Desde ayer, las autoridades iraníes bloquearon el acceso a Instagram y Whatsapp, tras seis días de protestas por la muerte de Mahsa Amini, una joven de 22 años detenida por la “policía de la moral”. Hasta ahora, 17 mujeres han muerto tras los enfrentamientos según cifras gubernamentales.
ONGs advierten que el número de decesos podría ser más elevados de lo reportado pues la organización Iran Human Rights, basada en Oslo, habla de al menos 31 civiles muertos por las fuerzas estatales.
Amnistía Internacional denunció que las fuerzas de seguridad dispararon contra la multitud con perdigones y usaron gases lacrimógenos y cañones de agua. Según la agencia oficial IRNA, los manifestantes lanzaron piedras a los agentes y quemaron coches policiales.
Videos publicados en internet muestran a manifestantes gritando eslóganes como "muerte al dictador" y "mujeres, vida, libertad", quemando velos o destruyendo imágenes del líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, o del general Qassem Soleimani, muerto en un ataque estadounidense en Irak en 2020.
El miércoles en la Asamblea General de la ONU en Nueva York, el presidente estadounidense Joe Biden expresó su solidaridad con las "mujeres valientes" de Irán.
El caso de Mahsa Amini
La joven originaria de Kurdistán (noroeste) fue detenida el 13 de septiembre en Teherán acusada de "llevar ropa inapropiada" por la policía de la moral y murió el 16 de septiembre en un hospital.
Según el estado iraní, las mujeres deben cubrirse el pelo y no pueden usar abrigos cortos arriba de las rodillas, pantalones ajustados o vaqueros con agujeros, un estricto código de vestimenta controlado por la policía de la moral.
Según militantes, Mahsa Amini recibió un golpe mortal en la cabeza, pero las autoridades iraníes negaron ese acto. En Nueva York, el presidente iraní Ebrahim Raisi dijo que el deceso será investigado y aseguró haberse puesto "en contacto con la familia de la difunta".
Las manifestaciones comenzaron inmediatamente después del anuncio de su muerte y se extendieron a 15 ciudades en todo Irán. "Diecisiete personas, entre ellas manifestantes y policías, han perdido la vida en los acontecimientos de los últimos días", según un nuevo balance de la televisión de Estado, que no dio más detalles.
Las autoridades iraníes negaron su implicación en la muerte de los manifestantes. Los Guardianes de la Revolución denunciaron una "guerra mediática a ultranza" y una "conspiración condenada al fracaso".
Sin redes para Irán
Desde el inicio de las manifestaciones, las conexiones de internet se han ralentizado y las autoridades bloquearon luego a Instagram y WhatsApp, las aplicaciones más usadas en el país tras el bloqueo de plataformas como YouTube, Facebook, Telegram, Twitter y Tiktok.
"Por decisión de las autoridades, no es más posible acceder en Irán a Instagram desde la noche del miércoles y el acceso a WhatsApp también está interrumpido", anunció la agencia de prensa Fars.
La ONG Iran Human Rights indicó en Twitter que el acceso a internet fue cortado por completo en Tabriz (norte). Expertos de derechos humanos de la ONU juzgaron que "estas perturbaciones forman parte de los esfuerzos para sofocar la libertad de expresión y limitar las manifestaciones".
El jueves, las autoridades detuvieron a dos mujeres fotógrafas, Nilufar Hamedi y Yalda Moayeri, así como al activista reformista Mohamad Réza Jalaipur, informaron los medios de comunicación locales. Iran International, una cadena televisiva en Londres, afirmó que un militante por la libertad de expresión, Hossein Ronaghi, fue detenido cuando iba a darles una entrevista.
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El viernes, convocadas por una organización gubernamental, habrá manifestaciones a favor del porte del velo en todo el país, según la agencia Irna, y "en protesta contra las indecentes acciones de algunos mercenarios que incendian mezquitas y la sagrada bandera iraní".
Estas manifestaciones están entre las más importantes en Irán desde las de noviembre de 2019, provocadas por el alza del precio de la gasolina en plena crisis económica.
Un centenar de ciudades se vieron afectadas por las protestas, severamente reprimidas. El balance oficial fue de 230 muertos y de más de 300 según Amnistía Internacional.