“En esta zona es muy común que se realicen excavaciones para construir modificaciones de las viviendas y se encuentren cráneos y fémures de muchísima antigüedad que pertenecen a aborígenes que habitaban las islas”, informó a AIM la docente Raquel Porteli, asidua visitante de la localidad de Mazaruca, en la localidad de Ibicuy, quien destacó que cuando eso sucede, equipos de arqueología se acercan al lugar para investigar los históricos hallazgos.
Verde, arena, pescadores y familias y una escuela rural cercana a la capilla coexisten en este pueblito de ex trabajadores estatales construido sobre un cementerio aborigen que dataría de hace más de 200 años.
En diálogo con esta Agencia, Porteli manifestó que Mazaruca lleva ese nombre porque cuando se realizó su construcción, “en su casco se encontraron esqueletos humanos de mucho tiempo atrás y por ello es una de las interpretaciones de su denominación”.
A simple vista es un pueblito de casas modestas, con patio y jardines, un centro de salud, la comisaría, la escuela y un descampado a modo de plaza central que hace las veces de parquecito para los niños y niñas de la zona.
Antiguamente, Mazaruca fue una localidad pujante, y en sus inicios tenía una plantación de arroz muy importante: “hacia los años 50´ un organismo nacional compró tierras de la zona para la explotación forestal y luego se instalaron los Yacimientos Carboníferos Fiscales que daban trabajo a los lugareños y a obreros que venían de Buenos Aires”.
Cuando la empresa cerró, la desocupación fue una de las características centrales en la localidad. Sin embargo, sus habitantes se las arreglan para sobrevivir y ahora se ha transformado en una zona de turismo natural y pesca.
“Muchos de los vecinos de por aquí han encontrado esqueletos que fueron investigados y pertenecen a aborígenes, de más de 200 años, se dice que las almas andan en la zona porque antes era muy común edificar sobre cementerios o ignorar su existencia”, señaló la docente.
Los cementerios aborígenes
Suele repetirse que nuestro país “está construido sobre cementerios aborígenes” y es una aseveración que tiene su sustento en los numerosos hallazgos de necrópolis que conviven debajo de modernas construcciones a lo largo y ancho de la Argentina.
De acuerdo a cada comunidad, los cuerpos de los difuntos recibían distintos tratamientos relacionados con la piel, los órganos internos y sus huesos para conservarlos mediante su momificación, enterramientos en vasijas y otro tipo de procedimientos, se informó a AIM.
“Aquí abundan las historias sobre apariciones, gritos, y fantasmas que según los vecinos forman parte de estos entierros, así que en la zona estamos muy habituados a escuchar estos relatos: cada uno decide si cree en ellos o no”, aseguró Porteli, y agregó que “existe mucho desconocimiento sobre estos temas y sería ideal que se profundicen las investigaciones para evitar que estas culturas originarias se degraden”.
De la Redacción de AIM.
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