Los chalecos amarillos comenzaron a congregarse en las calles de Francia por décimo sábado consecutivo de protestas antigubernamentales, pese al debate nacional lanzado por el presidente Emmanuel Macron para debatir las reivindicaciones del colectivo.
"Esperamos una movilización al menos igual a la de la semana pasada", dijo una fuente de la policía. El sábado pasado un poco más de 80.000 personas salieron a manifestar en todo el país. Fueron 30.000 más que el 5 de enero pero menos que los 280.000 que marcharon el 17 de noviembre, cuando comenzó esta ola de protesta social.
En París, unos 5.000 policías custodiarán la ruta planeada por los manifestantes, unos 14 kilómetros de recorrido, que saldrá hacia medio día de la Explanada del Palacio Nacional de los Inválidos, que alberga la tumba de Napoléon y el Museo del Ejército, con una ambición:"¡Un millón de manifestantes en París!".
Varias decenas de manifestantes comenzaron también a congregarse por la mañana en la avenida de los Campos Elíseos al grito de "¡Macron dimisión!". "Macron no escucha, no entiende lo que está ocurriendo, estamos intentando hacerle abrir los ojos. Hay un verdadero sufrimiento", denunció Sophie Tissier, una manifestante.
En la capital, los organizadores invitan a los participantes a llevar "una flor o una vela en homenaje" a las personas muertas o heridas "por la causa". Desde mediados de noviembre, 10 personas han muerto en accidentes relacionados con las manifestaciones, la mayoría de ellos durante cortes de carreteras, y 3.000 han resultado heridos (manifestantes y policías).
El movimiento de los "chalecos amarillos", que comenzó como una revuelta contra el alza de un impuesto sobre los combustibles, se ha convertido en protestas semanales en toda Francia contra la política fiscal y social de Macron, que en varias ocasiones han degenerado en violentos enfrentamientos con la policía.
El colectivo "Desarmar", un grupo local que hace campaña contra la violencia policial, ha documentado 98 casos de heridas graves desde las primeras protestas nacionales, incluyendo 15 casos de personas que perdieron un ojo, sobre todo por el uso de balas de goma por parte de la policía.
Pese a las críticas, el ministro del Interior, Christophe Castaner, defendió el uso de balas de goma para mantener el orden público. Sin esta arma, la policía no tendría otra opción más que el "contacto físico" y habría "muchos más heridos", estimó.
El denominado "X acto" de los "chalecos amarillos" tiene lugar pese al lanzamiento de un gran debate nacional convocado por Macron, que durará dos meses, para intentar desactivar las protestas.
El presidente de 41 años mantuvo esta semana dos reuniones con cientos de alcaldes y representantes locales para abordar las principales preocupaciones de los franceses y escuchar sus quejas.
Este es el segundo intento del mandatario centrista por apagar las protestas, después de que suspendiera la tasa sobre los carburantes que desató las protestas a mediados de diciembre y lanzara un paquete para mejorar el poder adquisitivo valorado en unos 10.000 millones de euros.
Además de París, se esperan protestas en las principales ciudades de Francia. En Toulouse (suroeste), se convocó en las redes sociales a una gran manifestación. "Vengan cada uno con dos amigos", urgían los organizadores.
El mismo objetivo se fijó en Marsella (sureste). "Queremos que ésto continúe, que logremos sacar a la calle a gente que por lo general no sale a manifestar", dijo a la AFP Luc Benedetti, un manifestante ataviado con la prenda fluorescente que se ha convertido en el símbolo de la protesta.
Para intentar prevenir incidentes, la policía ha desplegado refuerzos y alrededor de 80.000 agentes estarán desplegados en todo el país, el mismo número que la semana pasada, indicó el secretario de Estado encargado del Interior, Laurent Nuñez.
Las protestas seguirán durante el domingo en varias ciudades del país. Mujeres "chalecos amarillos" convocaron una manifestación en París, similar a un evento pacífico que organizaron el 6 de enero.