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Biden en unas elecciones bajo la sombra de Trump

En las elecciones de mitad de mandato, los republicanos pueden conseguir la mayoría en la Cámara de Representantes y en el Senado y puestos clave en la administración del proceso electoral que cuestionan cuando sufren derrotas

El republicano Mike Collins, candidato a la Cámara de Representantes por Georgia este martes, aparece en un anuncio de campaña con un rifle de asalto entre las manos junto a un cubo de basura que tiene pegado un cartelito que pone “máquina de votación” y otro de “introduce tu boleta”. Mientras habla y enuncia la mentira de que “Trump ganó el estado de Georgia y punto”, se aleja del cubo, en una explanada junto a una zona arbolada. Collins se gira y dispara contra el cubo/urna. Al final del anuncio, promete que hará “saltar por los aires la tapadera demócrata” en Washington.

En 2020, Joe Biden ganó las elecciones presidenciales en Georgia contra Donald Trump por unos 12.000 votos, como certificaron el conteo oficial y dos recuentos más (uno automático por el estrecho margen y otro pedido por los republicanos). Tanto la administración de las elecciones como los recuentos tenían como responsable al secretario de estado de Georgia, un republicano. Ahora Georgia volverá a ser un estado crucial para decidir el poder en el Congreso.

Collins niega el resultado de 2020, pero se espera que gane en un distrito de ciudades pequeñas y zonas rurales que votó a los republicanos durante tres décadas. Es uno de los más de 370 republicanos que se presentan en las elecciones al Congreso, gobernador y multitud de cargos locales, y que niegan el resultado de 2020, lo cuestionaron en ocasiones y/o difundieron noticias falsas sobre él. Según el análisis del New York Times donde se recogen esos datos, se espera que la mayoría gane sus elecciones: dos tercios serán o seguirán siendo congresistas, senadores, gobernadores, fiscales y responsables locales de elecciones.

“Estos candidatos representan un sentimiento que se está difundiendo en el Partido Republicano y que rompe con un principio pilar de la democracia: que los votantes deciden las elecciones y los candidatos aceptan los resultados”, escribe el Times.

Este martes se juega el control del Congreso y las mayorías en las legislaturas locales, pero en Estados Unidos es difícil asistir a un debate sobre estos comicios sin que se hable del futuro del proceso electoral, la parte más básica de la democracia. Los votantes republicanos fueron perdiendo confianza en las elecciones desde 2018, y cada vez son más numerosos los cargos públicos que no se quieren comprometer a reconocer el resultado si pierden.

“En nuestras entrañas, sabemos que la democracia está en juego”, dijo el presidente Biden en un discurso el miércoles pasado. “Habitualmente no afrontamos la cuestión de si nuestro voto preservará la democracia. Pero este año lo hacemos”.

Las elecciones en Estados Unidos son administradas de manera local por los estados y sus representantes más cercanos. Tener cargos públicos que dudan del proceso electoral cuando no les favorece puede tener consecuencias a largo plazo: 14 republicanos “negacionistas” tienen opciones de convertirse en gobernadores, nueve en fiscales generales y ocho en secretarios de estado, según el Washington Post. Se trata de tres figuras clave para la gestión de las elecciones y la certificación de los resultados.

¿Se reconocerán los resultados?
Esta pregunta habría sido impensable hace solo unos años, pero desde la agresiva campaña de Trump y sus seguidores para cambiar los resultados de las presidenciales de 2020 que ganó Biden, se extendió entre políticos nacionales y locales del Partido Republicano el debate sobre la legitimidad del proceso electoral.

“Después de las elecciones, creo que habrá un poco de caos”, explicaba en una charla del Instituto de Política de la Universidad de Chicago Nathan Gonzales, analista electoral independiente y quien cree que “no se puede dar por descontada la certificación de los resultados”. Según él, “puede haber retrasos de las certificaciones en dos docenas de lugares”. Cita el caso de las primarias en junio en el condado de Otero, en Nuevo México, donde varios miembros republicanos de una comisión local se negaron a la formalidad de registrar los resultados hasta que no les obligó un juez. Uno de ellos, que había sido condenado por su participación en el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, aseguró que no quería certificar los resultados porque se lo decía su “instinto”.

