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Caleidoscopio
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Las mujeres como armas políticas

Poco después de dejar la presidencia del Uruguay, el "Pepe" José Mujica recomendó a los argentinos una táctica que parece novedosa, pero es muy vieja: usar a las mujeres como armas tácticas y políticas, en este caso para recuperar las islas Malvinas.

La base del método es la invencible atracción entre los sexos: de los varones por las mujeres y de las mujeres por los varones, capaz de marear y voltear al mejor plantado y hacerlo confesar, como en el tango: "¡Decí por Dios que me has dao que estoy tan cambiao! ¡No sé más quién soy!
Para Mujica, la táctica -más bien pacífica y hasta cierto punto amorosa- implica usar a las mujeres para el cruce con los kelpers: "cruzar, casar todo". Dio más precisiones: se trata de un "cruzamiento a la cobija" que se completa con almohadas y colchones.

No es ninguna novedad, algo similar tenían por divisa los Habsburg en el imperio austrohúngaro: "otros hagan la guerra, tú feliz Austria, cásate" (bella gerant allii, tu felix Austria nube). Es decir en lugar de batallas, alianzas dinásticas mediante el matrimonio.

Hace 1000 años, la nobleza romana usó a Marozia, una joven de gran inteligencia y belleza, para ablandar resistencias y entronar y destronar Papas, en lo que pasó a la historia con el nombre significativo de "pornocracia".

Muchos de los oficiales británicos que invadieron Buenos Aires a principios del siglo XIX, después de recibir un baño de agua y aceite hirviendo que les arrojaron las mujeres desde los techos, terminaron casándose con ellas medio chamuscados.

Según una leyenda de la época, la dueña de una fonda iba haciendo entrar de a uno a los ingleses invasores que buscaban un trago fuerte, y los "bajaba" de un garrotazo en la cabeza. Cuando fue obligada a devolver sus prisioneros, se negó con uno. Es que su hija le había echado el ojo y no quería entregarlo por nada, era para ella.
Según un coronel argentino de los tiempos de Rosas, Santiago Calzadilla, que escribió sus memorias años después, las porteñas de entonces, "las beldades de mi tiempo" tenían un encanto y una sensualidad, un imán tan potente que era capaz de fijar a cualquiera, de "dar vuelta a cualquier gringo". Dice que "muchos hocicaron" como no les pasó con los cañones y terminaron afincados acá formando familias que Calzadilla enumera.

Mujica propuso a los argentinos una invasión "a la cobija" como método para ganar terreno en el ámbito social y cultural entre la población de las islas y sacarlas del aislamiento riguroso en que se han mantenido siempre, que favorece las ideas separatistas. En resumen, es recuperar la soberanía de las Malvinas con las mujeres argentinas.

Con referencia a la guerra perdida en 1982, que tenía el propósito fallido de eternizar al "Proceso" en el poder, Mujica dijo: "A ese partido había que ganarlo con las mujeres. Cruzar, casar, todo, todo. Sí, sí, eso era una invasión "a cobija". No puede ser que mil tipos te tengan dominado. Había que invadirlos con colchones y con almohadas, está clavado. Y abrirles las puertas de la Argentina, vengan a jugar al fútbol, absorberlos. A pueblos, no a ejércitos. Ahora se respaldan en los milicos", dijo de las condiciones posteriores a la guerra.

Jose Mujica mujeres malvinas

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