El 7 de octubre la iglesia católica celebra el día de la virgen del Rosario, patrona de Paraná, de Rosario de Santa Fe y de Rosario del Tala, entre otras muchas ciudades de todo el mundo occidental.
La primera imagen de la virgen del Rosario llegó a Paraná de San José del Rincón, localidad vecina a la ciudad de Santa Fe, el 27 de Mayo de 1731. La recibió el cura Francisco Arias Montiel en su capilla de barro y paja de la Bajada del Paraná.
La pequeña imagen del tipo "muñeca" habría llegado de España en 1573, y en 1678 fue trasladada a Rincón.
En 1823 el cura Francisco Dionisio Álvarez advirtió que en Paraná los fieles rendían culto a san Miguel y santa Rosa de Lima a pesar de que en la parroquia estaba la imagen de la virgen del Rosario y convocó a elegir el patrono de la ciudad el 1 de enero de 1825. Los votos se depositaron junto al brocal de una cisterna situada en la actual plaza Primero de Mayo. Resultó elegida la virgen del Rosario patrona de Paraná y San Miguel patrono de Entre Ríos.
El rosario
El rezo del rosario se atribuye a una iniciativa de cuando el Vaticano estaba empeñado en el siglo XIII en acabar con los cátaros, "puros", patarinos o albigenses -por la ciudad occitana de Albi- considerados herejes que seguían la tradición maniquea en el sur de Francia.
Domingo de Guzmán, creador de la orden de los predicadores -que asumió las tareas de la Inquisición- advirtió que los cátaros, que fueron masacrados sin piedad por los cruzados, negaban veneración a la virgen María y para contrarrestarlos popularizó el rosario.
Como los dominicos se mezclaban con el pueblo por su condición de predicadores, el rosario de hizo popular y los milagros que se le atribuían contribuyeron a acrecentar su fama.
La celebración del rosario está dentro de la liturgia católica por disposición del Papa dominico Pío V en el año 1572.
El Papa Clemente XI, en 1716, extendió la solemnidad a toda la iglesia el primer domingo de octubre. Más tarde, quedó fijada el 7 de octubre.
Según la leyenda en julio de 1200 la virgen se apareció a Domingo en una capilla con un rosario en las manos; le enseñó a rezarlo y lo envió a predicarlo. Domingo lo enseñó a las huestes de su amigo Simón IV de Montfort, figura principal de la cruzada contra los cátaros que pasó a la historia como un hombre despiadado, fanático y sanguinario.
El rosario católico es un conjunto de oraciones que conmemoran 20 misterios de la vida de Jesús y de María; pero la mente popular está fijada en el objeto que se usa para rezarlas, una serie de cuentas unidas por una cadenita.
La idea es mucho más antigua que el medioevo europeo. El "sutratma" (conexión con lo divino) hinduista es una serie de perlas ensartadas en un hilo. El Átmâ, el absoluto que coincide con Brahman, como un hilo (sûtra), penetra y une entre sí a todos los mundos, a la vez que los sostiene y hace subsistir, ya que sin él carecerían de realidad.
En esta simbología, cada mundo, cada estado de existencia, se representa por una esfera que el hilo atraviesa diametralmente.
Otro antecedente oriental del rosario, perfectamente vigente todavía, son las ruedas de oración budistas, en especial del budismo tibetano. Son cilindros de bronce que giran sobre un eje y contienen oraciones o mantras.
Cuando el eje se hace girar, los budistas entienden que se recitan los mantras, entre ellos el más conocido "Om Mani Padme Hum", que alude al amor universal descansando sobre la sabiduría. El amor, para alcanzar su plenitud, debe ser informado por la sabiduría e irradiarse en caridad. La finalidad para los budistas tibetanos es acumular sabiduría y purificar el karma malo.
En el Islam, religión que surgió en el siglo VII de la era común, el zikar o "recuerdo" implica la repetición de los nombres de dios, contadas mediante cuentas de oración o con los dedos de la mano. Entre los místicos sufíes esta repetición debería llevar, si es suficientemente persistente, a la comprensión total del absoluto.
Los inicios
El rosario católico es anterior a Domingo de Guzmán, a pesar de la imagen en que aparece María entregándoselo al santo. Cuando se produjo en la edad media europea la exaltación de la mujer con el ideal caballeresco y las cortes de amor, el rosario fue un modo de unir tradiciones orientales de oración con las del occidente cristiano.
Entonces se repetían aclamaciones y alabanzas del evangelio de Lucas a la virgen, en particular la salutación del arcángel Gabriel y la de Isabel, la madre de Juan Bautista, a la misma María, su prima.
En los monasterios benedictinos se recitaban los 150 salmos del salterio de David, que ya recitaban los judíos; pero los laicos que no sabían leer, que eran mayoría, recitaban 150 avemarías.
La guerra tuvo su parte en las devociones, porque la batalla naval de Lepanto, que fue el fin de la expansión musulmana sobre Europa, hizo que el Papa Paulo V dispusiera una fiesta anual que consistía en rezar el rosario con el nombre de Nuestra Señora de las Victorias, modificado luego por "Nuestra Señora del Rosario".
En nuestro país, en los primeros años del siglo XIX fue nombrada por la iglesia, que mantenía entonces una influencia decisiva, "Nuestra Señora del Rosario de la Reconquista y Defensa de Buenos Aires". La imagen, vestida por sus feligreses para aquella ocasión con hermoso ropaje, aún se conserva en la iglesia de Santo Domingo, en la esquina de las calles Defensa y Reconquista del barrio de San Telmo, muy cerca del Cabildo, de la Plaza de Mayo y de la casa de gobierno; edificios todos de aquella época.
De la Redacción de AIM.
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