Entre los candidatos a puestos que administran las elecciones o dictan sus reglas, hay republicanos que dudan del proceso y que se podrían encontrar en posiciones clave para negar la certificación de resultados o sucumbir a las presiones de políticos de su partido. Algunos de los cargos públicos republicanos que estaban en la primera línea de la administración electoral local resistieron en 2020 a las presiones de Trump y sus aliados. El caso más célebre es el del secretario de Estado de Georgia, Brad Raffensperger, un republicano al que Trump le pidió que “encontrara” los votos que le faltaban para ganar en ese estado clave. Él se negó, y el caso es ahora una de las cuentas pendientes con la justicia del expresidente.

La violencia provocada por aquella campaña sigue contaminando el debate público, con cada vez más políticos y votantes republicanos dispuestos a aceptarla. El ataque contra Paul Pelosi, el marido de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, despertó chistes y mentiras difundidas por políticos y hasta por el nuevo propietario de Twitter, Elon Musk. Paul Pelosi, de 82 años, estuvo una semana hospitalizado tras ser agredido con un martillo en su casa por un hombre que decía querer secuestrar a la líder demócrata.

¿Qué se decide en estas elecciones?

A nivel nacional, el control de las dos cámaras del Congreso. Se deciden los escaños de un tercio de senadores (es decir, 34 de los 100), que tienen un mandato de seis años, y los de todos los miembros de la Cámara de Representantes (es decir, los 435), que tienen un mandato de dos años.

Las encuestas indican que los republicanos recuperarán la mayoría en la Cámara de Representantes mientras que el control del Senado está en el aire (en la actualidad, el Senado está partido por la mitad y la vicepresidenta Kamala Harris es la que tiene que desempatar a menudo las votaciones a favor de los demócratas con su voto de calidad). Una mayoría republicana en una cámara o en ambas hará todavía más difícil gobernar a Joe Biden, que ya se ve a menudo atenazado por mayorías ajustadas y la división de su propio partido.

Además, se votan gobernadores, legisladores locales y otros cargos en ciudades, condados y estados que llegan a un nivel muy local, como los cargos de sheriff, consejero escolar o fiscal.

¿Qué estados hay que mirar?

El control del Senado, el órgano nacional más disputado, se decidirá en las carreras en Nevada, Georgia, Pensilvania y Arizona. En las presidenciales de 2020, Biden ganó en los cuatro estados, que ahora están muy ajustados o se inclinan por los republicanos. Las encuestas predicen que se mantenga el empate de 50 a 50 (en ese escenario, las votaciones seguirían dependiendo de la vicepresidenta Harris).

Las encuestas predicen un resultado muy ajustado en estos estados, con tendencia más bien hacia el lado republicano salvo en Arizona, donde el actual senador demócrata parece estar consolidando su ventaja respecto a su rival republicano, según la última encuesta para el New York Times.

La mayoría de los votantes encuestados dicen que preferirían un candidato republicano en abstracto, pero a la hora de votar no se movilizan por el elegido en primarias, lo que indica descontento con los políticos concretos. En Georgia, por ejemplo, el candidato republicano al Senado es Herschel Walker, un conservador que se opone al derecho al aborto incluso en casos de violación o incesto y que, sin embargo, presionó a dos mujeres a las que había dejado embarazadas para que abortaran, según han revelado ellas mismas. En Pensilvania, el republicano es Mehmet Oz, un antiguo presentador de televisión que ha abrazado bulos sobre salud o las elecciones.

La Cámara de Representantes depende de un 20% de distritos más competitivos, y en la mayoría los republicanos llevan ventaja. En la actualidad, los demócratas tienen una mayoría de 222 escaños en la Cámara de Representantes contra 213 de los republicanos. Se espera que los republicanos consigan hasta 247 congresistas, según la estimación de FiveThirtyEight, la web especializada en modelos de encuestas.

