? Los avances en neurociencias han permitido el desarrollo de intervenciones con un sólido respaldo científico ¿Cuáles? Enseguida las revelamos.

Decía Stephen Porges que el sistema límbico es el «gran director de la orquesta de las emociones». Y tenía razón. Se ha visto que este centro constituye una extraordinaria «autopista» en la que, a veces, fruto del trauma pueden colisionar emociones como el miedo, la tristeza y la ira. En este sentido, los «accidentes emocionales» que se producen posterior al trauma tienen el potencial de destruir la mente humana.

Podemos definir el trauma como el ‘cúmulo de eventos notablemente negativos que, reiterados en el tiempo, hacen que la víctima se perciba como indefensa y desarrolle pensamientos, emociones y comportamientos que le permiten sobrevivir, pero que generan un dolor extraordinario’.

Aunque para determinadas organizaciones, como la American Psychiatrich Association, debe existir un «evento que amenace la vida» para poder diagnosticar el trastorno de estrés postraumático (Tept). Sin embargo, la realidad clínica apunta a que eventos menos extraordinarios, pero mucho más repetidos en el tiempo, son capaces de producir Tept en las personas (por ejemplo, ser abusado sexualmente en la infancia).

«El sistema límbico es el lugar donde se mezcla la química del cerebro con la experiencia emocional, el lugar donde se crean y se conservan las huellas de nuestras vivencias más significativas». Bessel Van der Kolk-

¿Qué es el sistema límbico y cómo se relaciona con el trauma?

Uno de los factores fundamentales para sanar el trauma es restaurar el equilibrio que existe entre dos organizaciones del cerebro. Hablamos de las regiones especializadas en «lo racional» (la corteza prefrontal dorsolateral) y las regiones especializadas en «lo emocional» (fundamentalmente la amígdala).

El objetivo de dicha restauración es que las personas con Tept logren alcanzar la «percepción de que controlan sus vidas» (Van der Kolk, 2020). Este hecho es relevante, ya que uno de los efectos que ejerce el trauma en el cerebro es la hiperactivación de las regiones especializadas en las emociones, es decir, del sistema límbico.

Producto de esta hiperactivación, los pacientes reaccionan de forma desorganizada. Estímulos como una luz, un olor, un roce o un comentario pueden ser un estímulo muy intenso para estas personas, induciéndoles un estado de «hiperalerta» similar al que experimentaríamos todos ante la sensación de un peligro inminente.

Esto ocurre porque durante el evento traumático codificaron tales estímulos como peligrosos; sin embargo, en la actualidad el peligro puede ser inexistente.

Para Van der Kolk, superar el trauma implica «encontrar el acceso al cerebro emocional». O sea, someter el sistema límbico a terapia.

Es conocido que los circuitos neuronales que conectan a la corteza prefrontal dorsolateral y a la amígdala son escasos. No obstante, sí que se conecta con una tercera estructura, la corteza prefrontal medial. Esta región es el núcleo de lo que conocemos como «autoconocimiento». El objetivo de la intervención en Tept será restaurar el equilibrio entre estas regiones, para que el paciente sea capaz de autorregularse.

«El sistema límbico es el centro emocional del cerebro, el lugar donde nacen los sentimientos y los impulsos». Joseph Ledoux-

Intervenciones para sanar el sistema límbico

Existen multitud de intervenciones para sanar el trauma. La evidencia disponible apunta a que las mejores intervenciones gravitan entorno a la Terapia Cognitiva centrada en el Trauma que, a su vez, puede incluir elementos de exposición, de terapia de procesamiento cognitivo o de Emdr (eyes movement desensization and reprocesing). Dichas intervenciones alcanzan los máximos niveles de evidencia (1++, o 1+) y los máximos grados de recomendación (A) (Fonseca et al., 2020).

«Los traumas no curados son como bombas de tiempo esperando para explotar».Bessel Van der Kolk-

Un objetivo: reducir el exceso de activación

Aunque la farmacología puede ayudar en este objetivo, es conocido el hecho de que la medicación dista de curar el trauma. Por otro lado, se sabe que 80 de cada 100 fibras que posee el nervio vago, transmiten información desde diversas regiones corporales hacia los centros perceptivos y ejecutivos del cerebro.

Esto nos puede indicar que el ser humano, habiendo padecido el trauma, puede «entrenar su cuerpo» con el fin de disminuir la hiperactivación en su cerebro.

A este efecto, se han encontrado beneficiosas tanto las intervenciones basadas en el yoga como en el neurofeedback (Van der Kolk, 2020).

Por otro lado, el entrenamiento en técnicas de respiración es un elemento clave en el tratamiento del estrés postraumático. Al respirar, se normalizan parámetros tan relevantes como lo es la frecuencia cardíaca. Al normalizarse el pulso mediante un ejercicio de respiración (de manera voluntaria y consciente) la persona está «modulando» su propio sistema nervioso parasimpático, que es el responsable de la activación.

«No hay tal cosa como un solo evento traumático. El trauma es siempre el resultado de una serie de experiencias dolorosas y desgarradoras que se acumulan en el tiempo».Judith Lewis Herman-

Incrementar la autoconsciencia

Resultado del trauma, el ser humano puede desarrollar una fobia a las emociones. Las emociones que sienten son tan aversivas (y con síntomas notables a nivel corporal ; por ejemplo, taquicardia o sensación de vacío) que los pacientes tratan de evitarlas. Como consecuencia de esta evitación, las emociones se acrecientan y «raptan» a estos pacientes de una forma encarnizada y cruel.

Promover técnicas para incrementar la consciencia de los pacientes en sus emociones se vuelve, en este contexto, fundamental. Se está investigando mucho entorno a esta cuestión. De hecho, se han observado beneficios en los protocolos de tratamiento basados en mindulness (como el Mbct y el Mbsr). Entre los efectos favorecedores cabe destacar la contribución del mindfulness a la «extinción del miedo» (Wagner et al., 2023).

Como vemos, es amplio el abanico de intervenciones para sanar el sistema límbico y restaurar su equilibrio con el «cerebro racional». En este artículo hicimos un breve recorrido por algunas de ellas, así como proporcionar al lector bibliografía de fuentes de prestigio. El arte de sanar el trauma dista de ser sencillo; no obstante, multitud de investigadores y de profesionales de la salud mental tratan, día a día, de ayudar a sus pacientes entendiendo que al hacerlo afrontan un auténtico desafío.

«Las personas traumatizadas suelen tener miedo a sentir. Ahora, el enemigo no es tanto el autor de los hechos (que, con suerte ya no estará cerca para volver a hacerles daño), sino a sus propias sensaciones físicas». Bessel Van der Kolk-

Fuente: La Mente es Maravillosa.-

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