Saltar menúes de navegación e información institucional Teclas de acceso rápido

El clima hoy en:

-

- -

El dólar hoy: (BCRA)

$986,5 / $1026,

Caleidoscopio
Caleidoscopio

Por amor a lo que vuela

En toda época hubo lo que hoy llamamos objetos volantes no identificados (Ovnis), una sigla que rápidamente suele reemplazarse por "platos voladores", aunque se limita indicar que algo apareció en el cielo, no sabemos qué. Una de esas visiones fue la del profeta Ezequiel seis siglos antes de nuestra era. En el destierro de Babilonia vio algo que describe con detalle en la Biblia, con las palabras y las ideas de entonces.


Escenas que se han tenido como de extraterrestres aparecen en las pinturas paleolíticas. La más antigua es la de los wandjina de Australia, que podría tener 150.000 años. Son dibujos antropomórficos identificados actualmente con personificaciones de dioses de la lluvia.

De la misma época son los dibujos en la roca en Bastar, Chhattisgarh, en la India, que representan seres extraños imaginados por los hombres de aquellos tiempos. Son figuras que parecen portar objetos interpretados como armas. En el valle del río Narmada, también en la India, los investigadores descubrieron un refugio llamado Rajatole, donde hay una pintura que parece representar un visitante extraño al lado de una nave junto a una gran cantidad de pequeñas herramientas de piedra del mesolítico.
En Val Carmónica, Italia, hay un sitio que tiene unos 200.000 petroglifos desde el Neolítico a la Edad de Hierro, la mayor colección de toda Europa. Los que prefieren ver astronautas llegando a la Tierra en tiempos remotos, señalan seres de otros planetas con cascos en la cabeza.

En Bolivia el Fuerte de Samaipata era posiblemente un centro ceremonial que aloja un petroglifo que parece un Ovni.

En Puebla, México, buscadores de oro encontraron piedras de jade talladas que claramente son mayas intercambiando ofrendas con seres de cabeza grande y alargada.
Un testimonio escrito de un hecho prodigioso está en el Prodigiorum Liber, una recopilación tomada de Tito Livio. Uno de esos relatos se sitúa en Aenariae, la Isquia actual en la bahía de Nápoles. "Mientras que Livio Troso promulgaba las leyes al comienzo de la guerra italiana, al amanecer, llegó un ruido tremendo en el cielo, y un globo de fuego apareció en llamas en el norte. En el territorio de Spoletum, un globo de fuego, de color dorado, cayó a la tierra girando. A continuación parecía aumentar de tamaño, se levantó de la tierra y ascendió al cielo, donde oscureció el sol con su brillo y giró hacia el cuadrante este del cielo”.

La misma obra relata: “algo así como una especie de arma, o un misil, se levantó con un gran ruido de la tierra y se elevó en el cielo” (42 a. C.) o “Cuando Murius C. y L. Valerius eran cónsules, en Tarquinia hacia la puesta de sol un objeto redondo, como un globo, una ronda o escudo circular, tomó su camino en el cielo de oeste a este" (100 a. C.).

En los Sutras de la Perfección de la Sabiduría hay 40 historias de origen indio entre aproximadamente 100 aC y 600 dC, entre ellas relatos de objetos extraños con forma de naves.

La antigüedad abunda en hechos de esta índole, aunque seguramente muy pocos de ellos quedaron registrados y ninguno está libre de dudas ni objeciones.
En los tiempos actuales, el hecho más renomabrado se produjo en Roswell, Nuevo México. Un granjero denunció que un objeto volador estaba estrellado en un campo. Los militares que reconocieron los restos informaron que eran de un globo meteorológico; pero la versión no pareció creíble entonces ni ahora y las conjeturas siguen floreciendo.

El ovni que vio Ezequiel
El profeta Ezequiel (Iejezkel, Dios es fuerte en hebreo) pertenecía a la aristocracia sacerdotal judía que fue deportada a Babilonia por el emperador asirio Nabuconodonor en el año 598 antes de Cristo. En la deportación vivía en la ciudad asiria de Tel Abib, junto a uno de los canales o afluentes del Eufrates.

Ezequiel fue profeta de Jahvé durante 22 años en aquel destierro en que los judíos olvidaron su idioma y su escritura, que fue preciso rehacer cuando gracias a Ciro el Grande pudieron volver a la patria, unas siete décadas después de la deportación, para reconstruir el templo de Jerusalén, que había sido destruido.

