El control del Congreso todavía permanece bajo disputa pero la elección de medio término deja a Joe Biden mejor parado de lo que vaticinaban sus rivales y las votantes mujeres parecen haber tenido mucho que ver al resistir la avanzada anti derechos de interrupción voluntaria del embarazo en el país del norte.
La “ola roja” que tanto esperaban los republicanos de Donald Trump no se produjo. Los demócratas del presidente Joe Biden, a pesar de su bajísima aprobación, lograron contener a sus rivales en estas elecciones de medio término, la más reñida en 50 años, y que estuvieron atravesada por el derecho al aborto y la inflación. Aún no se conocen muchos resultados y es probable que se judicialicen algunas disputas que alarguen la noche electoral hasta límites desesperantes, pero la mayoría en el Senado está aún disputada con una leve ventaja republicana y la Cámara de Representantes parecería permanecer en manos demócratas.
La señal de que la marea roja estaba a la baja la dio el triunfo del vicegobernador de Pensilvania, John Fetterman, sobre el célebre médico Mehmet Oz, e hizo que un escaño del Senado pasara de republicano a demócrata. Allí había puesto todas las expectativas el ex presidente Trump haciendo campaña por Oz. Estaba convencido de que con el médico de Filadelfia iba a nacionalizar estas elecciones a su favor. Fetterman que en la mitad de la campaña padeció un ACV y tuvo dificultades para defenderse durante el debate con su rival de la semana pasada, venció en forma ajustada dando el respiro que los demócratas necesitaban cuando ya había entrado la mañana en la gran mayoría de los distritos del Este del país. En juego están los 435 asientos de la Cámara de Representantes, 35 de los 100 senadores, 36 gobernaciones y una serie de puestos estatales críticos, como secretarios de Estado y jueces del Tribunal Supremo.
Tradicionalmente, las elecciones legislativas miden el desgaste del presidente de turno en la Casa Blanca tras dos años de mandato. Son una especie de referéndum sobre la gestión, pero esta vez también se extendió hacia la principal figura opositora, Trump, y las consecuencias de su intento de rebelión para desconocer los resultados de la elección presidencial de 2019. Y si bien, mantiene un volumen muy importante de seguidores fieles, anoche se ganó un rival duro dentro de su propio partido. El gobernador de Florida, Ron DeSantis, quien es considerado su discípulo, ganó la reelección y se encamina a desafiarlo en las primarias republicanas.
Para tener una dimensión de lo que obtuvo Joe Biden al detener lo que parecía iba a ser un tsunami republicano habría que compararlo con sus antecesores demócratas: en 1994, Bill Clinton perdió 54 congresistas; en 2010, Barack Obama, 63. Los republicanos perdieron 40 bancas en 2018, cuando Trump llevaba dos años en la Casa Blanca. Ahora, con el recuento todavía abierto en la mitad del país, los republicanos aparecen en posición aventajada para controlar la Cámara de Representantes, mientras que la lucha por el Senado es ajustada y es posible que el reparto final dependa de una segunda vuelta en algunos casos o de los jueces en otros.
Una primera impresión es que fueron las mujeres las que protagonizaron esta elección al salir masivamente y enojadas por la derogación en junio pasado por parte de la Corte Suprema del famoso caso de Roe Vs. Wade, que permitía la interrupción legal del embarazo. Esto hizo que varias contiendas, particularmente en los estados clave de Pensilvania y Georgia, estuvieran marcadas por este tema y una participación mucho más alta de la prevista por parte de las votantes.
Otros temas sociales aparecieron igualmente divisivos. Los votantes de Maryland y Missouri aprobaron la legalización la marihuana recreativa, añadiéndose a las decenas de estados que ya lo habían hecho. Pero iniciativas similares fueron rechazados en Arkansas y Dakota del Norte. En varios estados se disputan voto a voto restricciones destinadas a reforzar la seguridad de las elecciones que enmascaran maniobras de los trumpistas para dificultar el voto de las minorías y facilitar el desconocimiento de los resultados en caso de que no les sean favorables. En Ohio, se prohibió el voto de cualquiera que no sea ciudadano en contraposición a lo que sucede en Nueva York donde se permite sufragar a los residentes legales permanentes y a los autorizados a trabajar en Estados Unidos. En Iowa se ampliaron los derechos para portar armas y prácticamente se puede andar con una pistola en la cartuchera como los cowboys en el far west. En Tennessee, Vermont y Alabama se aprobaron cambios en la Constitución estatal que eliminan el lenguaje anticuado y racista, incluido el relacionado con la esclavitud.
Hasta esta media mañana del miércoles, sólo un titular demócrata, la representante Elaine Luria de Virginia, había sido derrotado en la lucha por la Cámara. Pero un veterano republicano, el representante Steve Chabot, también perdió en Ohio. Y en otras contiendas críticas de la Cámara, demócratas en peligro como los representantes Abigail Spanberger de Virginia y Chris Pappas de New Hampshire conservaron sus escaños. Seth Magaziner ganó en Rhode Island, un estado muy poblado, para mantener un escaño abierto en la columna de los demócratas y enfriar los alardes republicanos de las primeras horas de la madrugada.
Los demócratas respiraban esta mañana aliviados. Los temores de un colapso en los estados demócratas resultaron infundados. Las elecciones a gobernador en Nueva York y Pensilvania, las elecciones a la Cámara de Representantes en Rhode Island y las elecciones al Senado en Colorado y Washington se decantaron por los demócratas.
Algunos candidatos no solo ganaron el martes, sino que rompieron barreras sociales importantes. Entre esas victorias están las primeras mujeres gobernadoras elegidas en Arkansas, Massachusetts y Nueva York; la primera persona negra en ser elegida gobernadora de Maryland; y el primer miembro de la Generación Z (1996-2000) en ser elegido al Congreso.
En cierto modo, estas elecciones ya habían hecho historia por la diversidad de los candidatos presentados. Lesbianas, gays, bisexuales, transexuales y homosexuales se presentaron a las elecciones en los 50 estados por primera vez. El número de candidatos de las minorías sexuales en las boletas de votación aumentaron un 18% con respecto a 2020.
Y, tal vez, un emblema de este muro de contención que lograron levantar los demócratas ante la embestida antidemocrática trumpista sea el triunfo de la veterana presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, que fue reelecta en California. Venció al republicano John Dennis con un margen de más del 80%.
La líder demócrata, que representa uno de los distritos más progresistas de EEUU, venció al candidato republicano, John Dennis, de manera abrumadora con más del 80% del voto, según las estimaciones de The New York Times. El 28 de octubre, un desequilibrado había entrado a su casa de San Francisco con un martillo en la mano preguntando por ella, como sucedió en el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2020, y atacó a su marido, Paul, provocándole una fractura de cráneo y otras heridas. La incógnita es si Pelosi, de 82 años, va a seguir ocupando el liderazgo demócrata en el la cámara baja del Congreso o si pasa la antorcha.