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Caleidoscopio
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El mesianismo en la política

En el renacimiento europeo había condiciones para creer en prodigios y maravillas como la Ilustración enseñó luego que no se repetirían. Uno de esos extravíos fue "el profeta desarmado" como calificó Maquiavelo, un contemporáneo, al fraile dominico Girolamo de Savonarola, que gobernó Florencia con mano dura e impuso un rigor moral extremo hasta alcanzar con sus críticas al Papa Rodrigo Borja, que lo excomulgó y lo hizo torturar, colgar y luego quemar en la hoguera.

A esa edad del mundo se refería Kant como la infancia de la humanidad, a la que debía seguir la edad adulta donde todo sería examinado a la luz de la razón.

El ideal ilustrado de Kant apenas se ha realizado. El mismo filósofo se encargó de limitar las expectativas: "de una madera tan retorcida como de la que está hecho el hombre no puede tallarse nada enteramente recto".

La disposición a creer sin límite en maravillas y acontecimientos providenciales que convivía en el renacimiento con la razón que mide, juzga y examina, no ha cambiado mucho desde entonces. La capacidad de cada uno de conocer sus intereses y guiarse por ellos es la premisa de algunos economistas, pero sigue estando lejos en la realidad.

Para Maquiavelo, que asistió en la Piazza dei Fiori de Florencia a la ejecución de Savonarola, el medio para dar bases firmes a una sociedad en ebullición era la política, un arte y una ciencia que había que estudiar para conocer y separar de la moral; para Savonarola la moral era lo único que lleva al hombre a la redención; es decir, la humanidad tiene un fin trascendente: "mi reino no es de este mundo".

Para Maquiavelo, el fin es inmanente, mundano. Savonarola, "el profeta desarmado" no pudo cumplir sus fines trascendentes porque se negó los medios inmanentes, los que necesitaba para realizarlos en la práctica; es decir, la política y las armas.

Savonarola carecía del cuidadoso equilibrio que muestran en demasía los políticos actuales, al punto que no se sabe qué dicen ni siquiera escuchándolos durante horas, ni es posible creerles nada en caso de que se les entienda algo.

El fraile gobernante era claro en su condena contra el lujo, el lucro, la depravación de los poderosos y la corrupción de la iglesia católica. Había que tener la convicción ciega que alimenta el coraje o ser muy inconsciente para enfrentar de ese modo al Papa más corrupto y licencioso de la historia.

Hoy es difícil entender la mezcla de política y religión que se dio en el renacimiento, pero es transparente que Savonarola molestó al Papa y a los poderes comerciales y burgueses de su época, que finalmente decidieron su final.

La historia no lo ha encasillado totalmente todavía: para Mussolini fue el primer fascista; para Antonio Gramsci, un producto de la incipiente democracia italiana.

Los poderosos de su tiempo toleraban arrojar de tanto en tanto algún objeto a la "hoguera de las vanidades" donde se quemaban desde cosméticos hasta libros de Bocaccio y Petrarca, pero no toleraron que el gobierno atacara sus "lucros honrados" como se queja el usurero Shylock en El Mercader de Venecia.

Política y fe
A pesar de todo, el ser humano sigue anidando profetas cuya arma son las visiones, el apoyo en poderes que ellos ven y también sus seguidores mientras no se rompa el hechizo que saben crear. Cuando se rompe, el profeta queda solo y es penosamente evidente que está desarmado.

Según Javier Milei la derecha política es estéticamente superior a la izquierda; la razón, según él, está en la necesidad de superarse que los "progresistas" durante el kirchnerismo impusieron a los opositores de derecha. "A nosotros nos obligan a ser mejores. Y como estamos siendo tan mejores, no solo les ganamos en lo productivo, somos superiores moralmente, estéticamente, somos mejores en todo".

La superioridad estética y moral es uno de los componentes de la superioridad racial que abarca "todo" y que desde que Europa se volcó sobre el mundo después del renacimiento, es la superioridad de la raza blanca europea nórdica sobre todas las demás.

Rudyard Kipling, poeta inglés nacido en la India, quiso poner poesía a la intención colonialista de su metrópoli: "Llevad la carga del hombre blanco. Enviad adelante a los mejores de entre vosotros; vamos, atad a vuestros hijos al exilio para servir a las necesidades de vuestros cautivos; para servir, con equipo de combate, a naciones tumultuosas y salvajes".

