El Banco Central no logra apoderarse de los dólares suficientes que lo lleven a cumplir con la meta pactada con el Fondo Monetario. Y eso es interpretado como una gran debilidad, de cara a lo que viene: el final de la cosecha gruesa y la llegada de la temporada baja en las liquidaciones de divisas.
Desde los despachos oficiales intentan quitar dramatismo: aseguran que, a diferencia de años pasados, ahora las cerealeras distribuyen su oferta de dólares a lo largo del año. Y que no habrá una "seca" de divisas.
Desde la City, los economistas más consultados entre empresarios líderes y también por políticos tienen una mirada más conservadora del mismo asunto.
Sostienen que el escenario es muy complicado y que -de no cambiar 180 grados la dinámica con las reservas-, el Gobierno se verá obligado a tomar medidas adicionales.
La situación estaría siendo analizada con el FMI. En el organismo hay alarma por esta cuestión.
No habrá inconvenientes en las revisiones de las metas del primer trimestre, pero ya se vislumbra improbable el segundo cumplimiento.
El diagnóstico es que, sin dólares suficientes, el Gobierno no puede asegurar la estabilidad cambiaria, más allá de que el propio Fondo ya aceptó que no haya un salto cambiario de golpe. Pero el mercado es el mercado, dicen las fuentes. "Si te quedás sin dólares, no hay forma de zafar. Lo vimos a lo largo de la historia", dice a iProfesional un economista que suele tener una buena llegada a las oficinas de Washington.
¿Se vienen más restricciones al dólar?
El número que está en la mira son los u$s1.200 millones a u$s1.300 millones que todos los meses salen del Banco Central para tres cosas: el dólar "ahorro"; los gastos con tarjetas en dólares (turismo y pagos de servicios dolarizados) y los pagos de deuda de las empresas.
Este monto ha ido en aumento de un año a esta parte, a medida que la pandemia fue dando lugar a viajes al extranjero, que habían estado prácticamente vedados desde el año 2020.
Algunos analistas están convencidos de que, a menos de que el BCRA logre dar vuelta la ecuación, habrá medidas restrictivas.
El diagnóstico es que, sin dólares suficientes, el Gobierno no puede asegurar la estabilidad cambiaria. Ya sea en lo que refiere al dólar ahorro, que por ahora continúa en los u$s200 mensuales o novedades por el lado del dólar "turista". Los pagos con tarjetas hoy en día se hacen al dólar oficial y se les cargan los impuestos PAÍS y un adelanto de Ganancias.
¿De qué serviría un desdoblamiento cambiario? Muchos creen que el lado positivo vendría por el lado de los turistas extranjeros que visitan la Argentina -en su mayoría de países fronterizos- que llegan con dólares billetes en sus bolsillos, que venden en el mercado paralelo.
Con una segmentación del mercado, esos turistas de Uruguay, Chile y Brasil podrían pagar sus gastos directamente con la tarjeta de crédito, y esos dólares irían a las reservas del Banco Central.
El costado negativo de un desdoblamiento, está claro, es que existe un consenso en que "esas historias no terminan bien". Básicamente porque el mercado se empieza a preguntar -desde el minuto uno de su implementación- en qué momento sobrevendrá una devaluación del mercado "comercial".
En el mercado advierten que el escenario es muy complicado y que el Gobierno deberá tomar medidas adicionales.
Preocupación por importaciones récord
El actual nivel de importaciones parece insostenible en este contexto de reservas muy limitadas y en medio de una dinámica de compras de divisas pobre. Cristina Kirchner, el último viernes, habló de un "festival de importaciones".
Más que por tratarse de un virtuosismo, lo que aquí pareciera es que hay un apetito fenomenal por acceder a los dólares más baratos que vende el Banco Central, en comparación con el precio de los dólares libres (CCL o MEP).
Las importaciones de mayo habrían superado los 7.700 millones de dólares, de acuerdo a la estimación preliminar que hacen en el Gobierno. De ser así, se superó el pico de hace más de una década: en agosto de 2011, las importaciones habían trepado a u$s7.610 millones. Marcó un incremento del 50% en relación a mayo de 2021.
Son múltiples las razones que explican el salto extraordinario de las importaciones.
El más relevante de todos se vincula con un hecho pernicioso: los abultados pagos por las importaciones de energía, que el Gobierno debe afrontar en medio de la disparada de los precios del gas licuado y de los combustibles. En especial de gasoil, que son típicos en esta época del año.
En el Gobierno hay preocupación porque el BCRA no logra captar dólares.
El problema de la "sequía" de dólares.
Desde que empezó el año, las liquidaciones de las exportadoras cerealeras totalizaron u$s15.330 millones, un récord total. Representan exactamente u$s2.000 millones adicionales a las del mismo lapso del año pasado, que a su vez habían sido un récord.
Sin embargo, esta verdadera "lluvia de dólares" le pasa de largo al Banco Central: desde que empezó este 2022, sólo pudo comprar unos u$s780 millones. De hecho, a lo largo de la última semana, la mesa de operaciones del BCRA se vio obligada a vender u$s185 millones para atender la demanda de divisas (entre las cuales hay que incluir los pagos por la compra de energía) y evitar un salto devaluatorio.
Llegada esta cuestión, la pregunta es qué hará el Gobierno si esta dinámica no pega la vuelta.
Descartada una devaluación, la cuestión será saber si irá por alguno de estas alternativas:
Una restricción a las importaciones, que lógicamente conlleva el riesgo a una recesión y a un mayor nivel de inflación.
Un endurecimiento del "cepo", tanto para personas humanas como paras las empresas.
Un desdoblamiento cambiario, como el que se enunció más arriba.
¿Apelará el Gobierno a alguna de estas alternativas en caso de que no mejore el escenario con los dólares que entran al BCRA?