El libro de Ezequiel abunda en visiones, muchas apocalípticas y otras con un sentido teológico desbordado, que no permite tomarlas al pie de la letra. Ha sido considerado poco claro y escrito en un estilo lavado, carente de fuerza. En el exilio, en condiciones terribles, se pronunció en él la tendencia nacionalista, exclusivista, de un Dios judío solo para los judíos. Se ha visto allí el origen del judaísmo como un ámbito cerrado para un grupo de elegidos, como una religión nacional que excluye tanto como incluye.
Sin embargo, esta tendencia parece disculpable si se tiene en cuenta que el pueblo judío, con su país ocupado, Jerusalén destruida, el templo profanado, rodeado de una civilización mucho más culta y evolucionada que la suya propia, estaba en riesgo de perder la conciencia nacional, y eso es lo que Ezequiel quiso evitar. En ese contexto se explica también la terrible visión que contiene su profecía, en que tantas veces se ha pretendido ver extraterrestres.

La “visión de la gloria de dios” que abre el libro es ésta:
"Yo miré, y vi un viento huracanado que venía del norte, y una gran nube con un fuego fulgurante y un resplandor en torno de ella; y de adentro, de en medio del fuego, salía una claridad como de bronce fundido.

En medio del fuego, vi la figura de cuatro seres vivientes, que por su aspecto parecían hombres, cada uno con cuatro aspectos, cada uno con cuatro alas.
Sus piernas eran rectas; sus pies, como pezuñas de ternero, y resplandecían con el fulgor del bronce bruñido.

Entre los seres vivientes había un fuego como de brasas incandescentes, como de antorchas, que se agitaba en medio de ellos; el fuego resplandecía, y de él salían rayos.
Yo miré a los seres vivientes, y vi que en el suelo, al lado de cada uno de ellos, había una rueda.

El aspecto de las ruedas era brillante como el topacio y las cuatro tenían la misma forma. En cuanto a su estructura, era como si una rueda estuviera metida dentro de otra.
Cuando avanzaban, podían ir en las cuatro direcciones, y no se volvían al avanzar.

Las cuatro ruedas tenían llantas, y yo vi que las llantas estaban llenas de ojos, en todo su alrededor.

Cuando los seres vivientes avanzaban, también avanzaban las ruedas al lado de ellos, y cuando los seres vivientes se elevaban por encima del suelo, también se elevaban las ruedas.

Yo oí el ruido de sus alas cuando ellos avanzaban: era como el ruido de aguas torrenciales, como la voz del Todopoderoso, como el estruendo de una multitud o de un ejército acampado. Al detenerse, replegaban sus alas.

Y se produjo un estruendo sobre la plataforma que estaba sobre sus cabezas.

Encima de la plataforma que estaba sobre sus cabezas, había algo así como una piedra de zafiro, con figura de trono; y encima de esa especie de trono, en lo más alto, una figura con aspecto de hombre."

Seis siglos antes de Jesucristo, Ezequiel transmite una visión de la divinidad que los modernos pueden fácilmente reconocer como un aparato tecnológico metálico, que gracias al cine, a la ciencia ficción y a los aparatos volantes actuales, nadie piensa hoy que sean portadores de la gloria de dios.

No hay dudas de que Ezequiel quiso describir la presencia viva de Yahvé entre su pueblo. Dice que cuando “se abrieron los cielos” él estaba junto al río Cobar en medio de los cautivos, que al parecer no vieron nada. Quiso transmitir su visión a los deportados que esperaban una señal de dios y le reprochaban haberlos hecho a ellos responsables por los pecados de sus antepasados.

Sin embargo, sigue en pie saber qué vio: no era una creación humana, no era un fenómeno meteorológico ni astronómico. Si tampoco era un símbolo de Yahvé en la medida en que pueda hacerse visible, era un ovni.

Así lo entendió hace poco el jefe de proyectos de la Nasa, el ingeniero Josef Blumrich. Tras analizar al detalle el relato bíblico, aceptó que Ezequiel describió una nave voladora. Punto por punto reconstruyó su aspecto hasta detalles como la rueda, que llamó rueda omnidireccional.

Ezequiel transmite lo que vio de forma literariamente eficaz: es una nave que gira sobre sí misma emitiendo intenso resplandor y parece hecha de un material resplandeciente. Hay que admitir que por entonces, cuando se viajaba a lomo de burro, ningún artefacto construido por el hombre se movía por sí mismo sin concurso humano o animal. Quizá por eso considere seres vivos a los que hoy podemos identificar como el tren de aterrizaje de un máquina posándose y les atribuya características humanas, como hacemos nosotros con figuras que aparecen en el suelo de Marte, hasta que fotos con más resolución nos sacan del error.

