La deforestación en Paraguay supera la de algunos de sus vecinos con territorios más extensos, especialmente en lo que respecta a la destrucción de tierras protegidas.
Al menos 5.000 hectáreas de tierras bajo protección federal en los parques nacionales han sido destruidas por la deforestación ilegal en los dos últimos años; así lo declaró Cristina Goralewski, presidenta del Instituto Forestal Nacional (Infona), en entrevista con medios paraguayos el 19 de agosto.
Esta cifra pone de relieve el deterioro del que está siendo objeto la cobertura forestal en Paraguay. Este país perdió más de 100.000 hectáreas de bosque primario y un volumen enorme de 6,28 millones de hectáreas de cobertura arbórea entre 2001 y 2019, que representa más de una cuarta parte del total de bosques, según datos de Global Forest Watch.
Esto puso a Paraguay en el segundo lugar entre los países con la mayor tasa de deforestación en Latinoamérica desde 2000, solo después de Brasil, país que ha perdido 26,7 millones de hectáreas de selva y casi 60 millones de hectáreas de cobertura arbórea.
Las causas de esta deforestación suelen ser similares a las de otros países de la región, como la quema ilegal de árboles para despejar la tierra para la cría de ganado. Pero otra causa se ha erigido como factor de peso.
Hay una superposición importante de plantaciones ilegales de marihuana y zonas protegidas en Paraguay. En la ecorregión del Bosque Atlántico del Alto Paraná hay por lo menos 2.350 hectáreas de marihuana, en especial en los parques naturales de Mbaracayú, San Rafael, Morombí y Caazapá, según Mongabay.
Paraguay es el mayor productor de marihuana en Latinoamérica, lo que ha tenido impacto en la devastación de sus selvas. Solo en octubre de 2020, el país presentó más de 5.000 incendios forestales provocados, que según el gobierno se debieron a "motivos agrícolas o para la siembra de marihuana".
Al menos desde 2016, la marihuana ha sido la principal causa de deforestación en Paraguay, más que el despeje de tierras para ganadería y cultivos de soja.
Análisis de InSight Crime
El bosque Atlántico del Alto Paraná, que agrupa los territorios de Caazapá, Mbaracayú, Morombí y San Rafael, ha sido el principal blanco de los narcotraficantes, quienes lo usan para ocultar sus cultivos de marihuana, según informaciones de Mongabay.
Con una extensión de 4,3 millones de hectáreas en 1994, la selva húmeda atlántica ahora se ha reducido a 2,7 millones de hectáreas, principalmente por causa de la siembra de marihuana.
En un vano esfuerzo por detener el ritmo de la deforestación, el gobierno paraguayo ha trabajado con los guardaparques de la reserva para decomisar la mayor cantidad de cannabis posible. De 2015 a 2020, la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) reportó casi 82 toneladas de decomisos de marihuana de la selva atlántica.
Desafortunadamente, las cifras mantienen una tendencia en la dirección contraria, con 40 por ciento de estos decomisos solo en 2020.
El uso de zonas de reserva para la producción de cultivos ilícitos también es un programa creciente en la región.
En Colombia, algunos de los grupos criminales más peligrosos del país han instalado bases dentro de los parques nacionales naturales. Eso significa que, a pesar de que el total de hectáreas sembradas de coca ha disminuido en los últimos años, la siembra en zonas protegidas muestra una tendencia en aumento. En 2020, los parques naturales de Catatumbo Bari y La Paya presentaron un crecimiento de 66 y 49 por ciento, respectivamente.
Los guardaparques, quienes muchas veces son la única presencia del gobierno nacional en los parques naturales, también se ven cada vez más amenazados. En 2018, dos guardabosques fueron asesinados en la reserva natural Tapytá de Paraguay. Otros homicidios similares se han presentado recientemente en Colombia, Costa Rica y México, muchas veces cuando los guardaparques se interponen en los planes de los traficantes.
Fuente: InSight Crime