Entre las carreras más interesantes a gobernador, están las de Kansas -un estado conservador, pero donde el rechazo de la prohibición del aborto en reférendum ha dado esperanzas a los demócratas-, Arizona, donde la candidata a republicana a gobernadora Kari Lake ha hecho de las falsas denuncias del fraude electoral su tema principal de campaña, y algunas especialmente competitivas como Nevada, Wisconsin y Oregón.

En cambio, dos candidatos demócratas que han despertado gran interés nacional en los últimos años tienen difícil ganar sus carreras: Stacey Adams, en Georgia, y Beto O’Rourke, en Texas, que se espera pierdan contra los gobernadores republicanos en el cargo.

¿Referéndum sobre Biden?

Que el partido del presidente pierda escaños en las elecciones al Congreso en mitad de su mandato es lo habitual, entre la desmovilización de los fieles y el enfado de quienes perdieron en las presidenciales. Ha sucedido en todas las elecciones de este tipo desde 2002, cuando el presidente era George W. Bush, especialmente cuando la economía va mal.

Como también suele suceder, Biden ha participado en pocos mítines. Pasará la noche electoral en Maryland, un estado tradicionalmente demócrata, pero que este año es algo más competitivo. Para los demócratas, el desafío es que no todo sea sobre Biden. “Depende de cada campaña. Puedes coger unas elecciones de referéndum y convertirlas en unas elecciones de opciones”, decía Lis Smith, estratega del Partido Demócrata, en el Instituto de Política de la Universidad de Chicago, a principios de octubre.

Smith tiene algo de esperanza por los vaivenes en la opinión pública, poco habituales. Después del primer gran golpe contra la imagen de Biden, la salida caótica de Estados Unidos de Afganistán y la vuelta de los talibanes al poder en agosto de 2021, el presidente es impopular, pero otros políticos demócratas han logrado movilizar a los suyos en ocasiones, en particular tras el rechazo del Tribunal Supremo de la protección nacional del derecho al aborto.

Este año, por ejemplo, los demócratas han conseguido victorias en varios estados de tendencia conservadora: por ejemplo, con el apoyo al derecho al aborto en Kansas, la derrota de la republicana y exgobernadora Sarah Palin en Alaska o la victoria demócrata inesperada en una elección especial al Congreso en Minnesota. Sin embargo, el envío de migrantes de Florida a un adinerado pueblo de vacaciones en Massachusetts, Martha’s Vineyard, por parte del gobernador republicano Ron DeSantis como parte de una escenificación contra los gobernantes demócratas fue un ejemplo este verano de la capacidad de los republicanos para cambiar los términos del debate. “Si hablamos de inmigración en estas elecciones, perderemos”, decía Smith.

El freno en la escalada de precios o algunos datos económicos positivos tampoco parecen convencer al electorado. “A los votantes no les gusta cuando los políticos les mean en la pierna y les dicen que está lloviendo. No les puedes decir que algo que están sintiendo no es real”, decía Smith.

La abrumadora mayoría de los votantes registrados (el 79%, según Pew Research) citan la economía como un factor “muy importante” en la decisión de su voto en estas elecciones. La mayoría de los votantes de ambos partidos están muy preocupados en particular por la subida del precio de los alimentos, la gasolina y la electricidad. El segundo asunto más citado es “el futuro de la democracia en el país”, una preocupación más acuciada entre los demócratas pero que también está presente entre los republicanos. El derecho al aborto es un factor clave para el 56% de los votantes, con una brecha significativa según el partido (el 75% de los demócratas frente al 39% de los republicanos).

La brecha

Demócratas y republicanos muestran visiones opuestas sobre todo alrededor de la raza, el feminismo y la regulación pública, tres asuntos donde se refleja una brecha muy marcada, según los datos de Pew.