A diferencia de Kipling, Milei vinculó mediante una ideación fantástica la política con la estética a pesar de ser una cuestión intrincada; pero la vinculación es evidente para él y útil para el impacto emocional que puedan tener sus afirmaciones en sus seguidores.

Sin embargo, los libertarios experimentan dificultades al momento de realizar su presunta superioridad estética porque es una creencia que no se realiza en el mundo. No creen estar en un error, porque la autocrítica racional no es su punto más fuerte, ni dejan aflorar dudas aunque tengan demasiados motivos para dudar.

En este caso, la inseguridad que afecta al profeta y sus apóstoles se delata en una mezcla de la estética apolínea con la condición de los guerreros y con el mesianismo, como se ve en la manera como se representan en figuraciones que crean mediante la inteligencia artificial.

Es posible, de manera más pedestre, que los continuos barquinazos en las posiciones del presidente respondan a una inestabilidad emocional de base, que se expresa de manera agresiva y desafiante, y que él ha revelado como resultado de la mala relación infantil con sus padres.

Como niño agredido que fue, él responde agresivamente, de manera defensiva, aun cuando no haya agresiones proporcionales.

Ninguna posición teórica ni existencial le resulta firme: alumno de un colegio católico y católico practicante, bastó el contacto con un rabino para convertirlo al judaísmo hasta derramar llanto en el muro de los lamentos.

El entusiasmo irreflexivo no conoce el trecho que media del dicho al hecho. Por ejemplo, la decisión de trasladar la embajada argentina de Tel Aviv a Jerusalén, copiando a Trump, tiene algunos obstáculos que no consideraron ni él ni la canciller Diana Mondino.

En 1952, cuando la Argentina abrió una embajada en Israel, lo hizo por una ley que mandaba que la sede fuera Tel Aviv. En consecuencia no se puede trasladar sin cambiar la ley, lo que parece muy difícil después del destino de la llamada "ley ómnibus", que mostró el desconocimiento de los legisladores de La Libertad Avanza, que no querían negociar nada aún estando en minoría y no habían leído el reglamento de la cámara.

Antes de anunciar el traslado de la embajada debió hacerse asesorar por gente de carrera de la cancillería; pero la mediación de la inteligencia no es lo propio de la inspiración mística, sobre todo cuando está basada en una inestabilidad psicológica marcada. De todos modos, él mismo confesó que quien le sugirió trasladar la embajada fue el rey David en sueños.

El misticismo hizo que creyera en la aparición de su perro Conan, ya muerto, que le dijo que debía intervenir en política. En cierto momento confesó que Conan lo asesoraba desde el más allá a través de la mediación de Karina Milei.

Otro rasgo notable es que dios se le apareció y le dijo que en 2023 sería presidente de los argentinos. Por eso en Milei el mesianismo es la política y sus medidas responden a visiones de las que los que las sufren no tienen noticia y que él protege como cosas de su vida privada.

Un personaje mítico que tiene gran peso en Milei es el que él llama "El Maligno", que en un momento identificó con el Papa de Roma, del que dijo que estaba robando con su idea de la justicia social, ya que los teóricos de la escuela austríaca de economía habían demostrado que la justicia social es un robo y el robo es un pecado condenado por el séptimo mandamiento.

Ese Maligno es Satanás el diablo, que si en cierto momento fue el Papa Bergoglio, luego trasmutó al que en el fondo tiene todas las fichas del Mal: el socialismo, el gran culpable de todas las desgracias, el que según el maestro español de Milei, el profesor Jesús Huerta de Soto, provocó la caída del imperio romano.

Estos libertarios han demostrado ser capaces de entusiasmar sin límite; son una secta que ha probado que la humanidad se resiste a abandonar la infancia.

Justamente el entusiasmo es para los griegos, los creadores del concepto, la intervención de los dioses en aquellos que quieren perder. Un pope del pensamiento libertario, capaz de corear "viva la libertad, carajo" si no hubiera muerto antes, fue Friedrich von Hayek, que no hizo ascos a viajar a Chile cuando Pinochet volteó al "dictador" Salvador Allende y dijo que prefería una dictadura liberal a una democracia inficionada por el socialismo.
De la Redacción de AIM.

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