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Caleidoscopio
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Política y manipulación

La astucia de los manipuladores consiste en instalar en la mente de la gente, como si fueran de ella, como si hubieran surgido de su propio interior, aspiraciones que son en realidad de los manipuladores.

Luego la gente pide, ruega, exige, que el poder cumpla aspiraciones que cree propias y que son las que surgieron de las manipulaciones del poder.

La política moderna necesita influir, persuadir, convencer a los votantes para que reclamen lo que los políticos necesitan que reclamen. En las campañas electorales comunicar, convencer, persuadir y manipular significan lo mismo a pesar de las diferencias que puede recoger el diccionario.

La manipulación -el usar a los otros en beneficio propio- es natural de la política desde siempre, no es una novedad moderna sino una condición de la política misma.

Un recién nacido aprende rápido que su llanto tiene poder sobre su madre, luego el poder de su risa; es el inicio de la manipulación como técnica de relacionamiento social, que se irá ampliando con los años.

Hay adultos, los narcisistas ante todo, que nunca superan el nivel del berrinche; sólo lo complejizan y le dan aspecto serio, incluso impresionante; maduran poco, se mantienen como manipuladores. Otros, en cambio, evolucionan hacia conductas más objetivas y pueden ubicar a su propio ego en un lugar menos prominente a la hora de conocer, juzgar y actuar.

La manipulación busca generar comportamientos que favorezcan intereses propios a costa de los ajenos. A través de diferentes técnicas se puede conseguir que cambien las acciones, el pensamiento o las emociones de otras personas o grupos.

Los políticos suelen presentarse en sociedad con estruendo y con una alta idea de sí mismos que muchas veces no pueden sustentar convincentemente, menos en la medida en que más conscientes son.

Pero en los casos en que la autoconciencia no está muy desarrollada y no tienen mucha estima por las leyes ni los derechos de los demás, el actor y el personaje llegan a confundirse, como es frecuente en la vida privada. Entonces el político se toma en serio su papel en la comedia humana y su actuación se vuelve más creíble, más espontánea, más natural.

Los políticos modernos usan las masas como materia prima útil a sus fines desde que las masas, después de siglos en que no fueron en el teatro sino coro -de esclavos, de campesinos, de soldados- se individualizaron y tomaron un papel más protagónico en la vida social.

El tratamiento que reciben tiende a mantenerlas en la impersonalidad del coro, pero instalándoles la idea de que son muy activas y tenidas en cuenta. Es la manipulación mediante falacias de distinto tipo, en que la política muestra gran inventiva, siempre mediante recursos que le ofrece la ciencia a su servicio.

La manipulación tiende a introducir en la mente de los demás, casi siempre con procedimientos oblicuos, aspiraciones de los manipuladores, aunque sean falsas o inmorales.

La manipulación política viene de muy lejos y ha sido mencionada desde hace miles de años. Modernamente, ha conseguido status universitario y las reflexiones académicas se presentan clasificadas, jerarquizadas y envueltas en un lenguaje alambicado y prestigioso, para comprensión de intelectuales y respeto del resto.

En síntesis, las condiciones para una manipulación exitosa son la existencia de una sociedad vulnerable de seres indefensos y desinformados, que respondan preponderantemente a estímulos emocionales.

En estas condiciones los manipuladores se sirven del bajo nivel de educación, de los medios de comunicación de masas y de la propaganda permanente, como no es necesario explicar a los argentinos.

Los críticos que subsistan son fácilmente neutralizados, si no señalados, ridiculizados o perseguidos como enemigos de la sociedad. El resultado será que los críticos en minoría perderán ante las mayorías manipuladas y habrá triunfado la democracia.

Los manipuladores políticos se presentan como de origen humilde, como uno más entre todos sus manipulados, con aspiraciones que son de todos pero que ellos son en apariencia los únicos capacitados para satisfacer.

Otra técnica útil de manipulación es aparecer como víctima de un enemigo superior, que es preciso combatir mediante el esfuerzo de todos. Si no hay críticos a mano, los inventan como inconscientes o perversos que se oponen a las transformaciones necesarias que el manipulador dice impulsar.

Sus seguidores están siempre dispuestos a rechazar las otras opciones mientras dure el encantamiento. Cuando llegue el momento y la carroza se convierta en calabaza será tarde, pero ni siquiera entonces los desencantados reconocerán su error.

Para el manipulador no hay otras formas de pensamiento. Solo la suya vale, sólo la suya es correcta, las demás son execrables.

La comunicación de masas es modernamente indispensable para que el manipulador aparezca ante sus víctimas como el hombre del destino, el ungido, el único capaz de encarnar el cambio que elevará a la sociedad hacia el destino que merece y le ha sido negado.

Por eso el manipulador se presenta como encarnando las ideas de grandes figuras históricas, a las que adorna a menudo con intenciones que jamás tuvieron. Pretende lo que todos: acabar con la pobreza, con el crimen y con la corrupción.

Nadie se opondrá a estos fines, ni siquiera cuando justifiquen medidas que en principio van contra los que dicen beneficiar. Sacrificio hoy y felicidad mañana; hay un paraíso en el horizonte: el año que viene o dentro de medio siglo, lo veremos nosotros o nuestros descendientes.

Si la gente está harta de lo que hay ahora, el hartazgo jugará a favor del manipulador, que prometerá terminar de un golpe con todo lo que marcó como malo. Todo cambiará de sitio, nada cambiará en esencia.

El manipulador puede prometer todas las libertades del mundo; pero ya instalado en el poder muestra sus tendencias controladoras, que no dejan ninguna libertad en pie si se le permite ir hasta el final.
De la Redacción de AIM.

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