Los guaraníes conocían un deporte que recuerda mucho al fútbol actual sobre todo en el uso exclusivo de los pies para impulsar la pelota, a diferencia de lo que ocurría en otras partes del mundo, como el "calcio" florentino o los "códigos" de Inglaterra, donde se mezclaba con el uso de las manos.
El jesuita español José Manuel Peramás narra el juego en su libro "De vita et moribus tredecim virorum paraguayocorun", del siglo XVII, al referirse a los indígenas de las Misiones en San Ignacio Miní: "Solían también jugar con un balón, que, aun siendo de goma llena, era tan ligero y rápido que, cada vez que lo golpeaban, seguía rebotando algún tiempo, sin pararse, impulsado por su propio peso. No lanzaban la pelota con la mano, como nosotros, sino con la parte superior del pie desnudo, pasándola y recibiéndola con gran agilidad y precisión".
Por lo visto el jesuita también jugaba, pero a otro juego europeo que permitía el uso de las manos, y que quizá por eso no implicaba tanta destreza con los pies.
Puede sorprender el uso de la palabra "goma" en época que parece demasiado temprana, pero en Sudamérica desde tiempo inmemorial los indígenas recogían el exudado del caucho o "árbol que llora" para preparar entre otras cosas vasijas y telas impermeables y por lo visto también pelotas.
En Mesoamérica los nativos usaron lo que los españoles llamaron "castilla elástica", o hule, entre otras cosas para sus juegos con pelotas de "goma". Algunas aparecieron preservadas en lugares inundados con agua dulce. Datan de unos 1600 años antes de nuestra era. Bernal Díaz del Castillo dice que asombraban los grandes rebotes que esas pelotas, muy elásticas, eran capaces de producir, ya que estaban hechas de un material desconocido en Europa.
Pero no solo de juego vive el hombre: los mayas hacían zapatos de goma sumergiendo los pies en una mezcla de látex, que recogían del exudado de un árbol americano. No se trataba entonces de caucho vulcanizado, que fue inventado mucho después tratándolo con azufre en polvo y calendántolo a 130 grados; pero los mayas disponían de un procedimiento orgánico que permitía obtener resultados similares, es decir, un producto más duro y resistente al desgaste que el caucho natural. Para ello mezclaban el látex crudo con jugos de plantas, entre ellos la enredadera Ipomoea alba.
En Brasil -y este podría ser el origen del juego de los guaraníes como lo relata Peramás- los nativos coagulaban el látex mediante la agitación que producía una rueda de paletas donde lo sumergían líquido como sale de la planta. Después de varias inmersiones obtenían una bola de caucho ahumado, ya que simultáeamente preparaban una hoguera para provocar humo. Así conseguían una tela impermeable, que los europeos llamaron "hule".
En cierto modo los europeos debieron pagar a veces con su propia moneda el entusiasmo por estas novedades. Uno de ellos, un portugués que volvió a su país a mostrar la tela impermeable, fue acusado de brujería debido a que sin duda fue necesario la ayuda del diablo para conseguir algo tan fuera de los usos habituales.
El nombre de "goma" fue adoptado por los españoles para pequeños trozos usados para quitar la escritura a lápiz del papel, que era muy escaso entonces, y volver a usarlo. Los mexicanos usaban esa palabra lo mismo que "chicle" que luego gracias a Adams, tomó por otro camino.
Los mayas jugaban algo parecido al fútbol, ya que implicaba dos equipos enfrentados, una pelota y metas, pero no se jugaba con los pies ni con las manos, sino con la cadera. La vinculación con principios, que entre ellos estaban siempre presentes hacían que no pudieran jugar con la cabeza.
Esta se reservaba para calcular los movimientos de la pelota en los niveles superiores, hoy diríamos en "el cielo" donde el juego era homologable aunque en un nivel enormemente superior porque los soles y las galaxias, jugando con sus "caderas de tinieblas" se precipitaban en agujeros negros, hornos indescriptibles donde se fabrican continuamente los nuevos universos. Era un juego y el mismo tiempo una cosmología, ya que "todo está relacionado con todo"-
Otro juego algo similar, en la zona maya y azteca precolombina era el pok- ta- pok, otro juego ritual que llegó a extenderse por toda Centroamérica. A diferencia del que acabamos de mencionar, había que impulsar un balón de cuero con los pies, los codos o la cadera hasta embocarlo en un agujero de piedra a nueve metros de altura. En esas condiciones, conseguir un "gol" era difícil y cuando se lograba, el partido terminaba. Hay juegos similares informados entre los esquimales, los indios norteamericanos y los habitantes de las islas de la Polinesia y la Micronesia.