Pero sólo hay una minoría movilizada frente a lo que en Estados Unidos se ha empezado a llamar “la mayoría exhausta”, votantes que no tienen opiniones tan contundentes sobre los asuntos públicos y que están sobre todo cansados de los políticos y la cobertura que se hace de ellos, en particular tras los agotadores años de Trump.

Los hispanos son la minoría que más ha crecido desde las últimas elecciones legislativas: más de 34 millones de estadounidenses identificados como hispanos tienen derecho a voto, según los datos del censo analizados por el Pew Research Institute. Pese a los avances de Donald Trump en las elecciones presidenciales de 2020 y algunas victorias clave de republicanos en el sur de Texas y Florida, el votante medio hispano se sigue identificando mayoritariamente con el Partido Demócrata. Más de la mitad de los votantes registrados que se identifican como latinos (el 53%) dice que votarán a un candidato demócrata en su distrito para las elecciones de este martes, mientras que el 28% dice que lo hará por un republicano y el 18% no está seguro de si votará o lo hará por un candidato alternativo.

La mayoría de estos votantes está descontentos con Joe Biden, pero aún más son los que temen el regreso de Donald Trump: el 73% dicen que les gustaría que dejara de ser una figura nacional.

Se sigue tratando en cualquier caso de la minoría más desmovilizada y que es más probable que no vaya a votar. En 2018, el 51% de los votantes que se describían negros votaron en las elecciones de mitad mandato en contraste con cerca del 40 de minorías hispanas o asiáticas.

¿Importa el resultado para las presidenciales?
Sí. Las posibilidades de que Biden se vuelva a presentar en 2024 están relacionadas con el resultado. Si la derrota es más aguda de lo que pronostican las encuestas, crecerán las presiones de otros líderes demócratas para que no repita dentro de cuatro años. Además, si pierde el control también del Senado, la aprobación de cualquier legislación será todavía más difícil y la congelación de sus planes hará que sea más impopular entre los votantes.

Otro factor es qué políticos pueden salir reforzados de cara a las primarias de ambos partidos en 2024. En el lado republicano, el más observado es Ron DeSantis, el gobernador de Florida y quien espera ganar cómodamente la reelección. DeSantis es una versión de Trump y un político que ganó popularidad con su cruzada contra las restricciones sanitarias en la pandemia y apoyo a ratos del expresidente.

La primera cita de posibles aspirantes republicanos es el 18 y 19 de noviembre en Las Vegas, en una conferencia conservadora a la que asistirán DeSantis, el exvicepresidente Mike Pence y el exsecretario de Estado Mike Pompeo, entre otros. Trump rechazó la invitación, y, según la agencia de noticias AP, podría anunciar su candidatura dos semanas después de las elecciones de medio mandato, o incluso antes. Una de las fechas que baraja el equipo de Trump es el 14 de noviembre, según el New York Times.

El efecto de Trump en estas elecciones sigue siendo objeto de debate. Tras las primarias, donde votan los más movilizados y a menudo los que tienen posiciones más extremas, algunos candidatos han borrado o escondido de sus webs su apoyo al expresidente o sus posiciones sobre el aborto.

¿Qué puede hacer una mayoría republicana en el Congreso?

En el Congreso, incluso solo una mayoría republicana en la Cámara de Representantes tratará de imponer más límites al derecho al aborto, parará cualquier regulación sobre armas -como ha conseguido, en buena medida, hasta ahora gracias a la colaboración de parte de los demócratas- y empezará a cuestionar la ayuda económica y militar a Ucrania, que es disputada por la extrema derecha.

La mayoría de la Cámara decide qué legislaciones aceptar para su tramitación, gestiona las comisiones de políticas específicas y tiene el poder de empezar el impeachment contra el presidente y otros cargos públicos.

Una parte de republicanos empujará para abrir procesos de destitución contra Biden y algunos de sus altos cargos, como el fiscal general de Estados Unidos, Merrick Garland, y el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas. Puede que los procesos no prosperen porque no tengan mayoría incluso entre los republicanos, pero es muy probable que el liderazgo republicano de la Cámara tenga que afrontar estos debates.

EE.UU.

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