Cuando dice que los pies del aparato eran rectos, nosotros entendemos que se trata de patas telescópicas, que se despliegan como un tubo dentro de otro, al modo de la cápsula Apolo cuando se posó en la Luna. Describe la panza de la nave como brasas encendidas como antorchas, lo que podemos traducir a la sensación de movimiento que dan las tobera de un motor frenado.

Luego describe la caja de la nave, un gran cuerpo semiesférico asentado en las alas extendidas y posado en cuatro patas sobre el suelo.
Cuando se podría esperar que tras esta descripción de un presunto artefacto de elevada tecnología por alguien totalmente ajeno a ella, Ezequiel transmitiera un mensaje de Yahvé, solo dice que oyó “la voz de uno que habla”.

Pero entonces Ezequiel pone en el relato lo que en verdad le interesa: el sentido de aquella voz, su mensaje, la palabra de Dios al pueblo de Israel, siempre desviado, siempre infiel, siempre digno de castigo por su conducta frente a un dios celoso.

Y atribuye a la voz estas palabras: "Oh hijo de hombre, ponte en pie, y hablaré contigo."

"Oh hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel, a una nación de rebeldes que se ha rebelado contra mí. Tanto ellos como sus padres se han rebelado contra mí hasta este mismo día. Yo te envío a esta gente de rostro endurecido y de corazón empedernido. Y les dirás: ’Así ha dicho el Señor Jehova.’ Ya sea que ellos escuchen o que dejen de escuchar (porque son una casa rebelde), sabrán que ha habido un profeta entre ellos. Pero tú, oh hijo de hombre, no temas; no temas de ellos ni de sus palabras. Aunque te halles entre zarzas y espinos, y habites entre escorpiones, no temas de sus palabras ni te atemorices ante ellos; porque son una casa rebelde. Tú, pues, les hablarás mis palabras, ya sea que escuchen o dejen de escuchar, porque son una casa rebelde. Pero tú, oh hijo de hombre, escucha lo que yo te hablo. No seas rebelde como esa casa rebelde; abre tu boca y come lo que yo te doy."

Acá Ezequiel retoma su misión de sacerdote y expone su preocupación mayor: que el pueblo olvide su dios, sus tradiciones, y se deje influir por los babilonios hasta confundirse con ellos y perder su identidad. Su reacción de sacerdote pronosticador de una nueva aristocracia reaparece nítida al extremo que el conjunto de su libro ha sido considerada como el inicio de la religión judía como propia de Israel, exclusiva y nacionalista, punto de vista que si se inició en Babilonia no ha dejado de alimentarse nunca hasta ahora.

Sin embargo, él mismo no está libre de influencias caldeas, que por lo demás impregnan todo el judaísmo, empezando por el jardin de Edén y siguiendo por Noé y el diluvio. Ezequiel asigna a los cuatro seres parecidos a hombres que vio en la nave aspectos de león; toro; hombre y águila, en correspondencia con la simbología astrológica caldea, la religión de los babilonios contra la que quería prevenir a su pueblo cautivo. Lo mismo que la rigurosa jerarquización de seres celestiales: serafines, querubines, tronos, dominaciones, virtudes, potestades, principados, arcángeles y ángeles.

Estos eran seres sobrenaturales con que los caldeos, que eran una casta sacerdotal, representaban los estados superiores al humano y que los judíos incorporaron a sus creencias al regreso de Babilonia.

Se ha hecho notar que en Babilonia los judíos olvidaron hasta su idioma, que posiblemente les estuviera prohibido usar lo mismo que su escritura, como tampoco podían practicar su religión.

Ezequiel, que fue sacerdote en esas condiciones durante 22 años, no pudo escribir sus visiones entonces, porque solo a los caldeos les estaba permitido escribir y porque los judíos eran esclavos que no tenían acceso al pergamino. Solo de regreso a Jerusalén, habrá sido posible poner por escrito la visión de Ezequiel, muy posiblemente con variaciones, quitas y agregados de toda índole.

Sin embargo en este punto, como en casi ningún otro, los eruditos no alcanzan acuerdo y arriman fechas y cifras a favor y en contra del mantenimiento de la tradición escrita. De todos modos, es casi seguro que los hechos del pasado pudieron ser transmitidos de memoria de manera confiable en tiempos en que la memoria no era la función endeble que es ahora sino que era capaz de proezas increíbles, y en que había corporaciones dedicadas exclusivamente a conservar los textos. Y así, la visión extraordinaria de Ezequiel no sería algo reconstruido de manera antojadiza sino mantenido fielmente por gente que sabía lo que hacía.
De la Redacción de AIM.

ovnis ezequiel nasa vision naves Marte

Dejá tu comentario sobre esta nota

Artículos Relacionados

Teclas de acceso