El juego de pelota fue practicado por habitantes precolombinos de Centroamérica desde hace más de tres mil quinientos años y subsiste en esa zona.
Los conquistadores europeos, que arrasaron con la cultura y la población que encontraron, prohibieron también este juego por considerarlo diabólico. Los juegos no eran profanos, involucraban lo que los frailes entendían como "dioses falsos" y por eso su reducción a expresión del diablo.
El deporte actual, que sin duda no es el que fue, tiene un lado violento, con el mismo fervor de esas épocas pero sin el mismo valor simbólico, que se ha oscurecido al punto que ya no se lo reconoce ni se lo tiene en cuenta.
En realidad, pocas cosas hay más profanas que los modernos espectáculos deportivos, sobre todo futbolísticos. En ellos la finalidad de esparcimiento, práctica saludable de deportes, vida social al aire libre, está sustituida casi por completo por otra más profana todavía: la competencia sin piedad y el ansia de lucro tanto de jugadores como de sus familias y de "barras bravas", dirigentes, custodios y políticos que esperan todos cosechar algo del juego.
En México y Guatemala, este deporte que se sigue practicando con ocho jugadores, cuatro por cada equipo, ataviados como antes de la conquista, con una faja de cuero duro para amortiguar los golpes y un taparrabos.
El juego se asemeja a un partido de tenis sin red y se juega con una pelota maciza y pesada que se golpea sólo con el muslo o la cadera.
A pesar de la "humanidad" de los conquistadores, que se expresó en que la población de México bajó de 25 millones a un millón al año de llegar ellos, prohibieron el juego por considerarlo violento, pero como muchas otras cosas, subsistió y se juega todavía.
El deporte precolombino llamada "ulama" se practica hoy en Centroamérica. Se usa una pelota de cuero que pesa cuatro kilos en la versión antigua, pero la moderna la cambió por otra de hule macizo de medio kilo. Los jugadores deben pasar la pelota al bando contrario y si éste no la devuelve en la forma correcta, tiene un puntaje en contra y su contrario a favor.
El puntaje no es acumulativo sino que se suman y restan puntos, según ganen o pierdan. El reto es llegar a ocho, llegando a durar el partido hasta dos horas.
Notablemente, la formación del fútbol actual se produjo a mediados del siglo XIX en Inglaterra cuando varios "códigos" o reglamentos diferentes rechazaron el "código de Rugby" que permitía el uso de las manos como vemos en el deporte que hoy se llama así. Los colegios ingleses, que eran los que habían desarrollado los códigos en esa época, prohibieron el uso de las manos. Fueron los de Winchester, Eton, Westminster y Charterhouse.
Se usó en 1863 el código de Cambridge, otro de los colegios, para redactar el reglamento fundacional del deporte moderno. Por su parte, el de Rugby no renunció a las manos y se formalizó la diferenciación en dos deportes cada uno con reglas propias. En todo el mundo antiguo los deportes de contacto fueron sustitutos de la guerra y preparación para ella en tiempos de paz. Posiblemente la regla de Rugby se mantuvo para tener a mano un deporte más recio que fuera una preparación más adecuada para los fines militares del Imperio Británico.
De todos modos, a pesar de los códigos que rechazaban el uso de las manos, cuando quedó definido hubo quienes advirtieron situaciones que les parecieron injustas, sobre todo comparándolas con la modalidad antigua, de la que había todavía cierta nostalgia: por eso plantearon usar las manos en los saques laterales y que se evalúe si la mano es o no intencional. Se hicieron las concesiones reglamentarias, con una firme aclaración: nunca, por ningún motivo, intencional o no, se podría conseguir un gol con la mano.
De la Redacción de AIM
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