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Caleidoscopio
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Extraviados en Texas y en Eurasia

El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, se desorientó tras pronunciar un discurso en Texas, y su imagen deambulando a derecha e izquierda sobre el tablado buscando la salida se hizo viral. Días antes, había confundido a Ucrania con Iraq como enemigo de Rusia en la guerra actual y había elogiado la resistencia del pueblo iraquí.

Ese anciano de ojos semicerrados y rostro inexpresivo, confuso y lento, de andar pesado, arrastrando síntomas de senilidad que contrastan con su imagen de hace pocos años, se puede poner en relación metafórica con la decadencia del imperio a cuyo frente está nominalmente.

Hoy no acude a la mente la idea de "el hombre más poderoso del mundo", que antes caracterizaba al presidente yanqui; hay otros candidatos para ese título.

Todo se termina
Los Estados Unidos parecen una potencia en declive, moralmente degradada desde los tiempos de la esclavitud, pero sin poder ya para disimular su deterioro a pesar de mantener en un puño a las empresas que controlan la prensa mundial, las mismas que lideran desinformación y la manipulación.

La guerra de Ucrania fue precedida por un acoso naval a Rusia mediante "maniobras" de la Otan en el Mar Negro, que presagiaban una respuesta inminente. Estados Unidos arrastró a sus aliados europeos, a los que su urgencia de última hora ha convertido en colonias al borde de la hiperinflación, amenazadas por el desabastecimiento, el hambre y el frío.

El país del norte tiene una deuda pública enorme, que no estalla porque ha sabido imponer desde Nixon el dólar como moneda de cambio mundial. Sin embargo, ese monopolio, que crea una ventaja enorme a quien tiene la máquina de hacer billetes, está en sus momentos finales. China y Rusia se comprometieron a prestarse apoyo mutuo y alcanzaron un acuerdo energético que garantiza el suministro de gas y petróleo rusos a China durante treinta años con pagos en euros, no en dólares. Además, han creado un sistema de compensación de deudas bancarias que les permite prescindir del Swift, red internacional de comunicaciones financieras controlada por Estados Unidos.

Estados Unidos no puede atacar a Rusia y a China como atacó en su momento a Iraq, a Libia y a Siria cuando trataron de salirse de la tiranía del dólar; pero por lo menos intentó una guerra en Ucrania.

Biden alimenta al enemigo
El resultado seguramente indeseado es que Europa, fiel a los Estados Unidos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, ha acelerado el proyecto euroasiático del ideólogo de Putin, el filósofo moscovita Aleksandr Duguin, autor de una doctrina geopolítica euroasiática que reúne elementos de distinto origen, desde el comunismo soviético al fascismo italiano y el populismo. Y la política estadounidense es la responsable de haber impulsado a Rusia a refugiarse en China, de hacer realidad el proyecto euroasiático.

Duguin publicó en 2014, cuando se produjo el golpe "blando" que volteó al gobierno pro ruso de Ucrania, que este país sufriría una guerra como la que está en curso ahora porque Rusia quedaría acorralada. Y previó que la entrada de las tropas rusas en Ucrania sería "un enfrentamiento integral con el globalismo de la élite liberal atlantista”.

Duguin tiene algo, por lo menos según sus adversarios, del célebre chamán siberiano Rasputín, al que llamaban "el monje loco", tanto como tiene Putin de zar, también según sus adversarios políticos.

Una teoría, un revuelto
Hace una década, Duguin trató de exponer con claridad su pensamiento en el libro "Cuarta teoría política". Las tres teorías anteriores eran el liberalismo, el socialismo y el fascismo.

La influencia de Duguin sobre Putin no está a la vista ni ninguno de ellos la confiesa; pero se atribuye un milenarismo étnico a Duguin y ser continuador de los zares Romanov a Putin.

En la Cuarta Teoría política hay ideas tomadas de ideologías anteriores, en particular de Heidegger. Para Duguin el Dasein, el ser-ahí heideggeriano es el ser genuino, indeterminado y diverso, encarnado en cada individuo y cada pueblo; es el sujeto político frente a las categorías de clase, individuo o raza. Enraiza en un territorio, es depositario de una autenticidad opuesta a la de la existencia “degenerada” en las sociedades liberales.

Para Duguin, nos espera un conflicto protagonizado por partisanos, como los definió Carl Schmitt: "Hay que mantener el carácter intensamente político del partisano para no confundirlo con el vil ladrón y atracador que piensan exclusivamente en su provecho particular, sin tener otros motivos. Este criterio teórico del carácter político tiene la misma estructura, pero exactamente a la inversa, que el pirata, que solo tiene interés por el robo y la ganancia personal".

Guerra de superhéroes
El partisano en que piensa Duguin es una especie de superhombre, necesario para combatir el transhumanismo cibernético.

La cuarta teoría política se impondrá más rápido cuando más agudas sean las consecuencias del actual estado de cosas. Llegará para volver a encantar un mundo desencantado. No la define, pero deja abierta en ella la justicia social, la soberanía nacional y el tradicionalismo moral.


Para él, la gobernanza global que estaría en el proyecto de las élites occidentales es una estrategia de dominio estadounidense, basada en valores que se hacen pasar por universales.

Considera tres plataformas que amenazan el orden hegemónico de Estados Unidos: el califato universal yihadista, el socialismo del siglo XXI latinoamericano y el proyecto euroasiático, donde está el mismo Duguin.

Con la vista en Abya yala
Encuentra que algunos de sus puntos de vista ya están desarrollados en Nuestra América, Abya yala, por ejemplo en el peruano Haya de la Torre, que tomó ideas de la Reforma Universitaria de Córdoba, y en José Carlos Mariátegui. Más recientes, menciona a las teorías postcoloniales del colombiano Santiago Castro Gómez, de Walter Mignolo y del portugués Boaventura de Sousa Santos.

Duguin se ha hecho fama de pensador esotérico, quizá solo como medio propagandístico entre los jóvenes, porque conoce muy bien por ejemplo la obra de los postmodernos. El eje de su posición es el antiliberalismo, lo que en algunas interpretaciones lo aproxima demasiado al fascismo. Sin embargo en su pensamiento se vinculan las tesis filosóficas, ideológicas y geopolíticas más diversas.

Su fuerte son las tendencias políticas actuales, que quizá despertaron el interés de Vladimir Putin sobre todo en el establecimiento de un espacio territorial y político euroasiático, al que posiblemente sin proponérselo lo ha terminado arrojando la política de los Estados Unidos. Esa política ha favorecido las maniobras contra el dólar que tienden a minar su predominio económico, que ya está en declinación junto con su participación en la riqueza mundial y su hegemonía política y militar.

La cuarta teoría política por ahora es solo antiliberal, por lo demás anda por todos los caminos sin detenerse en ninguno.
De la Redacción de AIM.

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