La humanidad vive en medio de una crisis civilizatoria sin precedentes, generada por el orden social vigente en todo el planeta, un orden social genocida y biocida. Crisis civilizatoria que como tal está bien oculta por la montaña de información difundida generosamente por los medios de in-comunicación y manipulación, que abruman con noticias de cualquier cosa, pero sin ir al fondo de los problemas. Tratando de desviar la mirada, si la cuestión es impedir que nos enteremos de cosas graves, muy graves, que suceden diariamente, todas vinculadas a las lógicas demenciales de este sistema. Por Luis Lafferriere (*). Especial para AIM.
Así, mientras la casi totalidad de los medios de todo el planeta nos abruma un día con la noticia que un puñado de multimillonarios descerebrados, apenas cinco, se pierden en un submarino en el mar; omite informar que, al mismo tiempo, más de setecientos seres humanos (con más de cien niños) naufragan en el Mediterráneo y sólo un centenar salva su vida (1), ante la indiferencia de los medios del mundo, que miran hacia otro lado para ocultar los horrores vividos por esos migrantes que huyen de otros horrores peores como la violencia, la pobreza y el hambre.
Como dice Pedro Prieto, un intelectual español, esos cientos de ahogados al menos fueron noticia por algunos minutos en algún medio, porque tenían 6.000 euros para pagar a las mafias su viaje a la nada. Eran “ricos entre los miserables”, los que “no salen nunca, porque ni siquiera tienen dinero para jugarse la vida en la huida en el casino de la inmigración ilegal… y que mueren por millones cada año, en el silencio y el abandono absoluto.
En un mundo donde sólo el uno por ciento de la humanidad concentra más riquezas que el 99 por ciento restante, el problema no es la cantidad de seres humanos que habitamos la Tierra, nuestro único hogar, sino cómo se distribuye lo que generamos socialmente.
La infernal maquinaria productora de pobreza y miseria que funciona cada segundo, las 24 horas del día, los 365 días del año, sigue funcionando a full. Serán pocos los que puedan zafar de las ruedas demoledoras de esa maquinaria que constituye este sistema, aunque sean muchos los que se ilusionen.
Está en todos y cada uno de nosotros hacer algo para cambiar el rumbo que llevamos hacia el abismo. Es necesario… Es imperioso… Es posible.
Luis Lafferriere (*) es Contador Público Nacional (CPN). Cátedra libre por una nueva economía, humana y sustentable.
(1) https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-65922840
Dejá tu comentario sobre esta nota